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viernes, agosto 25

Pseudónimos literarios

(Extraído de un texto de Darío Prieto en El Mundo del 24 de octubre de 2021 a raíz del descubrimiento de los autores tras el pseudónimo Carmen Mola).

[…] Jorge Díaz (Alicante, 1962), Agustín Martínez (Lorca, 1975) y Antonio Santos Mercero (Madrid, 1969) habían escrito una novela a seis manos, pero querían esconderse detrás de un seudónimo, al estilo de la italiana Elena Ferrante. "Empezaron a soltar paridas", recuerda sobre aquel momento un colega de escritura audiovisual que prefiere mantenerse igualmente en el anonimato. "Las típicas chorradas de este tipo de cosas. Primero fueron nombres extranjeros, pero alguien dijo que no, que tenía que ser uno español. '¿Carmen?', preguntó alguien. 'Mola', respondió otro. 'A tomar por culo'. Y así se quedó: Carmen Mola".

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No es, de todas formas, la primera vez que unos varones deciden usar un seudónimo femenino. Lisbeth Werner, autora de la colección de libros infantiles de Puck -muy populares en España a finales del pasado siglo- era en realidad una pareja de escritores daneses: Knud Meister y Carlo Andersen. De igual forma, Stéphane Mallarmé (padre del simbolismo) y su colaborador Ulrich Lehmann firmaban los artículos para la revista de moda La Dernière Mode como Marguerite de Ponty y Miss Satin.

El fenómeno ha sido más frecuente en la literatura romántica -los novelones ardorosos superventas en los que mandan Rosamunde Pilcher y Danielle Steel-, dado que la mayoría de las autoras suelen ser mujeres. Para ser aceptados, Hugh C. Rae, Ian Blair y Roger Sanderson decidieron firmar como Jessica Stirling, Emma Blair y Jill Sanderson. Pero el caso más conocido es el de Yasmina Khadra, el escritor más importante de Argelia, que en realidad se llama Mohammed Moulessehoul y que se parapetó tras los dos nombres de su esposa debido a la censura que el gobierno militar de la época había impuesto en su país y que le obligó a que fuese ella la que firmase los contratos para la distribución internacional de su obra.

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