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miércoles, febrero 24

Bacio, una historia de chocolate

(La historia de los bombones Baci, extraída de un artículo de Irene Hernandez Velasco en el suplemento económico de El Mundo del 14 de febrero)

Detrás del origen de los bombones Baci, que significan "beso", hay una historia de amor. Y bastante poco convencional, por cierto. Todo comenzó en 1907, cuando en el la localidad de Perugia, en el centro de Italia, cuatro socios pusieron en marcha Perugina, una empresa dedicada a la producción de chocolates y confites. Entre los fundadores de la compañía se encontraba una mujer de armas tomar: Luisa Spagnoli.

Fue precisamente ella quien, en 1922 y con encomiable espíritu ahorrativo, decidió emplear las sobras de avellanas que quedaban de la elaboración de otros productos para crear un nuevo bombón. La criatura, un corazón de chocolate y pasta de avellanas coronado por una avellana
entera con un baño de chocolate negro, fue bautizada con el nada romántico nombre de Cazzotto (puñetazo), dado que su forma irregular recordaba a la de un puño cerrado. Pero a Giovanni Buitoini, miembro de la familia productora de la famosa marca de pasta del mismo nombre, uno
de los socios de Perugina y, sobre todo, el amante de Luisa Spagnoli (a pesar de los 20 años de edad que ésta le sacaba) enseguida intuyó que el nombre en cuestión no funcionaba. «¿Cómo vas a ir a una pastelería y pedirle a la dependienta que te ponga 300 gramos de puñetazos? Sería más cortés solicitarle 300 gramos de besos», le expuso a sus socios. Y así, el Cazzotto fue rebautizado como Bacio.

La leyenda también atribuye a la volcánica mente de Giovanni Buitoni la idea de acompañar los bombones Baci con un proverbio amoroso. Y algunos llegan incluso a asegurar que decidió incluir esos aforismos románticos en los bombones en homenaje a Luisa Spagnoli, que solía mandar breves mensajes de amor ocultos en los chocolates que le enviaba para que inspeccionara y diera su visto bueno. Cuentan que tras la muerte de Luisa Spagnoli en 1935, Giovanni Buitoni echaba tanto de menos estas palabras de amor que recibía en cada remesa de bombones que decidió
incluir en cada Bacio un pedacito de papel con mensaje romántico. Y cuando en 1939 Perugina abrió en la Quinta Avenida de Nueva York su primera tienda en Estados Unidos y la exportación de los Baci comenzó a adquirir importancia, los mensajitos de los bombones comenzaron a
traducirse a otras lenguas.

Hoy, a sus 88 años, los Baci siguen gozando de excelente salud. «Es nuestro producto líder, algo increíble para un bombón nacido en 1922», destaca Cristina Mantovani, responsable de Perugina, una firma que en 1988 fue adquirida por Nestlé. «De hecho, de todos los competidores que Perugina tenía cuando surgió en 1907 ya no queda ninguno, con la única excepción de la suiza Lindt», añade.

También es absolutamente insólito que estos chocolatines se sigan produciendo única y exclusivamente en Perugia, en el mismo lugar donde nacieron. Porque todos, absolutamente todos los Baci del mundo, salen de esta fábrica situada a las afueras de la localidad italiana, donde se producen 1,5 millones de bombones Baci al día. Al fin y al cabo, es en esta localidad de Umbria donde han visto la luz todos y cada uno de los más de 8.500 millones de Baci creados desde el pasado siglo, y que unidos uno tras otro darían cinco veces la vuelta al mundo.

Pero algo sí que ha cambiado: los Baci actuales son realizados enteramente por máquinas. Ni una sola persona de las 1.100 que trabajan en la fábrica de chocolates Perugina interviene en su proceso de producción, ni una sola mano humana los llega siquiera a tocar. De principio a fin son unos incansables engendros mecánicos, que funcionan 24 horas al día de lunes a viernes, los que se ocupan de fabricarlos. «Sólo con métodos industriales se puede mantener este nivel de
producción», sostiene Cristina Mantovani, precisando que unos trabajadores se encargan, en tres turnos distintos de ocho horas cada uno, de supervisar el proceso de producción de los robots y de empaquetar los bombones.

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