Gitanos en España
(Extraído de un artículo de XX en el Heraldo de Aragón del 11 de febrero de 2018)
Su origen
Los 'dom’ o ‘rom' (nombre original del pueblo gitano) llegaron a Persia hace mil años, procedentes de una zona entre India y Pakistán. Se instalaron en Turquía y los Balcanes, donde formaron una comunidad. Sin embargo, a causa de las incesantes guerras entre bizantinos y pueblos tártaros y turcos, tuvieron que huir para evitar la esclavización y el reclutamiento forzoso. En Rumania la esclavitud gitana no fue abolida hasta 1864.
Entran en España por Aragón
El 12 de enero de 1425 el gitano don Juan de Egipto Menor obtuvo un pasaporte de tres meses por parte del rey Alfonso el Magnánimo. Se otorgó en Zaragoza y permitía viajar a Santiago de Compostela para realizar el Camino, por lo que don Juan gozaba de la paz del peregrino. Poco a poco fueron llegando más gitanos, desde tierras del este. Traían una avanzada tecnología de forja (de herraje y aperos agrícolas) y de doma y ganadería. Se instalaron en Aragón y Castilla.
Judíos, mozárabes… y gitanos
El pueblo gitano vivió su único momento de armonía en el siglo XV, donde no hubo conflicto alguno. Sí se mostraron muy orgullosos de sus orígenes y, por ello, mantuvieron una lengua propia (romaní), costumbres distintas y una vestimenta diferente. Algunos tuvieron residencia fija, pero otros como comerciantes que eran ofrecían sus servicios de herraje y ganadería por diferentes localidades. La llegada al trono de Castilla y Aragón de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, determinó que se iniciase en ambos reinos una política de homogeneidad cultural y religiosa que trajo graves consecuencias para los grupos étnicos minoritarios. Así, la expulsión de los judíos primero, en 1492, y de los mudéjares después, en 1502, afectaron también a los gitanos en Aragón y Castilla.
1ª pragmática: 1499
La primera ley contra los gitanos se aprobó en 1499. Pretendía acabar con los derechos que se había concedido a este pueblo como peregrinos y anular sus comportamientos culturales diferenciados (lengua, vestimenta y costumbres). «Mandamos a los egipcianos (nombre que se daba a los gitanos) que andan vagando por nuestros reinos y señoríos... que vivan por oficios conocidos... o tomen vivienda de señores a quien sirvan... Si fueren hallados o tomados, sin oficio, sin señores, juntos... que den a cada uno cien azotes por la primera vez y los destierren perpetuamente de estos reinos, y por la segunda vez que les corten las orejas, y estén en la cadena y los tomen a desterrar como dicho es...».
Pero no reblaron
El pueblo gitano no aceptó el cambio legislativo ni el hecho de tener que aceptar un vasallaje e incluso un cambio en su espíritu comerciante e independiente. Eso trajo un importante cambio en su historia, pues llevó desde entonces a persecuciones, cárceles e intento de exterminio y a una profunda brecha entre los gitanos y el resto de la población española. En Aragón, el primer fuero que obligó a los gitanos a cambiar su modo de vida y ser vasallos de los señores feudales se publica en 1510.
Hasta 280 leyes en contra
Durante los sucesivos reinados de los Austrias y los Borbones la política discriminatoria contra el pueblo gitano continuó siendo la tónica dominante, hasta sumar 280 pragmáticas en más de cinco siglos. Carlos I ordenó la promulgación de nuevas disposiciones represivas en distintos momentos de su vida, Así, entre otras, se promulgaron Reales Pragmáticas y Decretos en 1525, 1528, 1534, 1539, 1545, 1548 y 1551 entre otras fechas. Todas estas normas perseguían el mismo fin que sus antecesores los Reyes Católicos: preservar la unidad territorial, cultural y religiosa y reprimir cualquier brote diferenciador. No obstante, a pesar de la dureza de estas normas contra los grupos gitanos, no consiguieron el efecto deseado de controlar su población y obligarles a llevar una vida sedentaria.
En Lepanto
Muchas fueron leyes interesadas con el fin de lograr esclavos para la Armada. La primera gran redada se produjo durante el reinado de Felipe II, entre 1571 y 1572. Se decidió reponer los remeros perdidos tras la batalla de Lepanto (7 de octubre de ese mismo año) a través de una ley. Se incidió en la captura de todos los gitanos varones que fueran aptos para empuñar un remo. Esto llevó a los hombres jóvenes gitanos a refugiarse en los montes.
Vasallaje
En 1610 la Corona decide cuál va a ser el único oficio que pueden ocupar los gitanos: la labranza. La decisión supone un problema gravísimo para la comunidad, ya que sus conocimientos de herrería, doma y la artesanía con la que comercian en los pueblos deja de tener valor. Supone otro intento de vasallaje al terrateniente.
Esclavitud
En 1637, las galeras siguieron demandado más remeros, ante las nuevas necesidades bélicas, por lo que nuevamente se acuerda desde la Corona realizar una redada para capturar el mayor número posible de gitanos varones. Solo el día el 19 de diciembre de 1639 se logró apresar a 500 gitanos. Las leyes hacen imposible el asentamiento, el comercio y la prosperidad del pueblo.
Siguen sin reblar
En 1633, Felipe IV publica una nueva pragmática, que ataca una vez más las señas de identidad de los gitanos (ropa, costumbres). Además, la ley prohíbe a los gitanos vivir en grupo y les obliga a asimilarse al resto de la población. El Fiscal General pide al monarca que envíe a prisión a todos los gitanos sin excepción. En 1645 el rey Felipe IV ordena al capitán general de las galeras de España que los forzados gitanos sean los últimos en ser liberados, una vez hayan cumplido su condena.
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Tras la Guerra de Sucesión (17011713) los campos se llenaron de delincuentes, que se sumaron a la llegada y permanencia de tropas mercenarias. Fueron unos años de gran inseguridad en campos y ciudades. Sin embargo se atribuyeron muchos de los delitos y agresiones a los gitanos, para favorecer su detención.
En villas
Felipe V ordena un censo de gitanos en 1717. Señaló en todo el país 41 villas como residencia obligatoria para los gitanos. Calatayud, Tarazona, Teruel, Daroca, Borja y Barbastro fueron las designadas en Aragón para este fin. Muchos tuvieron que desplazarse.
La Gran Redada
Con Fernando VI, la legislación se endurece y se piensa en el exterminio: separar a hombres y mujeres para acabar con la raza. En 1749 se detuvo a entre 9.000 y 12.000 gitanos y muchos fueron encerrados en presidios y arsenales. Las mujeres y niñas se enviaron a lugares diferentes (Málaga, Valencia y Zaragoza). Las mujeres tejerían y los niños trabajarían en las fábricas, mientras los hombres se emplearían en los arsenales, necesitados de una gran reforma para posibilitar la modernización de la Armada Española. El proceso a tan gran escala se hace caótico.
Masacre en Zaragoza
Las mujeres mostraron una enorme rebeldía ante los abusos de la Corona, especialmente en Zaragoza, donde cientos estaban encerradas en la Casa de la Misericordia (actual sede del Gobierno de Aragón, en el edificio Pignatelli). Se produjeron grandes y repetidas evasiones, muchas veces con éxito. Además, para hacer más gravosa su estancia rompieron sus vestidos hasta quedarse desnudas y, con la ropa, taponar los pozos negros de la Casa... Como consecuencia de esta situación, fueron asesinadas, según diversas fuentes centenares de mujeres y niñas de etnia gitana, que están enterradas en una fosa común en la iglesia de San Pablo.
Su cultura
Carlos III cambió la actitud hacia los gitanos, devolviéndoles el derecho a dedicarse al oficio que elijan. Se prohibió que se les denominase como gitano y se les dio un plazo breve para que eligiesen un domicilio en cualquier lugar, menos en Madrid. Pero, una vez más, la pragmática de 1783 les obliga a abandonar sus trajes y su lengua.
Horrible siglo XIX
La Constitución de Cádiz de 1812 supuso para los gitanos un avance importante ya que reconoció su situación jurídica como ciudadanos españoles (casi 4 siglos después de su entrada por Aragón). La Constitución abandonó el antiguo criterio de ciudadanía española ligada a la exigencia de residencia fija, ligándola ahora con haber nacido en territorio español. Pero el regreso de Fernando VII dio al traste con los avances: las autoridades asimilaron a los gitanos a la delincuencia y se les prohibió ejercer la mayoría de oficios o pertenecer a gremios. Una vez más, tuvieron que empezar de nuevo.
El franquismo
La industrialización y el éxodo a la ciudad deja a muchos gitanos fuera del sistema productivo: los prejuicios les impiden acceder a trabajos en fábricas, sus oficios no son demandados y muchos acaban en chabolas a las afueras de la ciudad. Durante el franquismo fueron muy evidentes los abusos de algunos cuerpos de seguridad del Estado, historias que han quedado grabadas en los gitanos que viven hoy en día.
Siglo XXI
La Constitución de 1978, en su artículo 14, otorga a todos los gitanos españoles la igualdad que se les había negado desde los Reyes Católicos. Alemania reconoció en 2012 los más de 500.000 judíos muertos durante el holocausto nazi. Pero pocos países admiten la larga persecución del pueblo gitano.Etiquetas: Pequeñas historias de la Historia
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