'Nica' Rothschild:Mujer blanca busca jazz
(Un artículo de Pablo Sanz en El Mundo del 6 de abril de
2014)
Su padre le puso nombre de mariposa debido a su afición a la
entomología, aunque lo que realmente hizo fue presagiarle metafóricamente una
vida marcada por la libertad. La historia de Kathleen Annie Pannonica
Rothschild de Koenigswarter (1913-1988) hoy nos llega envuelta entre titulares de
jazz, aunque ya antes, en la primera mitad del siglo pasado, fuera igualmente una
mujer excepcional combatiendo el nazismo junto a Charles De Gaulle. Luego sí,
luego fue una millonaria blanca entre jazzistas negros, Nica, la baronesa del jazz, testigo de la muerte
de Charlie Parker y amante y admiradora durante 30 años de Thelonious Monk.
[Se ha publicado] la edición en castellano del libro que
escribiera hace dos años su sobrina-nieta Hannah Rothschild, Panonnica (Editorial Circe, 352 páginas,
19 euros), en lo que supone otra oportunidad para rememorar una vida sin bridas
y a ritmo de bebop. La primera parte
de la publicación se ocupa de esa vida familiar de la que fuera cuarta hija de un
matrimonio perteneciente a una de las dinastías financieras más poderosas e
influyentes de Europa, los Rothschild. Sus padres, después, asistirían con
distintos grados de permisividad y complicidad a las posteriores aventuras y desventuras
de Pannonica tras su divorcio del barón Jules de Koenigswater y su entrega total
al jazz.
Fue un periodo convulso y excitante para la baronesa, que
vio nacer a cinco hijos y se desenvolvió entre lujosas mansiones que recibían
la visita de magnates, miembros de la realeza, políticos, intelectuales... Y no
sólo eso. Cuando llegaron los años 40, Nica se dejó la piel por el ejército francés
que siguió combatiendo a los alemanes en la II Guerra Mundial: pilotó aviones y
ejerció de espía ocasionalmente.
Tras una posguerra aburrida y acomodada gracias a la carrera
diplomática de su marido, Pannonica fue tomando cada vez más contacto con el jazz,
escuchando discos, asistiendo a conciertos y conociendo a intérpretes venerables,
como el pianista Teddy WiIson. Hasta que un día descubrió que su afición a esta
música en realidad era puro amor. Se separó de su marido y se instaló en el Nueva
York de los años 50. Nadie de su entorno y mucho menos fuera de él llegó a
entender su decisión, que implicaba el abandono de una vida llena de lujos y carente
de cualquier preocupación. «Sólo se vive una vez», solía decir y así nos lo
recuerda en estas líneas su sobrina-nieta, que ha entrevistado a músicos,
familiares, intelectuales y periodistas para completar la biografía de Nica.
Nica tuvo su primera relación sentimental con un jazzista de
leyenda cuando conoció al baterista Art Blakey. Por entonces ya contaba con amigos
de la talla de Sonny Rollins, Miles Davis, Horace Silver, Sonny Clarke, Barry Harris,
Tommy Flanagan, Bud Powell, Kenny Dorham y... Charlie Parker, a cuyo nombre se asociaría
la baronesa para siempre al ser testigo de la muerte del saxofonista e inventor
del bebop en una noche de 1955 en su
apartamento del Stanhope Hotel.
Un poco después, conocería a Thelonious Monk en París,
mientras probablemente Miles Davis paseaba junto al Sena de la mano de Juliette
Gréco, iniciándose una historia de amor que a menudo no fue tan física como
espiritual, y que se prolongó durante los últimos 30 años del pianista y
compositor de clásicos como Round midnight.
Entre medias, a nadie se le escapa que hubo de convivir con
el desprecio de una parte de la sociedad americana, máxime cuando se la veía recorriendo
las calles de Nueva York, primero con su Rolls Royce y luego con su Bentley
descapotable, rodeada de jazzistas negros. "La puta de los negros», la solían
insultar. El posterior declive físico de Monk, así como hechos como el sucedido
en 1958, cuando se auto inculpó como portadora de drogas para exculpar a su
idolatrado amigo, complicaron poco a poco la relación de la pareja, que contó
con una aliada igualmente excepcional, de la que poco se habla: NeIlie, la esposa
del pianista, que bien daría para otro libro.
Monk murió en 1982 y seis años después Pannonica, Nica, la baronesa del jazz. En sus últimos años
ya nada fue igual, pero su entrega por el jazz siguió siendo plena y sincera, haciéndose
cargo y dignificando los funerales de músicos como Bud Powell o Coleman Hawkins,
o enseñando a leer a maestros como Lionel Hampton. Murió el 30 de noviembre de 1988,
dejando a la familia un único deseo: que esparcieran sus cenizas en el no
Hudson... alrededor de la medianoche.
Su nombre hoy está en multitud de composiciones (Nica, My dream of Nica, Blues for Nica, Thelonica,
Pannonica...), y también nos llega a través de otras referencias literarias
como Three wishes o Nica's dreams, así como documentales Straight, no chaser de Charlotte Zwerin
o The Jazz Baroness, de la propia
Hannah Rothschild. No menos reveladoras resultan sus apariciones en la película
Bird de Clint Eastwood o en el cuento
El perseguidor de Julio Cortázar, aquí
como marquesa Tica. Y siempre igual: excéntrica, noble, visionaria, rebelde,
intensa y, sobre todo, apasionada del jazz.
Etiquetas: Pongámosle música
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