Artemisa: la pintora más importante del Barroco y su violador
(Un texto de Fátima Uribarri en el XLSemanal del 8 de mayo de 2016)
Artemisa Gentileschi es una
de las grandes pintoras de la historia del arte. En el siglo XVII
sobresalió con sus obras potentes, marcadas por la violencia y la
rebeldía. Como su vida. A los 19 años, la violó otro pintor.
Las actas de aquel humillante
proceso, que marcó dramáticamente la vida y la obra de esta maestra del
Barroco, se publicaron en 2016 por primera vez en España.
“Cuando llegamos a la puerta de mi
aposento, él me empujó y la cerró con llave. Me arrojó al lecho, me puso
una rodilla entre los muslos para que no pudiera juntarlos y me puso
una mano con un pañuelo en la boca para que no gritase”.
“Me sujetó las manos. Aunque por el
estorbo que me tenía en la boca no podía gritar; con todo, yo intentaba
dar voces. Le arañé la cara y le arranqué el pelo. Pero no se le dio un
ardite y siguió su faena. Y después que hubo su contento se quitó de
encima y yo, viéndome libre, fui al cajón de la mesa y cogí un cuchillo y
me llegué a Agostino diciendo: ‘Te voy a matar porque me has
infamado'”.
Apenas le hizo un rasguño en el pecho con la punta del cuchillo. Ella
lloraba: «Me dolía de la afrenta que me había hecho y él para acallarme
me dijo: “Os prometo casarme con vos en cuanto salga del laberinto en
que me hallo”. Y con esa promesa me indujo luego a consentir
amorosamente en “satisfacer sus deseos más veces”. Este relato (con
detalles mucho más explícitos) es de la pintora Artemisia Gentileschi
ante el juez. Declara que ha sido violada por Agostino Tassi, colega y
amigo de su padre: el pintor Orazio Gentileschi.
El proceso -que se celebró en Roma
entre marzo y octubre de 1612 torció- para siempre la vida de Artemisia:
la pintora más popular del Barroco, una de las grandes de la historia
del arte. Se publican en España sus cartas y las actas de aquel juicio
escabroso, donde no faltaron los llantos, las mentiras, la compra de
testigos e incluso la tortura: a ella misma, que era la víctima, le
machacaron los dedos para comprobar si era cierto lo que declaraba. Para
Artemisia, que tenía 19 años, fue una constante humillación; también
soportó revisiones ginecológicas ante los jueces.
El asunto de la violación envolvió la
vida de la artista, que ha pasado a la historia con un aura «de heroína
maldita, de vida tormentosa», afirma Estrella de Diego en el prólogo de
Artemisia Gentileschi. Cartas precedidas de las actas del proceso por estupro (Cátedra).
También es una de las pocas artistas
antiguas que figuran en los manuales de historia del arte. Fue una de
las principales propagadoras del estilo de Caravaggio. Sus obras
emanaban, además, fuerza y personalidad: “Con un despliegue portentoso
de texturas, tonos y maneras muy diferentes de enfrentar el relato, los
cuerpos y el propio canon”, explica Estrella de Diego.
En el siglo XVII no estaba bien visto ser mujer y artista. No era costumbre que una joven se formara como pintora:
no era conveniente a ojos de la moral pública que compartiera espacio
con hombres. Pero Artemisia desbordaba talento. Su padre se dio cuenta y
no solo le permitió pintar en su taller, sino que hizo propaganda de
sus dotes: “Quizá ni los principales maestros del oficio alcanzan su
saber”, escribió a la duquesa de Lorena.
Quiso Orazio que su hija mejorase.
Por eso le pidió a Agostino Tassi, con el que estaba pintando los
frescos para la Lonja de las Musas en la residencia del cardenal
Scipione Borghese, que le diera lecciones de perspectiva.
Agostino que ya conocía el rostro de
su futura alumna, pintado en aquellos frescos por Orazio tenía fama de
bribón. Se decía que había estado en galeras. Había cambiado su plebeyo
apellido real, Buonamici, por el de Tassi, de más relumbrón y adoptado
de su mecenas, el conde Tassi. Era Agostino un paisajista notable que
había estado al servicio del gran duque de Florencia, y un caradura con
las mujeres: cuando se abalanzó sobre Artemisia estaba casado y la
engañó para continuar la relación prometiéndole matrimonio.
Cuando lo denunció por agredir a su hija, Orazio también lo acusó de haber robado un cuadro de su taller.
Y, sin embargo, en una incongruencia más, cuando Agostino salió de la
cárcel en el juicio no se pudo demostrar su culpabilidad, Orazio
Gentileschi retomó su amistad con él. Para entonces, Artemisia ya estaba
lejos. Nada más terminar el juicio se casó a la carrera con Pietro
Antonio Siattesi y se marchó a Florencia para huir del escándalo.
Pionera y rompedora
En Florencia nacieron sus cuatro
hijos (solo sobrevivió una niña) y allí disfrutó Artemisia de una
fructífera etapa profesional: trabajó para el gran duque Cosme I y fue
la primera mujer en ingresar en la Academia del Diseño. También fue una
de las elegidas para decorar la Academia Buonarotti. De esa época es su
gran obra maestra Judit y Holofernes (una de las versiones que
hizo), un lienzo que según algunos expertos supera al mismísimo
Caravaggio. Es fácil ver en la espada que empuña Judit el cuchillo que
Artemisia quiso clavar a su violador. La violencia del cuadro es tan
potente que la gente se negaba a creer que la autora fuera una mujer. Lo
era, una con mucho carácter. Se comprueba en sus cartas, en las que no
solo reclama sus honorarios, sino que también se hace valer: «Esto le
mostrará a su señoría lo que una mujer puede llegar a hacer», dice en
una dirigida a su mecenas, Antonio Ruffo.
Era fuerte. Su marido, endeudado y tarambana, la dejó en Florencia. Ella
siguió adelante. Regresó a Roma, vivió en Génova y Nápoles y fue
alimentando su prestigio artístico. Su versión de Susana y los viejos o su Autorretrato como alegoría de la pintura
fueron atrevidos y deslumbrantes. Viajó por Europa y acabó en
Inglaterra, donde su padre era pintor cortesano y en la que Artemisia
realizó nueve pinturas para la casa de la reina en Greenwich. Orazio
murió en Londres, Artemisia regresó a Nápoles. Hay cartas a su mecenas
que prueban que con 57 años seguía en activo. Y altiva. Fue brava, como
Cleopatra, Judit, Diana, Betsabé, Dalila o Magdalena, protagonistas de
sus lienzos. «Es un símbolo de enorme fascinación tanto por las
vicisitudes de su vida como por el desarrollo de su obra», concluye Eva
Menzio, compiladora de las actas del caravaggesco proceso que marcó a
Artemisia.
La Artemisia sevillana
Aunque Luisa Ignacia Roldán, la
Roldana, nació (en 1652) casi cuando Artemisia Gentileschi murió (en
1654), tuvo mucho en común con ella. Ambas sobresalieron como artistas
del Barroco cuando escaseaban las mujeres artistas. La Roldana también
se formó como escultora en el taller paterno, también tuvo líos
judiciales (acudió al juez para poder casarse con un discípulo de su
padre) y también triunfó en vida: fue la primera escultora de la Cámara
Real (de Carlos II y Felipe V). Sus esculturas religiosas se muestran en
Sevilla, Madrid, Londres, Nueva York, Los Ángeles…
Etiquetas: En femenino, Pintura y otras bellas artes
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