Brujas, demonios, astrólogos y nigromantes
(Un texto de Mariano García en el Heraldo del 25 de enero de
2015)
El filólogo e historiador Alberto Montaner ha coordinado
junto a Eva Lara la edición de un volumen de más de 1.000 páginas que analiza
todas las facetas del mundo mágico en la literatura española del Siglo de Oro.
Hechiceras, magos y pactos con el diablo; nigromantes, astrólogos,
conjuros y brujas desfilan por las páginas de 'Señales, portentos y demonios',
un libro monumental (949 páginas de apretada escritura), que acaba de publicar
la Sociedad de Estudios Medievales y Renacentistas y que han coordinado Alberto
Montaner, de la Universidad de Zaragoza, y Eva Lara, de la Universidad Católica
de Valencia. Una quincena de especialistas ha analizado todos los fenómenos
relacionados con el mundo mágico y esotérico en la literatura renacentista
española. El libro, una edición cuidada con tipografía de aroma antiguo y
numerosas ilustraciones, está plagado de datos curiosos. Y de biografías
apasionantes, como la de Jaime Manobel, clérigo de Sariñena detenido en 1590 en
El Escorial tras haber robado en Zaragoza un libro de magia que lo mismo
ofrecía remedio al dolor de muelas como conjuros para «ligar un hombre a una
mujer».
«Teníamos la idea que la literatura del Renacimiento era
realista y recatada, carente de elementos mágicos y eróticos, y no es verdad -sostiene
Montaner-. El tema de la magia y lo que hoy entendemos como ciencias ocultas ya
estaba presente en la literatura de la Edad Media, pero fue en el Renacimiento cuando
eclosionó. Podemos encontrar alusiones a la magia en todos los géneros
literarios de la época, desde las novelas pastoriles y de caballerías hasta el
teatro o la épica. Por eso decidimos preparar este libro».
Una obra de lenta cocción, en la que se ha trabajado durante
cuatro años. Los 15 especialistas invitados a participar en ella han abordado
el tema desde todos los puntos de vista posibles. Y fundamental ha sido la
labor de los editores, que han hecho un deslinde de conceptos porque incluso
entre los historiadores no estaban claras las fronteras entre brujería,
nigromancia, alquimia...
«Ha habido que hilar fino -subraya Montaner-porque es muy
frecuente la confusión entre brujería y hechicería, y entre la hechicería y cualquier
otro tipo de magia. Por ejemplo, los brujos no son magos en el sentido estricto
del término. Buena parte de la confusión se generó en el siglo XIX, cuando se
metieron en el mismo saco magia, astrología y alquimia. Pero en el siglo XVI
estaban relacionadas pero no confundidas. Los tratadistas de la época
distinguen entre lo que llaman magia natural, que se basa en fenómenos
naturales, como el influjo de los astros en la vida en la Tierra; y magia preternatural,
que solo pueden hacer los espíritus puros, que no son ni la divinidad ni el hombre;
es decir, los ángeles y los demonios».
El libro tiene numerosas referencias aragonesas. Además del
coordinador y de la historiadora María Tausiet, que aporta sus conocimientos en
uno de los estudios, se habla de personajes como Jaime Manobel o Pedro Ciruelo.
«Lo que sí se echa en falta en la literatura de la época es la existencia de
autores españoles de tratados de magia. La mayoría de los tratados que circularon
en España, y fueron muchos, venían de Francia. Pero sí se escribieron tratados
antimágicos. Lo hizo, por ejemplo, Pedro Ciruelo, un matemático de Daroca que
realizó una dura crítica de las supersticiones». Su libro, 'Reprovación de las supersticiones
y hechizerías', publicado en Salamanca en 1538, tuvo bastante éxito y fue
objeto de reimpresiones.
Como curiosidad, en las páginas de 'Señales, portentos y demonios'
se encuentra incluso una nueva transcripción del crismón de la catedral de Jaca
('En esta escultura, lector, procura entender así: la Pes el Padre, la A es el
Hijo y la Doble es el Espíritu Salvífica. Estos tres por derecho propio son un
solo y mismo Señor').
Capítulo aparte merecen 'Los recetarios mágicos moriscos:
brebajes, talismanes y conjuros aljamíados', artículo de Pablo Roza basado casi
en su totalidad en la literatura morisca hallada en Aragón. Pero el libro va
mucho más allá y trasciende fronteras geográficas. Es, en realidad, un
termómetro de cómo era la sociedad española de la época, a caballo entre
ciencia y superstición. «Los elementos mágicos nunca son el tema central de las
obras literarias del Siglo de Oro -concluye Montaner-, pero sí constituyen un elemento
fundamental, hasta el punto de que hay géneros completos que no se conciben sin
la presencia de la magia en ellos. Si hasta ahora no había parecido importante en
esas obras se debe a que no está en primer plano; pero sí está en segundo. Ni
la épica ni los libros de caballería se explicarían sin la magia, y en la tradición
celestinesca resulta indispensable. El Siglo de Oro es un periodo fantástico en
el que conviven las creencias antiguas y el nacimiento de la Ciencia moderna No
hemos estudiado más allá del siglo XVII, cuando desaparecen géneros como la novela
pastoril, pero sería muy interesante explorar también ese periodo».
Etiquetas: libros y escritores
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