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viernes, noviembre 26

La isla de Robinson Crusoe

(Y no, no estoy hablando de la de la novela de D. Defoe :-) Estas notas las leí hace un tiempo en una nota de prensa -no sé dónde- donde se hablaba de la ruta Quetzal del 2009, que pasó por allí)

Estamos en las aguas del océano Pacífico frente a la isla de Robinson Crusoe, en el archipiélago chileno de Juan Fernández. Desde el barco, la primera impresión que te causa la isla de Más a Tierra –llamada así hasta 1966, año en que el Gobierno chileno la rebautizó con el nombre del personaje literario– bien podría corresponderse con la escena de una película de piratas. Una amplia ensenada rematada en sus extremos por dos inmensos peñones que casi quisieran abrazarte para darte la bienvenida. Con un poco de imaginación se podrían ver galeones que
despliegan sus velas para recorrerla o abandonarla, como hiciera desde aquí mismo el Cinque Ports en 1704, dejando a su náufrago más famoso, Alexander Selkirk. Las desavenencias con el capitán del barco y el propio estado del navío hicieron desembarcar en la isla a este marinero
escocés que años más tarde serviría de inspiración para el personaje de una de las novelas de aventuras más famosas de todos los tiempos, Robinson Crusoe, de Daniel Defoe. Cuatro años y cuatro meses vivió Selkirk en esta isla hasta que fue rescatado, hace ahora 300 años, por el Duke, que lo llevó de regreso a Inglaterra. Y todo gracias a otro marino, el español Juan Fernández, que en 1574, en el curso de su ruta, navegando hacia el sur para llegar a las costas de Chile, descubrió en este océano un archipiélago que bautizarían con su nombre.

La isla, como parte del archipiélago Juan Fernández, es Parque Nacional de Chile desde 1935 y Reserva Mundial de la Biosfera por declaración de la Unesco en 1977. Su flora es de interés mundial por contener especies endémicas como el manzano y la col de Juan Fernández, la chonta o el canelo, árbol sagrado para los indígenas mapuches. Si la flora es única, también lo es la fauna, que capitanean dos especies igualmente endémicas: el lobo fino de Juan Fernández o lobo de mar de dos pelos, que puede nadar hasta 50 kilómetros por hora y realizar viajes de más de 500, y el picaflor rojo de Juan Fernández, una de las diez aves de la isla que se encuentra en peligro de extinción.

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