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martes, enero 22

Los huevos de la libélula

 (La columna de Carmen Chaparro en el Mujer de Hoy del 13 de febrero de 2010. Una bonita historia)

"MAMÁ, SÉ QUE ESTÁS ENFERMA, pero me gustaría que vinieras a mi cama. Te quiero contar algo”. José tiene sólo seis años, pero detecta que algo marcha mal. No es sólo la amenaza de parto prematuro, que tiene a su madre en reposo absoluto. Hay algo más. La madre de nuestra historia cree que su hijo va a confesarle alguna preocupación infantil, pero se queda helada cuando le pregunta: “Mami, ¿qué te ha pasado en el trabajo? ¿Es verdad que tus clientes te quieren, pero que hay compañeros que no han querido hacerte jefa?”.

RESUMIDO EN UNA FRASE infantil, pero sí, así era. Marta, una brillante ejecutiva, se había quedado a las puertas de ser socia en la empresa. “Con la presión de tu embarazo de alto riesgo y tus otros dos hijos ya tienes bastante. Has optado por la maravilla de la maternidad y nosotros no queremos presionarte con más cosas”, le habían soltado los demás socios, como haciéndole un favor. Sí, esas cosas siguen pasando. Y sí, hay hombres ¡y mujeres! que siguen creyendo que el éxito familiar y el laboral no son compatibles. De nada le sirvieron a Marta los años de dedicación, sus excelentes resultados o los cientos de ocasiones en que se perdió horas de estar con sus hijos para conseguir sumar otro éxito a la empresa.

¿QUÉ SE PODÍA HACER? La prioridad, para Marta, era el embarazo, que el bebé naciera bien y con salud. Pero, ¿qué pasaría entonces en el trabajo? La solución le llegó de la mano de quien menos lo esperaba: su hijo José. Enamorado de los documentales sobre naturaleza, imaginó enseguida qué podría hacer su madre. Primera estrategia: la libélula de los huevos pringosos “que protege sus huevos con un líquido que ahuyenta a los depredadores. Los huevos son tus clientes, protégelos”.

Segunda estrategia –de un niño de seis años, no lo olviden–: la ruta migratoria. “Si quieres irte de la empresa, hazlo cuando estés fuerte porque, si no, acabarás como los ñus débiles, devorada en el camino por un cocodrilo”. “¿Y si me quedo?”, preguntó Marta, cada vez más asombrada ante las palabras de José. “Pues, mamá, tienes el súplico de defensa, el sonido de los animales para pedir ayuda a su manada. ¿Es que en tu empresa no saben que tú eres de su manada, que el enemigo está fuera? Tienes que enseñárselo”.

P. D.: ¿Es que en tu empresa no saben que tú eres de su manada? Abrumadora clarividencia de un niño. ¡Cuántas veces la solución está en ver el problema en su manera más simple! La historia de Marta y José la cuenta la directiva Julia Téllez en “Profesionales en evolución” (Lid Editorial).

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