El origen del velo
(Extraído de un artículo de A.S.M. en el suplemento
dominical de El Mundo del 16 de mayo de 2010)
[…] El origen está en el Corán. […] en el Corán hay pautas
sobre cómo debe ir vestida la mujer […].
"Profeta: di a tus mujeres y a tus hijas y a las
mujeres creyentes que se ciñan los velos. Ése es el modo más sencillo de que
sean y no sean molestadas. Dios es
indulgente y remisorio" (Corán, azora 33, 59). Así reza uno de los
versículos sagrado de los musulmanes que hace referencia a cómo debe ser el
atuendo de las mujeres cuando pasean por
la calle o están con personas desconocidas
(pueden con la cabeza descubierta cuando
estén con la familia o el marido).
Sin embargo, no se trata de una orden arbitraria, sino que
responde al momento que vivía la cultura islámica en el siglo VII, cuando fue
escrito el Corán. Alrededor de 620, cuando Mahoma llevaba más de 10 años
predicando, el profeta y sus seguidores de La Meca, decidieron emigrar a la
ciudad de Medina, en la región árabe de Hiyaz, para huir de la persecución a la
que estaban sometidos.
"Allí se forma la primera comunidad musulmana
importante. Las mujeres eran minoría y, cuando tenían que salir por la noche a
la mezquita [los musulmanes rezan cinco veces al día], a veces eran acosadas y
molestadas por hombres. Por eso se recomienda en el Corán que lleven la cabeza tapada,
para protegerlas", detalla Abdennur Prado, presidente de la Junta Islámica
Catalana. Porque el cabello es considerado como uno de los elementos más
atrayentes de las mujeres. “Sí acudes a las fuentes, compruebas que, en origen,
no se trataba de una cuestión sexista y, además, no era una obligación, sino
una recomendación", opina.
En la actualidad, en la mayoría de los países musulmanes, lejos
de la opción de escoger que las mujeres tienen en muchos países occidentales
(no en todos, en algunos países como Francia o Bélgica su uso está prohibido),
llevar la cabeza cubierta -cuando no, el cuerpo entero-, es una imposición.
“En el siglo IX, cuando el Islam se configura como religión
en el contexto de sociedades patriarcales y se generan los códigos de familia
musulmana, se establece el hiyab como
una obligación para la mujer", explica Abdennur Prado. "Se produce
así un salto entre el significado inicial de protección a la mujer a una
imposición religiosa con un significado de subordinación", añade.
Esta norma que establece una relación de inferioridad de la
mujer con respecto al hombre, "es una mala interpretación del Corán; una
lectura totalmente patriarcal", señala el presidente de la Junta Islámica
en Cataluña. "Di a las creyentes que bajen sus ojos, oculten sus partes y
no muestren sus adornos más que en lo que se ve. ¡Cubran su seno con el velo!”,
(Corán, azora 24, 31). Éste es otro de los versículos en los que se basan los
códigos de familia para imponer el uso del hiyab
en la mayoría de los países islámicos. "Y es a partir de que las niñas se
convierten en mujeres, es decir, desde que tienen la menstruación", aclara
Abdennur.
En plena polémica, muy pocos recuerdan que en nuestro país,
hasta hace algunos años, era común ver a las señoras en la iglesia con un velo
similar al hiyab. Se trataba de una
obligación "recogida en la Carta a los Corintios de San Pablo, en el
capítulo 11", apunta Antonio Alonso, profesor de Doctrina Social de la Iglesia
de la Universidad San Pablo-CEU. "Cuerpo y alma son uno. Lo que se haga
con el primero repercute al segundo. Y se entiende que se recibe mejor la
Eucaristía cuando cuerpo y alma están en actitud de recogimiento",
describe Alonso. Esta norma "desaparece en 1983, en el Código de Derecho
Canónico promulgado por Juan Pablo II”, señala Alonso. Poco a poco, las mujeres
dejaron de llevarlo.
Las monjas y las novias (aunque éstas, cada vez menos)
siguen ocultando su cabello bajo una toca. “Tiene su origen en la religión judía,
cuyas mujeres llevaban siempre la cabeza cubierta como signo de distinción y
pertenencia al pueblo judío, a Dios. Las religiosas lo lucen con el mismo
significado y las novias, en la boda, lo lucen en representación de la Iglesia,
que pertenece a Cristo, representado en el marido", concluye.
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