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jueves, agosto 26

Mussolini y sus 600 amantes

 (Un texto de Fátima Uribarri en el XLSemanal del 19 de abril de 2020)

Burguesas, socialistas, periodistas, pianistas, aristócratas… incluso princesas. Todo tipo de mujeres cayeron en sus brazos. Se dice que se acostó con 600. Una de ellas, Clara Petacci, quiso morir con él y la fusilaron a su lado. 

Las muchachas pasaban a la Sala Mapamundi del palacio Venecia, en Roma. Al rato, entraba Benito Mussolini y, casi de inmediato, vestido y con las botas puestas, tenía sexo con ellas sobre la alfombra o sobre la mesa. Si eran repetidoras, entonces, como deferencia, el secretario del Duce las hacía pasar a la Sala del Zodíaco, decorada de una forma más ‘romántica’ que la del Mapamundi.

Todos los días llegaban chicas al palacio para acostarse con quien fue el Presidente del Consejo de Ministros Reales de Italia desde 1922 hasta 1943 y luego Duce -guía- de la República Social Italiana hasta su ejecución, en 1945. «Eran actos de naturaleza conejil, que duraban pocos minutos, pero ellas se sentían orgullosas de haber sido tocadas por él», cuenta Rosa Montero en su libro Dictadoras. Las mujeres de los hombres más despiadados de la Historia (Lumen).

Estas chicas habían escrito cartas de amor al Duce que se respondían con citas. Su secretario, Quinto Navarra, gestionaba el ‘tráfico’ femenino del palacio. Mussolini fue un mujeriego irredento. Algunas fuentes cifran en 600 sus conquistas. Él mismo alardeaba de ello diciendo que a menudo se acostaba con cuatro al día.

Explica Antonio Scurati, autor de M. El hijo del siglo (Alfaguara) -una colosal biografía novelada del Duce- que ya los informantes policiales que lo vigilaban en 1919, antes de que se convirtiera en el dictador de la Italia fascista, advertían de que era un hombre cautivador, persuasivo, seductor, «ambicioso y tenaz en sus odios y enemistades» y que podría «convertirse en un caudillo, un matón temible».

Acertaban esos informes: Benito Mussolini, el hijo de un herrero socialista que lo bautizó así en honor al revolucionario mexicano Benito Juárez, fue un tipo violento y arrogante; dueño de un enorme magnetismo; un campeón del oportunismo que cambió de bando (primero fue socialista) y de ideas (fue pacifista y después belicista). Se convirtió en un terrible dictador que se alió con Hitler en la Segunda Guerra Mundial; eliminó a sus rivales políticos; hizo una guerra brutal en Etiopía y Somalia; aprobó leyes que llevaron a los judíos italianos a la muerte…

Hijos ilegítimos

En su camino al poder hechizó a muchos hombres y mujeres. En sus aventuras amorosas hay pocas excepciones. Las prefería jóvenes y burguesas, pero en sus brazos cayeron señoras de todo tipo: socialistas, fascistas, británicas, burguesas, aristócratas… incluso una princesa figura entre sus conquistas.

La ucraniana Angélica Balabanova fue una de sus primeras novias: conoció a Mussolini cuando él era socialista, revolucionario furibundo, anticlerical y anticapitalista. También era socialista Fernanda Oss Facchinelli. Con ella tuvo Mussolini un hijo que murió de bebé. Tuvo otro con Ida Dalser, Benito Albino, nacido en 1915, el año que se casó con Rachele Guidi, con la que ya tenía una hija, Edda.

Ida llevó mal el abandono. Mientras él se hacía un hueco en la política, Ida lo atosigaba, se reivindicaba como su primera esposa, pedía atención para su hijo… Ida acabó en un manicomio.

Rachele, la mujer oficial, es una figura singular. Era la hija de una viuda que se emparejó con el padre de Mussolini, también viudo. Así que Rachele era su hermanastra: la familia desaprobaba el noviazgo. Eso fue un aliciente para Mussolini. Dicen que empuñó una pistola para convencer a su padre de consentir ese matrimonio. Lo consiguió. Y ya casado, continuó sus conquistas.

Rachele fue la legítima, la mamma de sus cinco hijos: Edda, Vittorio, Bruno, Romano (que se casó con la hermana de Sophia Loren) y Anna Maria. No fue Rachele una esposa llorosa que se compadecía en casa mientras Mussolini encadenaba una mujer tras otra. No, Rachele era una mujer dura, que compartía ideología con su marido y que fue inmisericorde cuando condenaron a muerte a su yerno, Gian Galeazzo Ciano, por haber apoyado, en 1943, la destitución de Mussolini. Su hija Edda decía que el verdadero dictador de la familia era ella.

Claro que Rachele supo de los amoríos de su marido, pero lo soportaba; aunque, eso sí, le exigía el cumplimiento del débito conyugal y él cumplía. Se cuenta que cuando Mussolini se acostaba con su mujer, luego le decía a su amante Clara Petacci «hoy he pagado el tributo»; y la Petacci, que es su amante más conocida, la última, la que eligió morir con él, se ponía furiosa. Clara fue, según Rosa Montero, «la amante total». Ella y Margherita Sarfatti fueron las que más le dolieron a Rachele.
Margherita Sarfatti lo conoció cuando Mussolini era «un revolucionario salvaje llegado de provincias», dice Antonio Scurati. Ella, sin embargo, era la esposa del abogado Sarfatti, cultísima, rica, refinada crítica de arte, mecenas de las vanguardias. Cuenta el biógrafo cómo la gran dama instruyó y pulió al tosco Mussolini: «Amaestrando el uso de subjuntivos, poniendo una flor en el ojal de trajes de buen corte para su hombre, ella también se prepara para hacer historia». Margherita, que se codeó con Colette, Ezra Pound o George Bernard Shaw, también escribió sus discursos. Fue una de sus amantes más duraderas. A ella le disgustó el colonialismo feroz de Mussolini y en 1938, debido a las leyes antisemitas, se tuvo que exiliar. Fue de las pocas mujeres a las que Mussolini escuchó.

Por supuesto, la compatibilizó con otras. Como Bianca Ceccato, ‘la chiquitina’, de 19 años «que se empeñaba en jugar a los novios», dice Scurati. Hubo tantas… Romilda Ruspi tuvo un hijo suyo y llegó a convivir con él. Con Alice de Fonseca -casada, igual que Ruspi- tuvo dos hijos. También estuvieron con él Leda Rafanello, Angela Curti, Angela Benito. madre de una hija de Mussolini, Elena, nacida en 1922, el año de la marcha sobre Roma, del triunfo fascista en Italia.

Hay más. Ada Negri, poeta 13 años mayor que él; la guapa Cornelia Tanzi, Olga Medici del Vascello, Elisa Lombardi… Hasta María José Sajonia-Coburgo-Gotha, la hija de Alberto I de Bélgica y mujer del príncipe Umberto, el heredero de Victor Manuel de Saboya III, el rey de Italia. También ella tuvo, al parecer, un affaire con Mussolini.

Cuando Clara Petacci llegó hasta Mussolini no le resultó fácil conseguir una posición destacada con tanta competencia. Pero ella fue ganando casillas, apartando rivales. Conoció al Duce cuando ella tenía 20 años y él 49. Lo saludó en la calle, cuando el coche del dictador se paró en una rotonda. Luego le escribió y logró una audiencia. Fue un gran triunfo para una jovencita que tenía la habitación forrada de fotos y recortes de Mussolini. Era una fan obsesiva.

Clara Petacci, burguesa de familia fascista, hija de un médico del Vaticano, se separó de su marido, un teniente de aviación, y se fue colando en la vida del Duce con pertinaz insistencia. «Logró ahuyentar a las demás y convertirse en la principal», dice Rosa Montero.

Vivía para él. En sus diarios anotaba sus encuentros y no ocultaba su preocupación si Mussolini en la cama no había mostrado la fogosidad debida: ella entonces sospechaba que venía ya desfogado. Clara lo siguió cuando Italia quedó partida en dos en 1943. Victor Manuel III había destituido a Mussolini (a quien antes apoyó) y había firmado un armisticio con los aliados; desde el Sur ascendían las tropas aliadas. Al Duce lo apresaron. Pero un comando alemán lo liberó de su cautiverio en el Hotel Campo Imperatore, en los Apeninos.

En el Norte se fundó la República de Saló, un títere de Alemania. Hasta allí siguió Clara a su amante. Cuando Mussolini vio que los aliados estaban ya muy cerca huyó con un grupo de allegados, simulando ser diplomáticos españoles, pero los partisanos que los interceptaron reconocieron al Duce. Lo fusilaron el 28 de abril de 1945 -hace ya 75 años-, y a Clara con él: ella se negó a apartarse de su lado. Poco antes había escrito a su hermana Miriam. «Mi destino es el suyo. No lo abandonaré nunca».

Nota: Mussolini alardeaba de acostarse con hasta cuatro mujeres al día. En el libro ‘Dux, una biografía sexual de Mussolini’, de Roberto Olla, se dice que tomaba un afrodisíaco. Clara Petacci, burguesa de familia fascista, fue arrinconando al resto de conquistas de Mussolini para convertirse en la principal de sus amantes. Comenzó su romance con el Duce a los 20 años y se empeñó en morir con él.

Las mujeres de Mussolini

La legítima - Mussolini se casó con Rachele Guidi cuando ya tenían una hija. Ella sabía de sus infidelidades, pero las soportaba. Era una mujer dura y mandona.

Ida Dalser tuvo con él un hijo, Benito Albino. Llevó muy mal el abandono. Murió en un manicomio, en 1937.

La princesa - María José, hija de Alberto I de Bélgica, estaba casada con Umberto, hijo del rey Victor Manuel III de Italia. Se cree que tuvo un ‘affaire’ con el Duce.

‘La chiquitina’ - Bianca Ceccato tenía 19 años y era secretaria en el periódico ‘Il Popolo d’Italia’ cuando empezó con Mussolini. La llamaban ‘La chiquitina’.

La escritora - Mussolini y Ada Negri, poeta, 13 años mayor que él, se conocieron cuando ambos eran socialistas. Ella también abrazó el fascismo.

Su instructora - Margherita Sarfatti, cultísima, rica e intelectual, lo instruyó, le escribió discursos  y le enseño modales. Fue una de sus amantes más duraderas

Hasta la muerte - Clara Petacci vivía para él. Fue apartando rivales hasta conseguir una posición destacada. Mussolini fue fusilado el 28 de abril de 1945 y Clara con él. Se negó a apartarse de su lado.

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