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domingo, noviembre 22

Ampleforth: escuela de la élite católica en Gran Bretaña



(Un reportaje de Íñigo Gurruchaga en el Heraldo de Aragón del 15 de agosto de 2015)

En Reino Unido, de mayoría anglicana, el prestigioso colegio de monjes benedictinos forma a 600 alumnos. Por sus aulas han pasado ministros y embajadores.

David Lambon, el nuevo ‘headmaster’ de Ampleforth y el primer seglar, dice en un momento de la conversación: "Esta es una escuela católica, no es una escuela para católicos". Puede ser que esa frase explique en parte la confianza contemporánea de los católicos en Reino Unido y el cambio en una institución que quiere ser más internacional, tras dos siglos como centro de formación de un segmento de la élite británica.

San Agustín de Canterbury llegó al este de Inglaterra en el final del siglo VI para evangelizar la tierra pagana de los anglosajones. Era un monje benedictino. Fue el primer arzobispo de Canterbury y sembró la semilla de la propagación del cristianismo. En el final del primer milenio, una comunidad de benedictinos se asentó en lo que hoy es la abadía de Westminster, la iglesia de la corona.

La reforma protestante tuvo aspectos peculiares en Inglaterra, donde las doctrinas de Calvino y de Lutero no prosperaron en la corte de Enrique VIII, que tenía inquietudes matrimoniales más urgentes. Pero, tras la negativa de Roma a concederle la separación de Catalina de Aragón, el rey disolvió los monasterios y conventos en la mitad del siglo XVI, como ocurrió en la Europa del norte protestante, pero declarando su supremacía en la Iglesia.

Dos monjes procedentes de un monasterio italiano establecieron contacto en 1607 con Sigebert Buckley, superviviente de la comunidad benedictina de la Abadía de Westminster. Ampleforth fue fundado como monasterio benedictino y escuela dos siglos después, cuando se suavizaron, en la primera mitad del siglo XIX, las leyes que fundaron la persecución o marginación de los católicos, pero reclama orgulloso su conexión con Westminster y los orígenes del cristianismo en Inglaterra.

Es un lugar imponente. Desde sus comienzos como comunidad de monjes acogidos con sigilo en la mansión de la familia Fairfax, que había mantenido su profesión de fe a la vieja Iglesia católica, es decir, universal, los benedictinos han levantado su abadía, donde hoy viven setenta monjes, dos colegios, de primaria y secundaria, pabellones residenciales, un hostal para retiros... todo ello en un hermoso valle al norte de York, en el que hay campos de rugby, tenis, cricket, golf, bosques y prados.
"A veces me gustaría que fuésemos más pobres, pero tenemos una larga historia y no creo que vayamos a venderlo todo", dice con humor el padre Matthew Burns, un hombre jovial al que le parece que una de las debilidades de la Iglesia Católica es que "hemos tenido miedo del Espíritu Santo, de lo carismático, porque somos demasiado correctos".

El colegio de Ampleforth, dedicado inicialmente a formar a la élite católica como Eton formaba a la anglicana, pone ahora más acento en las becas para acoger a alumnos de la comarca colindante o de otros lugares, pero mantiene la estructura básica. Los monjes de la abadía son la referencia espiritual de la educación, ofician las misas diarias en los pabellones donde residen los pupilos, son sus guías pastorales; aunque un 15% de los seiscientos alumnos no sean católicos.

En la escuela primaria, para niños y niñas de 3 a 13 años, alumnos españoles y latinoamericanos en régimen de internado charlan durante el almuerzo mostrando personalidades confiadas para su edad, contentos de su experiencia, de las relaciones con pupilos de otros países, de la calidad de los profesores y de los campos de juego. El comedor, con paneles de roble, da una idea de la arquitectura del castillo de Gilling, la vieja mansión de los Fairfax, en la que se aloja. En los pabellones residenciales de la escuela secundaria, los alumnos comparten habitaciones de dos o tres camas, las puertas de los dormitorios con sus mesas de estudio siempre abiertas. Cada pabellón tiene un ‘housemaster’, que reside en el edificio junto a su familia y atiende las necesidades de los pupilos a su cargo, al mismo tiempo que imparte clases en la materia de su especialización. El primer ‘housemaster’ seglar fue nombrado en 1988 y en 2011 se retiró de esa función el último monje que la ejerció.

La lista de antiguos alumnos incluye a los Fitzalan-Howard, detentadores del ducado de Norfolk, que son la cabeza de los ‘recusantes’ católicos en la Inglaterra anglicana y ejercen como ‘condes-mariscales’, el cargo hereditario -octavo en la jerarquía del Estado- más importante después de la familia real. Se ocupan de la organización de las grandes ceremonias: coronaciones, funerales, inauguraciones del Parlamento... Y la lista incluye también a ministros, embajadores, grandes duques de Luxemburgo, príncipes imperiales de México, reyes de Lesoto, al actor Rupert Everet o al excéntrico Alexander Fermor-Hesketh, tercer barón de Hesketh, en su día empresario de la Fórmula 1. El guionista de ‘Downton Abbey’, Julian Fellowes, estudió en Ampleforth.

Los resultados académicos de la escuela son excelentes. Y el colegio quiere ampliar el número de estudiantes extranjeros. El ‘headmaster’ de la escuela primaria, Mark O’Donnell, cree que esa presencia de españoles, franceses o latinoamericanos les obligará a prestar más atención al fútbol.

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