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sábado, febrero 13

¿De donde viene la expresión "Ojo a la virulé"?

 (Leído en https://fraseomania.blogspot.com en mayo de 2015)

En tiempos pasados, la moda de usar préstamos franceses era considerada esnob -cool diríamos ahora-, igual que hoy ocurre con el inglés. Sobre todo durante los siglos XVIII y XIX la penetración de galicismos fue muy abundante en nuestro país. Con toda probabilidad, por entonces debió de acuñarse la expresión ‘tener un ojo a la virulé’, en alusión a quien, tras haber recibido un golpe, muestra su ojo rodeado por un redondel negro o amoratado.

La explicación que da el Diccionario de la Real Academia a ‘virulé’ es que deriva de bas roulé, es decir baja y enrollada, aludiendo a la forma en que llevaban los hombres las medias plegadas en su parte superior, antigua moda francesa del XVII, que luego pasaría a considerarse como una costumbre propia de gente descuidada y poco pulcra, y de ahí a algo estropeado, torcido o en mal estado, y, por raro que parezca, también a alguien chiflado. De bas roulé, por tanto, debería habernos llegado la expresión tener el ojo a la virulé y, otra mucho menos usada, la corbata a la virulé, es decir, mal anudada, que, aunque podría guardar relación con la media enrollada, poco tiene que ver con un ojo amoratado.

Hasta aquí lo que dicen la Real Academia y la mayor parte de las fuentes consultadas, que la siguen a pies juntillas. Otros autores extienden esta expresión a lo que se hace desordenadamente (Todo lo haces a la virulé, sin pensar, y claro, así te salen las cosas). De moda estrafalaria, pasaría a designar aquello que se hace de mala manera o de forma atolondrada y de ahí a tener un ojo morado, acuñando el dicho ‘ojo a la virulé’, que es, sin duda, el que mayor éxito ha cosechado entre los hispanohablantes.

Sin embargo, esta etimología no resulta convincente para algún avispado investigador, ante la evidencia de que a veces la Academia se ‘columpia’ en determinados casos que, como el que nos ocupa, no están tan claros como parece. De hecho, en francés bas roulé sólo se aplica a la manera de enrollarse las medias a la pierna y no significa otra cosa que eso mismo. Resulta sospechoso que de ahí pasara en España a designar un ‘ojo a la funerala’, sin otra explicación más convincente y faltando conocer los pasos dados hasta llegar a su significado actual. Por otro lado, tener un ‘ojo a la virulé’ en francés se dice un oeil au beurre noire (un ojo como la mantequilla negra), que nada tiene que ver con la versión española.

Surge entonces ante nosotros otra vía etimológica que no deja de resultar bastante convincente, y que, además, conserva la letra /v/ en la ortografía del término original. Se trata de la voz francesa virole (del latín viria/viriola, brazalete, voz de origen celta), que ha dado en español el tecnicismo ‘virola’. El Diccionario de la Real Academia define ‘virola’ como «abrazadera de metal que se pone por remate o por adorno en algunos instrumentos, como las navajas, las espadas, etc». Y, por extensión, «anillo ancho de hierro que se pone en la extremidad de la garrocha de los vaqueros para que la púa no pueda penetrar en la piel del toro más que lo necesario para avivarlo sin maltratarlo». Los aficionados a la numismática saben que ‘virola’ es, igualmente, el troquel de collar, un anillo que acero que sujeta al cospel (disco de metal) para que no se mueva cuando se acuña una moneda y, por extensión, el aro que sujeta a las monedas para ser colgadas. Por su parte, los heraldistas aplican este mismo término al círculo que rodea la boquilla o la campana de los cuernos o trompas que figuran en los blasones, como simple adorno o para resaltar el apellido que llevaba en su escudo esta figura. Comprobamos, así, que en todas estas acepciones hay un elemento común, la forma circular, que es la misma que presenta un ojo amoratado.

Es muy probable que en la terminología heráldica pueda estribar el origen de este dicho, aplicado al 
‘ojo a la funerala’
, ya que en francés virole significa lo mismo que ‘virola’ en español. Así, un cor virolé sería el cuerno sujeto por un cordón en forma de virola, y pudiera haber ocurrido que, en tono jocoso o de burla, esta misma virola sea la que algún afrancesado compatriota aplicara al hematoma orbicular del ojo traumatizado, usando la metáfora del oeil virolé, que derivaría en el ojo a la virulé que hoy conocemos.

Como vemos, se trata de una evolución semántica y ortográficamente convincente y algo más lógica que la explicación del bas roulé, la media enrollada, que ofrece la Real Academia de la Lengua. Nosotros, con todo el respeto que nos merece la centenaria institución, al menos, le otorgamos suficiente crédito, aunque no esté probada su veracidad, ni quizás llegue a estarlo nunca.

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