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viernes, diciembre 2

Zaragoza desconocida: Torreón del paraninfo universitario - escalera al cielo académico

(Un texto de Beatriz Vidal en el Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 2013)

El acceso a la parte más alta del torreón del edificio más emblemático de la Universidad de Zaragoza está oculto por la propia construcción. Esta joya de la factoría Averly recuperó su esplendor perdido hace pocos años, cuando tuvieron lugar las obras de rehabilitación del magnífico complejo diseñado por el arquitecto Ricardo Magdalena en el siglo XIX.

Pocos son los afortunados que han podido acceder a la azotea del torreón del edificio Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. Pero aún son menos los que han subido por la preciosa escalera de caracol de hierro instalada en ella, que permite llegar al punto más alto del edificio.

Se trata, posiblemente, de uno de los lugares más desconocidos del edificio diseñado por Ricardo Magdalena, que abrió sus puertas un 18 de octubre de 1893, día de San Lucas, patrono de la Facultad de Medicina.

Tan escondido está el torreón que resulta imposible verlo si se contempla la fachada principal del edificio, desde la plaza de Basilio Paraíso, y apenas puede vislumbrarse desde los otros ángulos. Y mucho menos es visible la citada escalera, una verdadera joya de la factoría Averly, colocada en la parte trasera de la torre.

Para acceder a la misma hay que subir a la segunda planta del edificio central, en la parte opuesta a la fachada principal. Desde allí, una escalera, con peldaños de baldosas y madera, permite llegar a la azotea del torreón, un lugar usado raras veces para pequeñas celebraciones ya que no tiene espacio para albergar a grupos grandes de personas.

Allí, escondida por el propio torreón, se encuentra la escalera de hierro. No apta para los que padecen vértigo, esta estructura volvió hace pocos años a recuperar su esplendor tras las labores de restauración llevadas a cabo en el edificio Paraninfo, después de décadas de dejadez. El paso de los años, la lluvia y el aire la habían deteriorado y aparecía oxidada, prácticamente abandonada y sin uso.

Y es que, aunque en un principio el torreón fue utilizado como observatorio astronómico, después de que el edificio se abandonara quedó sin uso. Ahora, en su interior, acoge una pequeña sala y la maquinaria de un ascensor. La pequeña azotea de la torre es el punto elegido para las antenas.

Como curiosidad, explica Antonio Peiró, director técnico de Relaciones Institucionales y Comunicación de la Universidad de Zaragoza, existe una escalera muy similar, también fabricada en Averly, en la Casa de las Norias de Tauste; si bien varía un poco el motivo floral qué adorna los escalones.

Hay que recordar que todos los elementos de hierro forjado del edificio fueron elaborados en esta factoría zaragozana, [en 2013] en boca de todos por la apertura del procedimiento para declarar parte de su complejo como Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés y por el proyecto para la construcción de viviendas en sus terrenos. Quizás se guarden todavía en las naves de la factoría, en el céntrico paseo de María Agustín, los diseños que se emplearon para la ejecución de esta escalera.

Pero si bonita es esta escalera de caracol, no menos singulares son las vistas que desde ella y desde la azotea del torreón se pueden contemplar: los tejados de todo el corazón de la ciudad, desde las torres del Pilar, hasta el Museo Pablo Serrano, pasando por los edificios del céntrico paseo de la Independencia.

Pero no solo eso, desde este privilegiado mirador puede admirarse el magnífico diseño que hizo Ricardo Magdalena del complejo universitario, al menos de lo que queda en pie, ya que el pabellón de disección se perdió hace tiempo. Para él, el arquitecto eligió materiales de fabricación local.

La vista 'aérea' del edificio principal, que acogió las facultades de Medicina y Ciencias permite apreciar con todo detalle la techumbre del edificio cuadrangular, dispuesto en torno a un patio abierto y rodeado de un claustro, así como las exedras o salas semicirculares que añadió Magdalena para albergar aulas y enriquecer el juego de volúmenes del edificio. En el lado contrario, la ahora Facultad de Economía y Empresa, que nació como Hospital Clínico.

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