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domingo, octubre 24

Un sioux en los altares

(Un artículo de Javier Muñoz en el Heraldo de Aragón del 28 de enero de 2018)

La Conferencia Episcopal de EE. UU. promueve ante el Vaticano la canonización de Alce Negro, guerrero y chamán dé la tribu lakota que combatió a Custer y que, tras abrazar el catolicismo, convirtió a 400 indígenas.

¿Puede el Vaticano elevar a los altares a un guerrero sioux lakota? ¿A uno que arrancó su primera cabellera cuando era adolescente, el día en que sioux y cheyenes aniquilaron varias compañías del Séptimo de Caballería comandadas por el general Custer (él incluido) en lo que comúnmente se conoce como la batalla de Little Bighorn (1876)? ¿A un hombre que ejecutaba las danzas indias como nadie y así se enroló en 1886 en el espectáculo ‘Buffalo Bill Wild West Show', llegando a actuar en el jubileo de la reina Victoria en Londres? ¿A un errabundo que aprendió inglés en el Reino Unido y luego recorrió Europa, visitando Italia, para acabar volviendo a sus tierras de Dakota del Sur?

En definitiva, ¿se puede ser un santo de la Iglesia católica habiendo sido uno de los legendarios caudillos de las Grandes Llanuras, de los cuales los más conocidos son Sitting Bull (Toro Sentado) y Crazy Horse (Caballo Loco)? La respuesta es sí; en teoría, es posible ser canonizado con un pasado, en este caso, de orgulloso jefe espiritual sioux que en 1890 fue herido de un disparo en el estómago en la masacre de Wounded Knee, último episodio de la resistencia india, en el que intentó, esta vez provisto de un bastón sagrado, proteger a mujeres y niños del fuego del Séptimo de Caballería.

A esa conclusión ha llegado la Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, siglas en inglés), que en una sesión celebrada en Baltimore a finales [de 2017] acordó iniciar en el Vaticano los trámites para reconocer como santo a Black Elk (Alee Negro), un chamán que, en 1904, después de las guerras indias, abrazó el catolicismo y convirtió él mismo a 400 sioux.

Fallecido en 1950 casi a la edad de 90 años, la fascinante biografía de este hombre, recordada por Thomas Saintourens en 'Le Monde', arranca hacia 1860 región donde se encuentra el Parque Nacional Black Hills (Dakota del Sur), a seis kilómetros del Monte Rushmore, en el que están talladas las gigantescas efigies de cuatro presidentes de Estados Unidos (George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Theodore Roosevelt). Alce Negro tenía entonces 9 años y estaba enfermo en el tipi (la tienda) de su familia cuando se apoderó de él una visión que lo vinculó con el corazón de la Tierra, y luego sintió que se elevaba para trabar contacto con los espíritus en la cumbre más alta del territorio, una montaña de 2.207 metros.

Más de siglo y medio después, un sobrino lejano de Alce Negro, un jubilado de la Guardia Nacional llamado Bill White, coordina la investigación abierta para canonizar a aquel antepasado que recibió el nombre cristiano de Nicolás cuando lo bautizaron. Fue al año siguiente de la muerte de su esposa en 1903, uno más de los reveses que tuvo que sufrir a lo largo de su vida (después perdió a sus cuatro hijos).

Los biógrafos del chamán coinciden en que el desencadenante de la conversión fue un sacerdote jesuita -una orden históricamente receptiva a las tradiciones indígenas- que pidió a Alce Negro que no ejecutara un ritual sanador. A partir de ahí, este se convirtió en infatigable y devoto catequista. De su influjo ha quedado un rasgo inconfundible en las misas indias. En la iglesia de Nuestra Señora de los Sioux, en Pine Ridge, donde en las navidades de 1890 los últimos resistentes indios se concentraron para bailar la danza de los espíritus antes de la tragedia de Wounded Knee, los tambores suenan tres veces al llegar el momento de la Eucaristía. Y el monte que aparece en la visión que tuvo Alce Negro de niño, que antes tenía el nombre del general Harney, que mató a 86 sioux en 1855, hoy se llama oficialmente Black Elk.

Los descendientes y seguidores del chamán están preparando un informe con documentos acerca de él y rastrean textos suyos aún desconocidos. De esa manera resucitan, poniendo el énfasis en el catolicismo, una historia que se convirtió en éxito editorial en los años sesenta, cuando se publicaron los pensamientos chamánicos de Alce Negro tal y como este se los había contado al antropólogo John J. Neihardt, un testimonió qué llamó la atención del psiquiatra Carl Jung.

En 2018, el caso del Alce Negro, camino de transformarse en un expediente de canonización, [tenía] de valedor al obispo Robert Dwayne Gruss, de la diócesis de Rapid City, ciudad de Dakota del Sur situada a unos 55 kilómetros del Monte Rushmore. El prelado ha reunido firmas para la causa de Alce Negro y confesó a `Le Monde' que le parece sencillamente fascinante ver las reacciones que produciría la defensa en la sede de San Pedro de la causa del curandero sioux, un hombre que podría llegar a ser un santo para los colonos blancos que oprimieron a su pueblo y que se acercó a la religión católica a pesar de todas las barbaridades infligidas por los cristianos a los pieles rojas.

Gruss, que antes de hacerse sacerdote fue piloto de líneas aéreas comerciales e instructor de vuelo, cree que ese último argumento y su potencial para fomentar el diálogo entre culturas y creencias convencerán al Papa Francisco, que es jesuita. Porque no cabe duda de la intensidad de la sencilla imagen de un chamán católico que, en un ejemplo de sincretismo religioso, aparecía por las reservas indias con una chaqueta y mocasines de piel, y que atendía a enfermos (él mismo contrajo la tuberculosis) y velaba a los muertos.

Sin embargo, no todos los descendientes de Alce Negro son unánimes sobre la idea de hacerle santo. Unos temen el menoscabo que ello puede causar a la identidad india, de la que, después de todo, él fue un protector; pero otros están encantados y se remiten a la canonización en 2012 de la india mohawk Kateri Tekakwitha, del siglo XVII, aunque ella no fue una líder para su pueblo mientras que Alce Negro sí, y fue consciente de ello muy pronto. La conexión con los espíritus en su niñez fue para él un aviso de que, contra viento y marea, debía ser un guía de su tribu.

Al chamán sólo le faltaba algún milagro para empezar el proceso de santificación, y un archivero de la Universidad de Marquette (Wisconsin) asegura haberlo encontrado. Dice que cuando Black Elk/Nicolás murió, el 19 de agosto de 1950, y antes de que lo enterraran, el cielo se transformó como si se produjera una aurora boreal en verano y en el hemisferio norte y se llegaron a bloquear las comunicaciones de la Guerra de Corea.

Masacre de Wounded Knee

En 1890, la presión de los blancos trajo consigo un movimiento milenarista de resistencia indio cuyo líder era el paiute Wovoka, que bailaba la Danza de los Espíritus y creía que llegaría el día de reunirse con los antepasados. Para los sioux fue la señal de que había que rebelarse de nuevo.

El último reducto de ese movimiento, en el que estaba Alce Negro, fue rodeado por el Séptimo de Caballería en el arroyo de Wounded Knee, en la reserva Pine Ridge de Dakota del Sur. El 29 de diciembre, el jefe Pájaro Amarillo comenzó a bailar la danza cuando los soldados intentaban desarmar a los indios, y en el forcejeo con un guerrero el rifle de éste se disparó. Comenzó la lucha y los soldados no distinguieron entre guerreros, mujeres y niños, Murieron 150 indios y 25 militares.

Otra santa india: ‘El lirio de los mohawks'

Otra indígena norteamericana, Kateri (Catalina) Tekakwitha (16561680), fue canonizada por el Papa Benedicto XVI en 2012 en el Vaticano, tras un proceso de beatificación que comenzó en 1980 con Juan Pablo II. Nacida en lo que hoy es Nueva York, en un tiempo en que los jesuitas tenían misiones en toda América, era hija de una india algonquina cristiana y de un jefe mohawk.

Los jesuitas franceses la bautizaron cuando tenía 20 años y, al ser rechazada por su religión, emprendió una marcha de cientos de kilómetros hasta cerca de Montreal. Falleció en la región canadiense de Quebec con 24 años y es recordada por su piedad y su vida penitente. Se la conoce en Canadá como 'el lirio de los mohawks'.

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