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domingo, septiembre 30

Comprobado, las penas rompen el corazón


(Un texto de Paul Klammer en el XLSemanal del 22 de octubre de 2017)

Una nueva disciplina, la psicocardiología, demuestra de manera científica cómo las emociones influyen en el sistema cardiovascular, explica cómo un disgusto puede “literalmente” partirnos el corazón y concluye que los amigos son la mejor medicina para evitar los infartos. 

La psicocardiología confirma la existencia de una relación muy estrecha entre el corazón y la mente. Está probado científicamente cómo las depresiones pueden dañar el corazón y, a la inversa, cómo un corazón enfermo puede sumir a las personas en una crisis psicológica.

Que el corazón y la mente van de la mano es algo que él ser humano ha sabido de manera intuitiva desde hace mucho tiempo. Ya Aristóteles situaba en la caja torácica la fuente del sufrimiento y de la alegría. Ahora, los científicos están en condiciones de describir cómo el amor y la tristeza, la pasión y la frustración dejan su impronta en nuestro sistema circulatorio.

El corazón, el único órgano cuya actividad podemos percibir en todo momento, late al ritmo de nuestros sentimientos. Basta con ver la foto de nuestra pareja para que empiece a golpear desbocado. El pulso se acelera en apenas cuatro segundos, según han demostrado investigaciones de psicólogos españoles. La proximidad física, por su parte, libera oxitocina, reduce la presión arterial y mitiga la ansiedad.

Alegría, miedo o rabia hacen que entre en acción el llamado 'sistema simpático', que es el que lleva al corazón a latir más rápido y con más fuerza. La relajación y la sensación de seguridad, por el contrario, refuerzan 'el efecto del sistema parasimpático, que actúa sobre el corazón con un efecto tranquilizador.

En caso de peligro, el cerebro envía una señal a las glándulas suprarrenales, encargadas de segregar, entre otras sustancias, la adrenalina. Esta hormona llega al corazón a través de los vasos sanguíneos y actúa como un estimulante. El cerebro percibe el grado de esfuerzo al que está sometido en cada instante el corazón a través de receptores de presión situados en la aorta y en otros vasos importantes.

Hay pacientes infartados en los que no se encontraron, en análisis posteriores, arterias obstruidas ni válvulas defectuosas o trastornos en los tejidos vasculares. Los médicos buscan las causas en el ámbito psicológico y emocional de esos pacientes.

El corazón puede reaccionar de una forma dramática cuando perdemos al compañero sentimental o a un pariente cercano. Puede romperse, casi en un sentido literal. Los primeros en describir este fenómeno fueron unos médicos japoneses a comienzos de los años noventa. Estaban investigando a pacientes ingresados con las señales típicas de un infarto, como falta de aire, dolor pectoral y alteraciones en el electrocardiograma, pero que no presentaban estrechamiento de los vasos coronarios. Comprobaron, sin embargo, que el corazón presentaba un estrechamiento en la parte media y un abultamiento en la inferior. Médicos de todo el mundo empezaron a diagnosticar este cuadro, especialmente frecuente en mujeres tras la menopausia y sobre todo en aquellas que habían perdido a sus parejas de toda la vida. Por eso, los cardiólogos llaman a este fenómeno ‘síndrome del corazón roto’.

No siempre las alteraciones llegan con los disgustos. Experiencias alegres, como ganar la lotería o una fiesta sorpresa, también pueden provocar un pseudoinfarto. Peligroso puede ser igualmente un exceso de pasión o una carga excesiva de trabajo. En Japón existe una palabra para este fenómeno: karoshi. Allí, muchos cientos de personas mueren cada año después de haber tenido que trabajar repetidamente 24 horas seguidas.

Hay otros factores. Un estudio del Helmholtz Zentrum de Múnich ha probado que un 15 por ciento de las muertes por problemas cardiovasculares están relacionadas con la depresión. Y en los hombres, el sufrimiento psicológico aumenta el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular en la misma medida que lo hacen el colesterol alto o el sobrepeso.

Durante una depresión, los sistemas nervioso y hormonal se encuentran en un estado de alarma prolongado. Los valores sanguíneos se alteran y aumentan marcadores inflamatorios. Este cóctel provoca un estrechamiento de los vasos sanguíneos.

Las preocupaciones también pesan en el corazón. Las personas para las que el trabajo es una fuente de estrés pueden ver aumentado su riesgo de sufrir un infarto cardiaco o una embolia en un 40 por ciento, mientras que, en el caso de la depresión, ese valor se dispara hasta el 70 por ciento.

Los científicos creen que las personas especialmente propensas a sufrir un infarto son aquellas que no saben decir que no en situaciones de sobreexigencia, además de aquellas con tendencia a enfadarse fácilmente o que se muestran hostiles en su trato con los demás. Al mismo tiempo piensan que cualquier cambio positivo en la psique mejora el estado físico. Mente sana, corazón sano.

SECUELAS DEL INFARTO. A menudo lo que también se cumple es el proceso inverso: corazón enfermo, mente enferma. «Una enfermedad cardiaca suele generar inseguridad y ansiedad en los pacientes», dice Hilka Gunold, directora del Departamento de Psicocardiología en el Centro Cardiaco de Leipzig. «Se pierde esa confianza intrínseca en que el cuerpo va a seguir funcionando como siempre», confirma Christoph Hermann-Lingen, director del Departamento de Medicina Psicosomática y Psicoterapia en la Universidad de Gotinga. «No es raro que a un infarto de miocardio le siga un infarto del yo», añade. Al menos uno de cada cinco afectados desarrolla una depresión o un trastorno por ansiedad que precisa tratamiento.

Muchos psicólogos y cardiólogos apuestan por mantener unas buenas relaciones sociales como mejor medicina para tener un corazón sano y feliz. Varios estudios han demostrado que el apoyo de la pareja o de un familiar y el contacto con amigos prolongan la vida. Las personas a las que les abrimos nuestro corazón se acaban convirtiendo en su mejor protección.

UNA MIRADA OBJETIVA
Leonardo da Vinci fue uno de los primeros en observar  sin tabús la anatomía de nuestro corazón. En sus dibujos, el artista recogió todos los detalles, incluidas las arterias coronarias y las válvulas cardiacas. Para sus estudios anatómicos realizó en torno a 30 disecciones, hecho que solo se conoció tras la muerte de Da Vinci.

Así mantiene sanos su corazón y su mente

PRACTIQUE LA RELAJACIÓN
La técnica reducción del estrés basada en la conciencia plena (MBSR en sus siglas inglesas) ayuda a combatir la presión. Tras un entrenamiento de varias semanas controlará su atención de forma selectiva. Estos ejercicios son eficaces contra la ansiedad y la depresión.  

ALIMENTO PARA EL CUERPO Y EL ALMA
Estudios han demostrado que la dieta mediterránea reduce el riesgo de infarto o embolia. Además, concluyen que la alimentación influye en el estado de ánimo. Por ejemplo, hay indicios de que la dieta mediterránea aumenta la sensación de satisfacción y la atención.

ADAPTE EL RITMO DIARIO
Si va a la cama más tarde de lo que deberla, intente variar su ritmo diario. Para ello, expóngase desde temprano lo más posible a la luz solar y, por la tarde, apague lo más pronto que pueda las luces intensas, así como el televisor Y los monitores leds (sí, también el Smartphone).

PAUSAS REPARADORAS
Haga pausas para reflexionar sobre sus deseos y objetivos. La búsqueda de un sentido a lo que se hace no es palabrería. Reserve un espacio en su vida para hacer algo que le llene, como una actividad artística. Las personas que cuentan con esos oasis reparadores resisten mejor las cargas.

DUERMA MEJOR
La falta crónica de sueño eleva el riesgo cardiovascular. Conteste: ¿necesita el despertador para levantarse? ¿Precisa café u otros estimulantes? ¿Los días libres duerme mucho más que los laborables? Si ha respondido con tres síes, duerme usted muy poco.  Relaciones sanas a protección más eficaz para el corazón y la mente son unas relaciones afectuosas. Los que mantienen una amplia red de relaciones sociales (pareja, familia o amigos), aunque no se cuiden mucho, viven de media más tiempo que los solitarios que comen sano, hacen deporte y no fuman.

RELACIONES SANAS
La protección más eficaz para el corazón y la mente son unas relaciones afectuosas. Los que mantienen una amplia red de relaciones sociales (pareja, familia o amigos), aunque no se cuiden mucho, viven de media más tiempo que los solitarios que comen sano, hacen deporte y no fuman.
 
APAGUE SU ESTRÉS
Con métodos de la terapia cognitiva conductual, la terapia antiestrés ayuda a identificar los desencadenantes de la angustia y los patrones de conducta perjudiciales. Los participantes aprenden a retomar el control de su vida y gestionan mejor sus sentimientos negativos.
 
MÚSICA PARA EL CORAZÓN
Las melodías actúan sobre el cerebro; pueden ralentizar el pulso y también acelerarlo. por tanto albergan el potencial tanto de reducir la tensión arterial como los valores en sangre de la hormona del estrés. La música clásica es especialmente beneficiosa.

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