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domingo, septiembre 10

Indultos legales... y desleales

 (Un texto de Guillermo Fatás en el Herado de Aragón del 30 de mayo de 2021 que cada vez es más vigente).

Lo principal es que el Tribunal Supremo (TS), en 2019, penó a varios violadores de la ley por delitos de sedición contra el Estado y de malversación de caudales públicos. 

Al Dr. Sánchez, como a la Fiscalía, la rebelión de esos sujetos le pareció evidente. Al TS, no. El Tribunal Constitucional ratificó la actuación del TS en el caso, extrapolable, del delincuente Turull: no se vulneró su derecho de defensa. El Dr. Sánchez dijo luego, sin ambages, que los políticos delincuentes sancionados por violar de modo grave la ley y la Constitución debían cumplir íntegramente las penas impuestas.

En fin, el TS, ha publicado esta semana, como le impone el artículo 25 de la ley sobre los indultos, un detallado y contundente razonamiento. Puede resumirse en que es por completo improcedente indultar a quienes así delinquieron y, además, han mostrado intención de reiterar su conducta. El TS no se da caprichos: está obligado a considerar «la conducta (de los sentenciados) posterior a la ejecutoria, y especialmente las pruebas o indicios de su arrepentimiento que se hubiesen observado». Eso le ordena la ley.

Ahora, el Dr. Sánchez dice, una vez más y como suele, lo contrario de cuanto afirmó: asegura que perdonar las penas impuestas a los sediciosos y malversadores es deseo de convivir. Y, de paso, imputa con insidia sentimientos ‘vengativos’ y ‘revanchistas’ a quienes opinan como él opinaba y defienden lo que él defendía hace poco. Poquísimo. Nadie puede sorprenderse por ello. Ya no.

Es la misma tesis de los separatistas, repetida estos días como consigna: los tribunales ejecutan las venganzas del Estado Español.

Esta es la cuestión: ¿tendrá o no la nueva actitud del Dr. Sánchez apoyo en el conjunto del país? Mal estaremos si le da votantes, en vez de restárselos.

Laura Sancho, catedrática de la Universidad de Zaragoza, recuerda (‘El nacimiento de la democracia’, Ático de los libros, 2021) un episodio aleccionador de hace dos milenios y medio. Aristágoras, gobernante de Mileto, quiso alzarse contra el colosal Imperio Persa y buscó aliados en otras partes de la Hélade. En Esparta, en un despacho a solas, su rey, Cleómenes, le negó sensatamente ayuda, pues su visitante pedía enviar un ejército al actual Irán. En cambio, en Atenas, donde el debate era público, los ciudadanos votaron una cuantiosa ayuda naval. El comentario de Heródoto, el padre de la Historia, da en qué pensar: "Parece más fácil engañar a muchos que a uno solo".

El Gobierno del Dr. Sánchez es libre de conceder indultos, aunque no totales, a unos u otros condenados. No violará la ley, pero quebrantará los principios que llevan al TS y a su Fiscalía a decir lo que dicen: que no se debe indultar a esos condenados. El Dr. Sánchez dice que no, pero daña la convivencia, pues califica al Poder Judicial de vengativo y revanchista. Una vez más, predica una cosa (convivencia) y hace la opuesta: siembra una irresponsable discordia y enfanga la reputación de los tribunales del Estado democrático de derecho.

El Dr. Sánchez decía que los separatistas condenados por el Tribunal Supremo estaban incursos en claro delito de rebelión y que debían cumplir todas sus penas. Ya no

En cuanto al rey, su deber es firmar lo que el Gobierno decida, si no es ilegal. No puede hacer otra cosa, ni debe: el rey belga Balduino, abdicando por día y medio en 1990, para evitar sancionar una ley que personalmente repudiaba, es un ejemplo de pusilanimidad. Las preferencias íntimas del jefe del Estado no cuentan en esta materia. El indulto, aunque sea una especie muy elaborada de fraude de ley, será legal: y eso es lo que cuenta a efectos de la firma regia. El estropicio que acarrearía su negativa es tan grande que Sánchez cuenta con ello.

En los indultos que el Dr. Sánchez enviará a la Zarzuela caben regates, fintas, teatralizaciones. Con sus magros 120 diputados, debe atender a sus vitales apoyos separatistas. Comprará algo de máximo valor para él: tiempo, aunque le reclamarán con sarcasmo tenaz una amnistía. Irá hasta donde crea que tiene que ir para no perder los votos separatistas que le dan la mayoría. Es su regla.

Como ha escrito, con negro humor, el jurista Ángel Garcés, los tres nuevos poderes del Estado según el Dr. Sánchez son el indultador (antes llamado ejecutivo), el ratificador (antaño, legislativo) y el vengador (otrora, judicial).

Tenga el Dr. Sánchez cuidado. El ostracismo era una votación secreta de los atenienses para expulsar a un ciudadano de la polis por mayoría simple. Sin juicio, solo con votos movidos por la mera sospecha: no nos gustas. No te condenamos, pero tienes que irte. Iglesias ha sido ya ostracizado por los votantes. Quizá el Dr. Sánchez está tomando igual camino.

P. D. Una liante del PSC ha recordado el jueves, 27, que Aznar indultó a terroristas catalanes en 1996. Pero calla por qué: el expediente lo había iniciado Felipe González; y, sobre todo, fue el tribunal juzgador (Sección Tercera de la Audiencia Nacional) quien pidió el indulto. Y en la propia sentencia, no en informe ulterior.

Hay socialistas y socialistas. Como hay indultos e indultos.

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