Ojos de mariposa
(Extraído de un artículo de Francisco Javier Alonso en el XLSemanal del 23 de septiembre de 2007)
Puede parecer extraño, pero la clave de la reproducción de los lepidópteros reside en sus ojos. O eso es lo que dice Ronald R. Rutowski, entomólogo y etólogo de la Universidad de Arizona, que lleva más de un cuarto de siglo investigando el comportamiento de las mariposas. Para comprender el proceso es necesario adentrarnos en su mirada... Y no porque resulte irresistible, sino reveladora. Tanto la forma de `ligar´ como la de seleccionar pareja están condicionadas por las peculiaridades de su visión.
Tienen dos grandes ojos compuestos por centenares de otros simples (omatidios), pero no ven con precisión a larga distancia. Esta carencia la compensan con un olfato muy desarrollado. La intrincada red de colectores que tienen en sus ojos compuestos resulta prácticamente inútil a la hora de localizar otros ejemplares a distancia. Su vista es muy limitada: distinguen los colores y las formas si miran justo de frente, pero a los lados toman una apariencia borrosa. Su agudeza visual es unas cien veces menor que la nuestra, y no aprecian bien ni la profundidad ni la distancia. Lo que si perciben son la luz ultravioleta, detectando longitudes de onda que delatan la pérdida de escamas que causa el envejecimiento. Con ello disminuye el reflejo ultravioleta de los machos y, el interés de las hembras.
Rutowski ha estudiado el comportamiento de la Asterocampa leilia. Sólo se empareja una vez en sus dos semanas de vida, por lo que los machos van directos al grano: se dirigen hacia los árboles elegidos por las hembras para completar su metamorfosis y esperan al acecho desde el suelo. Allí mantienen la cabeza en tal posición que sus ojos miren horizontalmente hacia los árboles, para utilizar su área de mayor agudeza visual, y esperan durante horas(*). El objetivo es llegar el primero cuando aparezca una nueva mariposa virgen para desplegar sus alas e iniciar el ritual de apareamiento. La hembra, por su parte, utilizará su capacidad para ver la radiación ultravioleta para determinar cuál es el macho más joven y vigoroso que le conviene. Esas longitudes de onda les permite distinguir sutiles variaciones en las alas que delatan la edad y el estado de forma de los machos.
Los colores de las escamas de las alas se adquieren de dos formas. Algunos, como los amarillos, por pigmentos químicos. Otros, por estrías microscópicas que reflejan la luz.
En mariposas como la Asterocampa leilia, los machos tienen un campo visual de 344 grados, en horizontal, y 360 en vertical. Ven casi todo lo que las rodea, pero borroso.
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