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jueves, septiembre 11

'Nica' Rothschild:Mujer blanca busca jazz



(Un artículo de Pablo Sanz en El Mundo del 6 de abril de 2014)

Su padre le puso nombre de mariposa debido a su afición a la entomología, aunque lo que realmente hizo fue presagiarle metafóricamente una vida marcada por la libertad. La historia de Kathleen Annie Pannonica Rothschild de Koenigswarter (1913-1988) hoy nos llega envuelta entre titulares de jazz, aunque ya antes, en la primera mitad del siglo pasado, fuera igualmente una mujer excepcional combatiendo el nazismo junto a Charles De Gaulle. Luego sí, luego fue una millonaria blanca entre jazzistas negros, Nica, la baronesa del jazz, testigo de la muerte de Charlie Parker y amante y admiradora durante 30 años de Thelonious Monk. 

[Se ha publicado] la edición en castellano del libro que escribiera hace dos años su sobrina-nieta Hannah Rothschild, Panonnica (Editorial Circe, 352 páginas, 19 euros), en lo que supone otra oportunidad para rememorar una vida sin bridas y a ritmo de bebop. La primera parte de la publicación se ocupa de esa vida familiar de la que fuera cuarta hija de un matrimonio perteneciente a una de las dinastías financieras más poderosas e influyentes de Europa, los Rothschild. Sus padres, después, asistirían con distintos grados de permisividad y complicidad a las posteriores aventuras y desventuras de Pannonica tras su divorcio del barón Jules de Koenigswater y su entrega total al jazz.
Fue un periodo convulso y excitante para la baronesa, que vio nacer a cinco hijos y se desenvolvió entre lujosas mansiones que recibían la visita de magnates, miembros de la realeza, políticos, intelectuales... Y no sólo eso. Cuando llegaron los años 40, Nica se dejó la piel por el ejército francés que siguió combatiendo a los alemanes en la II Guerra Mundial: pilotó aviones y ejerció de espía ocasionalmente. 

Tras una posguerra aburrida y acomodada gracias a la carrera diplomática de su marido, Pannonica fue tomando cada vez más contacto con el jazz, escuchando discos, asistiendo a conciertos y conociendo a intérpretes venerables, como el pianista Teddy WiIson. Hasta que un día descubrió que su afición a esta música en realidad era puro amor. Se separó de su marido y se instaló en el Nueva York de los años 50. Nadie de su entorno y mucho menos fuera de él llegó a entender su decisión, que implicaba el abandono de una vida llena de lujos y carente de cualquier preocupación. «Sólo se vive una vez», solía decir y así nos lo recuerda en estas líneas su sobrina-nieta, que ha entrevistado a músicos, familiares, intelectuales y periodistas para completar la biografía de Nica. 

Nica tuvo su primera relación sentimental con un jazzista de leyenda cuando conoció al baterista Art Blakey. Por entonces ya contaba con amigos de la talla de Sonny Rollins, Miles Davis, Horace Silver, Sonny Clarke, Barry Harris, Tommy Flanagan, Bud Powell, Kenny Dorham y... Charlie Parker, a cuyo nombre se asociaría la baronesa para siempre al ser testigo de la muerte del saxofonista e inventor del bebop en una noche de 1955 en su apartamento del Stanhope Hotel. 

Un poco después, conocería a Thelonious Monk en París, mientras probablemente Miles Davis paseaba junto al Sena de la mano de Juliette Gréco, iniciándose una historia de amor que a menudo no fue tan física como espiritual, y que se prolongó durante los últimos 30 años del pianista y compositor de clásicos como Round midnight.
 
Entre medias, a nadie se le escapa que hubo de convivir con el desprecio de una parte de la sociedad americana, máxime cuando se la veía recorriendo las calles de Nueva York, primero con su Rolls Royce y luego con su Bentley descapotable, rodeada de jazzistas negros. "La puta de los negros», la solían insultar. El posterior declive físico de Monk, así como hechos como el sucedido en 1958, cuando se auto inculpó como portadora de drogas para exculpar a su idolatrado amigo, complicaron poco a poco la relación de la pareja, que contó con una aliada igualmente excepcional, de la que poco se habla: NeIlie, la esposa del pianista, que bien daría para otro libro. 

Monk murió en 1982 y seis años después Pannonica, Nica, la baronesa del jazz. En sus últimos años ya nada fue igual, pero su entrega por el jazz siguió siendo plena y sincera, haciéndose cargo y dignificando los funerales de músicos como Bud Powell o Coleman Hawkins, o enseñando a leer a maestros como Lionel Hampton. Murió el 30 de noviembre de 1988, dejando a la familia un único deseo: que esparcieran sus cenizas en el no Hudson... alrededor de la medianoche. 

Su nombre hoy está en multitud de composiciones (Nica, My dream of Nica, Blues for Nica, Thelonica, Pannonica...), y también nos llega a través de otras referencias literarias como Three wishes o Nica's dreams, así como documentales Straight, no chaser de Charlotte Zwerin o The Jazz Baroness, de la propia Hannah Rothschild. No menos reveladoras resultan sus apariciones en la película Bird de Clint Eastwood o en el cuento El perseguidor de Julio Cortázar, aquí como marquesa Tica. Y siempre igual: excéntrica, noble, visionaria, rebelde, intensa y, sobre todo, apasionada del jazz.

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