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miércoles, mayo 17

Ámsterdam, el fin de semana perfecto en una ciudad para mentes abiertas

(Un texto de Marta Mato en el suplemento de viajes de El País del 11 de mayo de 2012)

Olvídese del mapa en la capital holandesa. Déjese llevar, aunque, eso sí, sin perderse el barrio del Jordaan, 'las 9 calles', la tarta de manzana en Winkel, una parada en el café Brix y una foto en el puente de Groenburgwal.

Cifras (en 2012)

» Habitantes: 747.290 (casi 2,2 millones en el gran Ámsterdam).

» Número de bicicletas: 600.000

» Árboles: 220.000.

» Parques: 28.

» Canales: 165.

» Puentes: 1.281.

» Barcos vivienda: 2.500.

» Museos: 51.

» Cuadros de Rembrandt: 22.

» Cuadros de Van Gogh: 206.

» Galerías: 141.

Lo más probable es que su puerta de entrada a Amsterdam sea por Centraal Station, la ajetreada estación de trenes ubicada en un edificio neorrenacentista de 1889. Es curioso que esta primera toma de contacto con Ámsterdam —un inmenso espacio abierto en el que miles de personas, autobuses, taxis y tranvías se asemejan a un enjambre ocupado— tenga tan poco que ver con lo que se encontrará después. Quizá únicamente la plaza Dam, donde se encuentra el Koninklijk Paleis, vuelva a recordarle la primera estampa que vio. Y es que Amsterdam no es una ciudad de grandes avenidas y monumentos grandiosos. Es más bien un monumento en sí misma, con su característico perfil arquitectónico —nunca superado por las cinco plantas de altura— de casas centenarias y cosido por más de 150 canales y cerca de 1.300 puentes. Si por más que consulte su mapa lo único que consigue es seguir perdido, no se lo tome como algo personal. Es parte de su encanto.

Sea como sea, asegúrese de que llega al barrio del Jordaan. Construido en el siglo XVII para albergar a la clase trabajadora, es ahora la zona preferida por los artistas y la gente joven. Mucho mejor de noche, cuando la escasa iluminación de sus callejuelas poco transitadas y sus pequeños canales lo convierten en experiencia imprescindible del viaje. El Jordaan colinda al norte con la calle de Haarlemmerstraat, donde encontrará interesantes tiendas, como Restored (www.restored.nl), especializada en diseñadores holandeses, o Sukha (www. sukhaamsterdam.nl), que apuesta por productos con historia. No muy lejos de allí puede parar a tomar un tentempié en Smallworld (www.smallworldcatering.nl), un pequeño local frecuentado por gente de la zona con una carta a base de quiches y sándwiches preparados diariamente. A pocos pasos se encuentra Noodermarkt, donde los sábados se instala un mercado. Si estaba pensando en llevar quesos, el producto estrella del país, este es el lugar para comprarlos y de paso observar la ajetreada vida de una mañana de sábado. En la misma plaza, haciendo esquina, está Winkel (www.winkel43.nl), otra parada obligatoria si siente debilidad por la tarta de manzana, según dicen, la mejor de Ámsterdam. Desde aquí, tome el canal de Prinsengracht, que junto con el de Keizersgracht y Herengracht constituyen la esencia de Ámsterdam. Tómese su tiempo para observar los ricos detalles de sus casas, todas ellas diferentes.

Recorriendo estos canales se encontrará con la zona más de moda, llamada de las nueve calles, llena de tiendas y restaurantes. Cuando cae la noche y parece que no tiene nada más que ofrecer, acérquese a Wolvenstraat. Le sorprenderá la animada vida de esta calle en torno al Bar 22 (www. bar22.nl) y al café Brix (www.cafebrix.nl), donde se reúne la gente guapa de la ciudad. Adentrarse en el corazón de Ámsterdam implica sacudirse de encima los prejuicios que pueda traer de casa. Los farolillos y los escaparates de mujeres ligeras de ropa le indican que está usted en el Barrio Rojo. También las hordas de turistas, cuya edad media desciende hasta los veinte años, atraídos por los Coffee Shops, que aquí proliferan (ahora en plena polémica por la conversión obligada de los cafés en clubes privados que impiden a los extranjeros el consumo de cannabis). Pero más allá de sus inconfundibles luces y el olor a marihuana que lo envuelve todo, este barrio es de los más antiguos de la ciudad y cuenta con algunas de las vistas más bellas de Ámsterdam. Es el caso del canal de Oudezijds Voorburgwal. Desde ahí puede tomar la calle de Zedijk y recorrer el Barrio Chino hasta llegar a Nieuwmarkt y su singular edificio De Waag, construido en 1488.

Para reencontrarse con la estampa tranquila de Ámsterdam no tiene más que continuar su camino hacia el Sur, tomando el canal de Kloveniersburgwal. Llegará a los puentes de Staalstraat y Groenburgwal. La fotografía desde cualquiera de ellos es casi obligatoria. Como lo es la parada en la Bombonerfa Puccini (Staalstraat, 17), donde encontrará el chocolate más fino de la ciudad.

Al final de esta calle se encuentra el canal Amstel, y a sus orillas, el Museo Hermitage Ámsterdam (www.hermitage.nl), uno de los imprescindibles. El río Amstel lo atraviesa uno de sus puentes más famosos, el Magere Brug. Crúcelo y vuelva a sumergirse en el Ámsterdam más pintoresco por la calle de Kerkstraat. Le llevará de vuelta al centro pasando por rincones que no debería perderse, como el canal de Reguliersgracht o la calle de Nieuwe Spiegelstraat, llena de anticuarios e interesantes galerías de arte.

Antes de viajar, tres premisas a tener en cuenta: no tenga miedo a dejar el mapa y perderse. Olvídese de consultar el tiempo, en Ámsterdam el clima es absolutamente impredecible y, por tanto, su luz es mágica y cambiante a cada instante. Y no intente entender sus horarios comerciales. En definitiva, no planifique y estará preparado para todo lo que Ámsterdam puede ofrecerle.

Noche en el Café Bourbon, por Caro Emeraid (Cantante)

"Cuándo estoy fuera siento que la gente se interesa por el sitio de dónde vengo. Estoy orgullosa de nuestro pequeño país". Lo dice Caro Emerald (Ámsterdam, 1981), que ha pasado de cantar en pequeños locales de la capital holandesa a hacerlo en conciertos multitudinarios en toda Europa. Su álbum de debú, Deleted scenes from the cutting room floor, lleva sonando en las radios desde el año pasado con un estilo que bebe de las grandes divas del jazz de los años cincuenta, pero también de artistas actuales como Rihanna o Adele. Fuera de su país presume de "la mentalidad abierta y de la capacidad para mantener los pies en la tierra" que poseen los holandeses. Ámsterdam tiene fama de tener una relación especial con la música. "Los cafés de Ámsterdam que ofrecen música en directo son especiales y merece la pena visitarlos. Los pequeños espacios hacen accesible la música, apetecible tanto para los artistas como para los aficionados". Ella recomienda pasar una noche con actuaciones en directo en el Jazz Café Alto (Korte Leidsedwarsstraat, 115; www. jazzcafealto.nl) y el Café Bourbon Street (Leidsekruisstraat, 68; www.bourbonstreet.nl).

La cultura, al nivel del deporte, por Juanjo Arqués (Bailarín y coreógrafo)

El Ballet Nacional Holandés (www.hetballet.nl) cumple cincuenta años, y lo hace con una salud de hierro. Con cerca de 60 representaciones anuales solo en Ámsterdam y un cuerpo de 80 bailarines, es la compañía más grande y prestigiosa del país. El murciano Juanjo Arqués, solista y coreógrafo de la compañía, nos da la clave: "Este siempre ha sido un país muy liberal en todo, desde la legalización de las drogas blandas, el matrimonio gay... Este afán vanguardista influye también en la cultura". Y añade que la compañía siempre se ha caracterizado por su personalidad: "Aquí destacamos como individuos, cada uno tiene su estilo. Esto ayuda a la hora del proceso creativo". El repertorio cuenta con los clásicos de siempre, pero también con coreografías de danza contemporánea, estilo especialmente valorado en Holanda. A pesar de la crisis, el teatro se sigue llenando, posiblemente porque "la gente está más educada para ir al ballet". "Los niños vienen a vernos", añade, "y viene también la gente a ver los ensayos. Es otra preparación a nivel social para tener el arte y la cultura al mismo nivel que, a lo mejor, puede estar el deporte. Eso convierte a este país en un destino cultural único en su apuesta por el arte".

El río vibrante, por Frits van Dongen (Arquitecto)

"Una de las cosas más interesantes no solo de Holanda, sino también de Ámsterdam, es la experimentación en arquitectura", dice Frits van Dongen, del estudio Cie, autor del proyecto The Whale (La Ballena), un enorme edificio de viviendas sociales situado. en Borneo-Sporenburg, antigua área portuaria de Ámsterdam. Este arquitecto y su estudio han proyectado edificios como el nuevo Conservatorio de Ámsterdam, una construcción de cristal que cuando cae la noche cobra vida. La zona a orillas del enorme río Ij alberga algunas de las edificaciones más especiales de la ciudad, por ejemplo el recién inaugurado Eye, museo del cine de la ciudad (del estudio Delugan Meissl), la Biblioteca Pública (de Jo Coenen) o el Museo Nemo (de Renzo Piano). "Es interesante que la gente vea también esta zona del río porque les da otra idea de Ámsterdam, parte ineludible de la reflexión sobre nuestra cultura", dice Van Dongen.

El edificio favorito del arquitecto es el palacio de Koninklijk, situado en la plaza Dam, por su perfecta simetría y su monumentalidad. La mejor vista de pájaro la encuentra en el antiguo Mint Hotel, hoy el Hilton, desde su bar en la última planta. También recomienda el restaurante Anna (Warmoesstraat, 111; www.restaurantanna.nl), en pleno Barrio Rojo, y el trío de ases de los museos: el de Van Gogh, el Stederlijk y el Rijksmuseum.

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