Dalí y Gala
(Ahora que llega San Corte Inglés -también llamado San Valentín- creo que es un buen momento para desempolvar este artículo de Mujer de Hoy de julio del 2008...¡¡casi nada!!)
Escasos creadores se han preparado con tanto esmero para conocer a su musa como Salvador Dalí. Fue una mañana de 1929, mientras esperaba a un grupo de artistas que venía de París para pasar el verano en Cadaqués. dalí se pasó trs horas frente al espejo, probándose ropa, maquillándose y sopesando si debía ponerse los pendientes de su hermana Ana María. Aquella mañana temblaba de emoción y de miedo; tenía 25 años y, a pesar de la popularidad que había alcanzado con "Un perro andaluz" se sentía un fracasado. Entre la expedición de artistas llegaba el poeta Paul Éluard acompañado de su mujer Gala y su hija Cécile. Entonces gala tenía 35 años y era una mujer con mucho mundo, pero le preocupaba seriamente que la coprofagia de la que Dalí hacía bandera en sus cuadros fuera una afición real. Fue así que lo primero que le preguntó era si le gustaba comer heces y él, por primera vez, prefirió decir la verdad antes que escandalizar: en realidad era sólo una metáfora.
Gala se llamaba Elena Ivanovna Diakonova y había conocido a Paul Éuard en un sanatorio suizo para enfermos de tuberculosis. Entonces todavía era una adolescente, pero deseaba huir de Rusia y de su familia, así que se casó con el poeta surrealista y tuvo una hija a la que abandonó en brazos de su suegra. Años después, tras sufrir una histerectomía, presumiría de su esterilidad como de una medalla. De hecho, cuando alguien la llamó madre del surrealismo, Gala replicó: "podéis llamarme mierda (merde) pero no madre (mère)".
Durante años el matrimonio Éluard había tenido una relación de ménage-à-trois con el pintor Max Ernst. La fama de Gala le precedía: era sexy, mística, oscura, promiscua, lectora de tarot, fumadora empedernida...Dalí estaba ansioso por seducirla, o más bien (torpe y desgarbado como era) por que ella le sedujera.
Y así sucedió. Solucionado el asunto de la coprofagia, a Gala no solo no le molestó sino que le enterneció la risa histérica de Dalí y su compulsiva necesidad de epatar. Más que por lo que vió, Gala se sintió atraída por el potencial de lo que él podía llegar a ser; y Salvador se sintió salvado, ya que gracias a aquella rusa dejó de ser impotente.
Cuando Paul Éluard volvió a Paris dejando a su mujer en la cama del pintor, estaba convencido de que regresaría, pero Gala se quedó junto al genio (y hasta se casó con él por la iglesia, años después). Eso sí, sin renunciar a los esporádicos encuentros sexuales con su ex-marido, con quien mantuvo una lasciva relación epistolar.
Por encima de todo, a Dalí le interesaba la fama, el dinero y la atención. Gala se dio cuenta y combinó las funciones de una musa (madre, amante, modelo...) con las de una agente de bolsa, pues le ofreció contactos y seguridad para triunfar en el mercado del arte. Y es que, pese a las diferencias aparentes, los dos eran muy similares. Los dos eran, a la vez, tímidos y exhibicionistas, estaban marcados por traumas infantiles (su padrastro abusó de ella), eran ambiciosos, originales y tenían un olfato extraordinario para saber donde estaba el negocio. Cuando volvieron juntos a Paris, él se dio cuenta de tenerla a su lado era un salvoconducto para acceder a aquellos artistas que le consideraban un cretino.
Pero no todo fueron parabienes para la relación; El padre de Dalí estaba tan escandalizado que les mandó a la Guardia Civil para echarlos de la casa de Cadaqués. Y Buñuel, que nunca tragó a "la rusa", se sintió abandonado por su amigo y se alejó de él para siempre. "Salvador era virgen y siempre había mostrado un total desprecio hacia nosotros sobre ese asunto - diría años más tarde el director aragonés- pero cuando se acostó con ella me escribió una carta que era una verdadera apología del coito. Como si sólo le pudiera suceder a él... Ella no soportaba la intimidad de nuestra amistad y, cuando empezamos a trabajar en el guión de 'La edad de oro', la quise matar en la playa, ahogarla".
Ese amor llegó tan lejos que, en los años 30, Dalí empezó a firmar sus cuadros como Gala-Dalí "porque mis cuadros están hechos con su sangre", aseguraba. Siempre delirante, al recibir en París la visita del científico checo Dennis Gabor, inventor de la técnica holográfica, Dalí le dijo "me gustaría hacer un holograma de Gala, romperlo en mil pedazos y comérmelo para sentirme lleno de ella, como en la comunión". "No le aconsejo que lo haga", le respondió el científico, "pues la emulsión que se utiliza para para hacer los hologramas es altamente tóxica". Salvador cambió de conversación inmediatamente, pues su locura era sólo parte del 'marketing' que le ayudaba a vender más cuadros.
En 1940 Gala consiguió que el pintor superara su aversión a los aviones y se transladaron a vivir a los EEUU. Si el talento fluía en Paría, el dinero manaba de Nueva York. Desde allí, Gala supo manejar la carrera y la imagen del pintor. Ella comenzó a vestir modelos exclusivos de Channel y Schiaparelli y se codeó con las estrellas de cine y la alta sociedad. Mientras tanto Dalí colaboraba con Hitchcock en los decorados de "Recuerda", inición un proyecto con Walt Disney, que nunca se llevó a cabo, y creó varias piezas para Groucho Marx, que era uno de sus grandes admiradores.
En sus memorias, Anais Nin se queja de que, en las fiestas, gala les trataba a todos con absoluto desdén: "Ella nunca levantaba la voz cuando quería exigir, ni era amable cuando quería pedir, sencillamente asumía que todos estábamos obligados a tratar a Dalí como si fuera un genio divino".
El amor de esta pareja siempre se caracterizó por una completa dependencia mutua que no incluía la lealtad sexual. Tras la muerte de ella, el 10 de junio de 1982 después de una larga agonía, Dalí quiso "suicidarse por deshidratación". Pasó más de dos años encerrado en el castillo de Pubol, que había comprado para ella, pero donde no había entrado jamás mientras ella vivió.
Etiquetas: Pongámonos románticos
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home