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jueves, enero 13

Kurisumasú, navidad en Japón

(Notas de la columna de Fdo Sánchez Dragó en El Mundo del 26 de diciembre)

Los japoneses, para pronunciar el inglés, intercalan vocales de apoyo entre las consonantes. Christmas se convierte en kurisumasú. ¿Navidad en Japón, dónde hay menos cristianos que tréboles de cinco hojas? Pues si, aunque a su manera, tan sui generis como todo lo que sucede en estos pagos, donde la vida transcurre, según explicaban los misioneros del siglo XVI, lo mismo que en España, sólo que al revés.

Los Tokugawa, al darse cuenta de que los intrusos ibéricos iban a quedarse con todo para ponerlo en la cuenta corriente de los Austrias, los mandaron a freir monas y gambas encamisadas (de ellas procede las témporas de la cuaresma) y el cristianismo pasó a la clandestinidad. Pero donde Francisco Javier fracasó triunfaría tres siglos después, tras la subida al trono del Matsukasa Tenno o Emperador Mc Arthur, la larga mano del business y el shopping. [...]

Belenes no hay; misas, tampoco; luces de adorno, si, especialmente en Kobe, donde millones de curiosos llegados desde todos los rincones del país palmotean y exclaman !ooooh! al unísono; Santa Claus, también; villancicos... Algunos ponen, como música de fondo, en los grandes almacenes villancicos en inglés, pero cantados en kanjis, hiraganas y katakanas.

Los nipones se pirran por los regalos. Se los hacen los unos a los otros a todas horas. Es cosa de ver. De ver y de abrir, porque los envuelven con tanto cuento, perifollo y blindaje que a veces no queda más recurso que acudir a un cerrajero o emprenderla a bocados y cuchilladas.

Ese frenesí de toma y daca alcanza su apogeo en Navidad. Millones de transeuntes copan las calles cargados de paquetes. Son mayormente, las parejas jóvenes quienes se los intercambian, como si fuera San Valentín, y luego se van a folgar -es lo que mandan los cánones del noviazgo a la japonesa- a uno de los innumerables "hoteles de amor" que añaden un toque de wasabi a la arquitectura del país.

El 1 y el 2 de enero no se trabaja. El resto del tiempo, sí. A partir de la medianoche del 31, y durante todo el día siguiente, es preceptivo visitar los templos. Las mujeres lo hacen con quimono. [...]

¿Vida nueva? Objetos nuevos. Las calles se convierten en vertederos de despojos. Para rescatar algunos, que suelen estar de buen ver y mejor usar, conviene darse prisa porque los servicios de limpieza son implacables. Hay (o había, hasta que el 93 pinchó la burbuja) de todo: televisores, aspiradores, estufas, secadores de pelo, arroceras, fregonas, películas porno, tomazos de manga...[...]