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sábado, agosto 4

Verlaine y Rimbaud: amores que matan

(Ni me acuerdo de dónde o cuándo lo leí. Son retazos de textos sobre Paul Verlaine y Arthur Rimbaud, y su amor contracorriente.)

Arthur Rimbaud y Paul Verlaine tuvieron la rara habilidad de convertir sus vidas en una auténtica pesadilla. Tanto juntos como separados fueron personajes excesivos, geniales y chiflados, quizá por eso han quedado como prototipos de escritores malditos, sobre todo el maldito Rimbaud, que ansiando ser Dios apenas si queda claro que llegara a ser él mismo. “Yo soy otro”, decía este jovencito enajenado y turbulento que cada pocos años parecía cansarse de ser quien era. Al parecer en su más tierna infancia había sido un niño aplicado, un estudiante voluntarioso y un hijo ejemplar.
Para la historia de la literatura han quedado como dos de los más fundamentales poetas de finales del s. XIX, cuyo decadentismo encarnaron hasta lo grotesco. Lo curioso es comprobar que la influencia de sus actitudes perviva aún hoy en ingenuos poetas imberbes capaces de abandonarlo todo con tal de darle al mundo unos versitos tempestuosos con los que sorprender a sus sorprendidas familias, que no se explican qué han podido hacer ellos para que el niño se haya convertido en un poeta maldito.
Paul Verlaine y Arthur Rimbaud también sorprendieron, y mucho, a sus familiares. La cosa no es para menos. Entre las rarezas que se le atribuyen a Paul destaca el intento de asesinar a su madre, a su mujer, a su hijo y finalmente a su adorado Arthur. A su mujer, Mathilde, también intentó quemarle los cabellos y cortarle las manos y en otra ocasión estampó a su hijo, aún bebé, contra la pared. El niño se salvó por la abundancia de ropas que lo abrigaban y que debieron amortiguar el golpe.

En cuanto a Arthur, con tan sólo dieciséis años ya se había agenciado el kit completo del perfecto chalado. Era, por supuesto, un niño terrible que blasfemaba en voz alta contra Dios, contaba a todo el que quisiera escucharle truculentos episodios sexuales con animales y hasta fumaba en pipa con la cazoleta vuelta hacia abajo. Algunos de sus hagiógrafos pretende justificar su actitud aduciendo que el niño Rimbaud había vivido una cruenta infancia sin padre y había sido violado por todo un batallón de soldados, lo que tuvo una doble consecuencia en el poeta, el horror como víctima de un hecho infame y un turbio atractivo hacia la degradación y la violencia del asalto múltiple.

Cuando se conocieron en 1871 Paul tenía veintisiete años y Arthur diecisiete. Pronto sintieron el uno por el otro una fuerte atracción sexual, a la que se unió la común pasión por la bebida, la poesía y los hombres. Formaron pronto una pareja empática aunque tormentosa. Mantuvieron una relación que rozaba el delirio y la pesadilla. Tomaban hachís, absenta y ajenjo para superar los límites de la razón, del bien y del mal, y sobre todo, de los absurdos prejuicios sociales de un mundo aburguesado, decadente y absurdo.

Al poco de llegar a París el provinciano Rimbaud se enemistó con todos los poetas parnasianos, que lo consideraron demasiado agreste. Un poeta llamado Attal se le acercó un buen día para enseñarle unos versos que tenía escrito y Arthur le respondió con un escupitajo. Las veladas en los cafés eran desastrosas. El niño prodigio se reveló como un pendenciero, un demente y un provocador. A otro poeta llamado Mérat que en aquella época había publicado una colección de sonetos en alabanza al cuerpo de la mujer le respondió con un poema obsceno titulado “soneto del agujero del culo”. No le cayó bien a nadie, y sobre todo no le cayó bien a la familia de Paul, que lo veían como un energúmeno peligroso, como una mala influencia y como un rival. A la mujer de Paul, desde luego, no le faltaban razones.

Fue la de ellos una relación de amor y odio que terminó de manera trágica, como trágico fue también el final de sus vidas. En los dos años que duró la relación se hicieron daño mutuamente. Hubo maltratos, lágrimas, arrepentimientos, idas y venidas por distintas ciudades de Europa, escapadas que terminaban en regresos, escándalos que se hacían públicos, dolor y sobre todo mucha locura.
Es famoso el episodio de los tres disparos de Verlaine sobre Rimbaud. De ellos se puede colegir hasta qué punto se encontraba atrapado Paul por la atracción que ejercía sobre él el niño Arthur. Tampoco sería muy descabellado opinar que Paul Verlaine debió de ser un hombre débil y contradictorio, un ser indefenso y mimado, profundamente inestable, necesitado de la autoridad permanente de un ser fuerte que lo guiara, y sin embargo inconformista, receloso y con un gran deseo de independencia. Ocurrió en Bruselas en 1873. Paul había amenazado con suicidarse varios días antes, Mamá Verlaine acudió en ayuda de su hijo, y también Rimbaud, que respondía así a las súplicas de su amigo tras la última despedida. En cuanto se vieron juntos de nuevo comenzó el tormento. Alcohol, sexo y peleas. El final se resolvió con tres disparos, la mano herida de Arthur por una bala y una condena a dos años de trabajos forzados.

Sólo se volvieron a ver una vez más, en 1875 a la salida de Verlaine de la cárcel. Para entonces ya estaban acabados. Aquella noche la pasaron de farra trincándose una borrachera antológica y una formidable pelea a puñetazos que resolvió finalmente el caos de su angustiosa relación.

El final de sus vidas se ha escrito muchas veces. Merecerían formar parte de una gloriosa antología de la decadencia de las celebridades.

Arthur Rimbaud renunció a la poesía y no volvió a escribir más. Se convirtió en uno de esos extraños seres siempre perseguidos por su destino, fue un aventurero y un hombre de acción. Así demostró una vez más que cada pocos años parecía cansarse de ser quien era. Murió a los treinta y siete años de edad y con una sola pierna, entre tremendos dolores, como consecuencia de un tumor de hueso que se le declaró en la rodilla y avanzó por todo el cuerpo velozmente.

Paul Verlaine conoció la degradación progresiva de su talento y su persona. Murió completamente sólo a los cincuenta y dos años de edad, sifilítico, borracho y arruinado.

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No se puede negar que entre ambos se dio una unión que no solamente fue producto de la poseía, sus escritos, sino que remanifestaron los sentimientos, en donde el homosexualismo fue determinante en sus relaciones.

Se sabe como lo indica ociojoven.com Si bien Rimbaud era el que mas hacia sufrir a Verlaine(este estaba casado..y desgraciadamente muchas veces pagaba su mal humor golpeando a su mujer)...Verlaine..También hacia sufrir a Rimbaud, cuando decidía acabar con el y volver con su esposa Ambos vivieron una pasión que prácticamente les consumió a ellos y a la familia de Verlaine..Ya que Rimbaud apenas si tenia relación con su familia

Se dice que todos odiaban a Rimbaud por sus malos modos y su falta de higiene, hecho sorprendente porque por el otro lado era lo que mas gustaba a Verlaine, de su amante, esa desfachatez y falta de pudor.

Se ha escrito de esta unión que el amor entre ambos poetas se consolidó cuando escaparon hacia Londres en 1872, luego de que su relación escandalizara a la sociedad francesa. Rimbaud tenía sólo 17 años de edad, mientras que Verlaine se encontraba casado y ya tenía hijos. Una vez instalados en la vivienda, los bardos desarrollaron varios de sus versos más reconocidos. Rimbaud comenzó allí con sus obras “Una temporada en el infierno” e “Iluminaciones”, mientras que Verlaine hizo lo propio con sus “Romanzas sin palabras”.

Sin embargo, la relación se tornó enfermiza y rozó la tragedia: luego de una borrachera y en medio de un ataque de celos, Verlaine disparó contra Rimbaud y lo hirió en una muñeca, luego de haberlo seguido hasta Bélgica. El atacante sería encarcelado en Mons y posteriormente se convirtió al catolicismo, en un intento por terminar con sus adicciones. Rimbaud, por su parte, abandonó en forma prematura la poesía para volcarse al tráfico de armas y marfil.

historiasybiografias.wordpress.com, aporta al respecto, que cuando recibió El barco ebrio, Verlaine, fascinado por lo leído, invitó inmediatamente al desconocido autor del poema a visitarlo a París. Entonces, a mediados de agosto 1871, el poeta de 26 años ya contaba con prestigio en el mundo poético, y estaba casado con la adolescente Mathilde Mauté, con quien pronto tendría un hijo.
Paul Verlaine nació el 30 de marzo de 1844 en Metz, al este de Francia. A diferencia de otros personajes célebres, tuvo una infancia feliz, a la cual siempre añoró por los alegres veranos pasados a las orillas del río Semois, en Bouillon, Bélgica, hogar de su familia paterna. A esta etapa de su vida dedicó una serie de poemas que evidencian su nostalgia por los años mejores, ésos llenos de coloridos paisajes, a los que volvió cuando en 1873 fue perseguido por la policía al haber participado en la insurrección de la Comuna.

Su amigo de adolescencia, François Coppée, escribió lo siguiente sobre la personalidad de Verlaine: “Siempre fue un niño. ¿Hay que compadecerlo por eso?… Es tan amargo el hecho de hacerse hombre y prudente, dejar de correr por los caminos de la fantasía por miedo a caer (…). ¡Dichoso el que da crueles caídas y se levanta llorando para olvidar en el acto el accidente y el dolor, abre otra vez los ojos llenos de lágrimas, los ojos ávidos y encantados a la naturaleza y a la vida!”. Dicen que su poesía melancólica se inició cuando se enamoró, sin ser correspondido, de su prima Elisa Moncomble. La tristeza de esa decepción lo llevó de una vida tranquila entre los campos y la lectura de Baudelaire a una de cabarets y alcohol. En los cafés parisinos, escribió versos y se comenzó a relacionar con los poetas parnasianos.

Nos agrega historiasybiografias.wordpress.com que siempre se ha destacado en la poesía de Verlaine la musicalidad de su verso impar, es por eso que es mejor leerlo en su idioma original; palabras como luna, nieve, viento y lluvia son los símbolos sutiles que en un principio aparecen constantemente en la creación de su delicada alma. A partir de 1871, su existencia se trastornó, comenzó, más que nunca, a ir de un extremo a otro, de lo claro a lo oscuro… de caer a querer levantarse, haciendo de la segunda parte de su obra el reflejo de un errático y agitado camino.

Por su parte con respecto a Rimbaud, se ha escrito que al momento de ser invitado por Verlaine a su casa de París, luego de que él le enviara el poema El barco ebrio, Rimbaud era un genial y rebelde adolescente que había intentado llegar antes a la capital de Francia, sin mayor éxito, y ya mantenía correspondencia con Paul Demeny y Banville. Nació el 20 de octubre de 1854, -en Charleville, región francesa de las Ardenas-, en una familia encabezada por Vitalie Cuif, una madre severa y ultrareligiosa que tempranamente había sido abandonada por su marido al partir a la guerra de Crimea. Siempre fue un niño precoz que comenzó a escribir versos a la edad de diez años. En 1869, Rimbaud obtuvo por Yugurtha el primer premio en el Concurso de versos latinos, debido a este hecho, la revista Le Montieur de l’Enseignement Secondaire publicó aquél y otros dos temas del novel poeta, Vererat y El ángel y el niño; también, la Revue pur Tous incluyó sus versos franceses, con el nombre de Los aguinaldos de los huérfanos.

Nos agrega además historiasybiografias.wordpress.com, que cuando el imberbe muchacho de ojos azules y pelo despeinado llegó a la casa de los suegros del poeta Verlaine, a mediados de septiembre de 1871, desde el primer momento comenzó a alterar su normal vida burguesa. Los malos modales del invitado desencajaron y éste se aburrió en la formalidad, por lo que rápidamente decidió albergarse en otros lugares.

A pesar de que el creador de Antaño y hogaño llevaba un agradable matrimonio con la joven Mathilde Mauté de Fleurville, no tardó mucho en prendarse de la personalidad y la valentía de Rimbaud. Pronto comenzaron a participar en juergas y borracheras alentadas por hierbas, ingredientes infaltable en la travesía.

En 1872 ya formaban una pareja y sus continuos escándalos que llegaron al conocimiento de Mathilde, hicieron que ella comenzara con recriminaciones a las que Verlaine respondió en varias oportunidades con demostraciones de violencia -incluso contra su hijo que llevaba poco de nacido- que fueron avivadas por su abusivo consumo de alcohol.

Las querellas con Mauté, alejaron en primera instancia a Rimbaud, quien se volvió a Charleville, provocando el llamado suplicante de Verlaine. Al poco tiempo, Jean Arthur decidió irse a Bélgica, seguido por su amante desesperado, quien abandonó a su mujer enferma. Así, la infernal pareja emprendió un rumbo errante por caminos de amor y desenfado, de ira y desenfreno, de contradicción y desencanto. El “Príncipe de los poetas” -como lo nombraron sus colegas en 1894- y el “Ladrón de fuego y suelas de viento” -como lo llamó el propio Verlaine por la frase de la Carta del vidente y por su espíritu libre- se marcharon a vivir su idilio.

El primer obstáculo estuvo en el puesto fronterizo de Arras, desde donde fueron devueltos a París, pero insistieron y llegaron a Bélgica a través de las Ardenas. En tanto, la esposa de Paul Verlaine lo localizó y convenció de regresar, éste accedió, pero en la frontera se arrepintió y bajó del tren para correr junto a Rimbaud. Luego de eso, viajaron a Inglaterra, donde estudiaron inglés y dieron clases de francés, mientras Jean Arthur continúo con sus Iluminaciones, empezadas a escribir hace un tiempo.

Dos meses después, Mathilde Mauté inició el proceso de separación judicial y Rimbaud abandonó Londres para ir a una residencia heredada de su madre en Roche. En 1873, Paul enfermó y su amigo volvió rápidamente a su lado para dejarlo pronto y regresar a Roche, donde comenzó con Temporada en el infierno.

En 1875, Verlaine intentó entenderse nuevamente con Rimbaud, pero el encuentro terminó con golpes e insultos en las calles de Stuttgart. Atrás habían quedado los días de bohemia y agitación, retando a los comentarios de la sociedad y de los círculos intelectuales que se asombraban al ver u oír hablar sobre los espectáculos de la pareja de “sodomitas” (aún no se usaba el término “homosexual”). Se cuenta que en un diario apareció escrito con ironía que “es frecuente ver a Verlaine cenando con la señorita Rimbaut”, ante lo cual Rimbaud comentó que no le había molestado la frase, pero lo que sí le disgustaba mucho es que hayan escrito su apellido con “t” y en vez de “d”.

Es que “el niño terrible” de la poesía, nunca tuvo miedo, siempre desafió a la vida. Su insensibilidad, su indiferencia, su amoralidad lo liberó de cualquier atadura. Él mismo afirmo: “la causa de mi superioridad es que no tengo corazón”.

El 8 de enero de 1896, consumido por la cirrosis, la gastritis, la ictericia y el reumatismo, y luego de pasar por hospitales, cárceles y habitaciones de alquiler, Verlaine murió en París, a la edad de 52 años. El 10 de noviembre de 1891, a los 37 años, como siempre precoz, la vida de Rimbaud llegó a su fin después de amputársele una pierna para salvar, inútilmente, un cáncer ya avanzado.


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Raimbaud.
Poeta francés de la escuela simbolista. Nació y estudió en Charleville, en el departamento de Ardennes. Dió muestras de una gran precocidad intelectual y comenzó a escribir versos a los 10 años. A los 17 escribió un poema sorprendentemente original, El barco borracho (1871), y se lo llevó al poeta Paul Verlaine. Su obra está profundamente influida por Baudelaire, por sus lecturas sobre ocultismo y por su preocupación religiosa. Su exploración sobre el subconsciente individual y su experimentación con el ritmo y las palabras, que emplea únicamente por su valor evocativo, marcaron el tono del movimiento simbolista (decadente) e impresionaron tanto a Verlaine que animó al joven poeta a trasladarse a París. Se inició entre ellos una amistad que se transformó en una tormentosa e inestable relación que duró de 1872 a 1873. Viajaron juntos por Inglaterra y Bélgica. En este último país, Verlaine, intentó en dos ocasiones matar al joven poeta por sus infidelidades, y éste resultó gravemente herido en el segundo intento: Rimbaud acabó en el hospital y Verlaine en la cárcel. Rimbaud ofrece un relato alegórico sobre este asunto en Una temporada en el infierno (1873).

A la salida del hospital viajó por Europa, se dedicó al comercio en el Norte de Africa y residió en Harar y Shoa, en la Abisinia central. Verlaine, convencido de que Rimbaud había muerto, recopiló sus poemas en Iluminaciones (1886). Esta obra contiene el famoso Soneto de las vocales, en el que a cada una de las cinco vocales se le asigna un color. En 1891 Rimbaud regresó a Francia para ser tratado de un tumor en la rodilla, a consecuencia del cual murió en el hospital de Marsella en noviembre de ese mismo año. La fuerza de sus poemas escritos entre los 10 y los 20 años le hace figurar entre los más originales poetas franceses de todos los tiempos y ha ejercido una profunda influencia en toda la poesía posterior a él.


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(Éste es de JAVIER MARÍAS, en sus 'Vidas escritas').

La relación de Rimbaud con Verlaine fue una sucesión de incidentes, con Mathilde en medio o al lado demasiadas veces. Verlaine necesitaba a ambos y a ninguno de ellos le era posible prescindir de él completamente, pese a su brutalidad (con ella) y sensiblería (con él), una mezcla insoportable. A título de ejemplo de lo primero, cabe mencionar que cuando Verlaine llegaba ebrio tenía la obsesión de prender fuego al armario en que su suegro guardaba la munición para la caza y que estaba contiguo a la alcoba de Mathilde. En una ocasión la amenaza del fuego sobre su cabeza fue más directa: "¡Te voy a quemar el pelo!", le dijo con una cerilla encendida en la mano. Al parecer el fósforo se apagó antes de que pudieran arder más que unos mechones. También le puso un cuchillo en la garganta, otro día le llegó a hacer cortes en las manos y en las muñecas. Rimbaud compartía con él la afición a las incisiones, sólo que le hacía su víctima: una noche le dijo en el Café du Rat Mort: "Extiende las manos sobre la mesa; quiero hacer un experimento". Verlaine se las ofreció confiado. Rimbaud sacó una navaja y se las rajó varias veces. Verlaine abandonó el café indignado, pero Rimbaud lo persiguió y volvió a pincharle. Del mismo modo que Verlaine hería e insultaba a Mathilde, Rimbaud insultaba y hería a Verlaine, pero nadie se iba del todo. La violencia se vio coronada por los famosos disparos del revólver de Verlaine en Bruselas. Falló dos, el tercero alcanzó a Rimbaud en la muñeca. La cosa no habría tenido trascendencia de no ser porque tan sólo unas horas más tarde, camino de la estación desde la que Rimbaud pensaba regresar solo a París, Verlaine, en presencia de su propia madre, que los acompañaba insensatamente, de nuevo perdió los estribos y esgrimió el arma que incomprensiblemente nadie le había confiscado. Ante el temor de que esta vez no fallara, Rimbaud pidió auxilio a la policía, y de este gesto natural de cobardía resultó la condena del yerno de los Mauté de Fleurville a dos años de trabajos forzados, pese a que Rimbaud, demasiado tarde, quiso retirar la denuncia. Al menos lograron que la acusación pasara de "intento de asesinato" a meras "lesiones". Con todo, parece una ironía que en una carta de Rimbaud a Verlaine poco antes de este episodio, aquél le dijera a éste: "Sólo conmigo puedes ser libre".

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