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martes, junio 28

Perú, cerca del cielo

(Un texto de María León en la revista Mujer de Hoy del 18 de julio de 2015)

Del misticismo del Machu Picchu y las fiestas al sol a la Modernidad de Lima y el museo de Mario Testino. Un destino con estilo, cultura, tradición, sabor y mucho color...
Mi viaje a Perú se dividió en dos grandes partes: cuatro días de cultura urbana en Lima y otros cuatro de turismo más rural y milenario en Cusco, el Valle Sagrado y Machu Picchu. ¡El complemento perfecto para disfrutar de Perú al 100%!

Antes de contaros con detalle mi experiencia, me gustaría resaltar el gran tesoro cultural que podéis disfrutar en Perú. Es un país con 20.000 años de historia, que, tras un siglo XX difícil (dictaduras, terrorismo, crisis), se encuentra en pleno desarrollo y con un gran potencial económico, cultural y turístico.

El fotógrafo Mario Testino, el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, la compositora Chabuca Granda (autora de 'La flor de la canela', que popularizó mi admirada Mª Dolores Pradera) o los chefs Gastón Acurio y Virgilio Martínez son solo algunos de los nombres clave en la cultura peruana. ¡Pero vamos por partes!

Mi viaje, como os decía, empezó en Lima, fundada en 1535 por colonos españoles, que la llamaron 'Ciudad de los Reyes'. Hoy, con más de 10 millones de habitantes, es una de las 30 más pobladas del mundo. Mis barrios favoritos son Barranco (bohemio, colorido, muy artístico) y Miraflores (residencial, muy tranquilo, con restaurantes que son templos gastronómicos y el Parque del Amor, inspirado en el Güell de Barcelona). En esta zona está el hotel Belmond Miraflores Park, un paraíso frente al mar. ¡Ideal para meditar! Su piscina es espectacular y junto a ella disfruté de un desayuno, con unas vistas impresionantes, en el restaurante The Observatory.

Lima es cultura y la prueba está en sus museos. Mi primera visita fue al Museo Larco, con una colección privada de arte precolombino de más de 40.000 piezas que demuestran, entre otras cosas, que los piercings y maquillajes... ¡ya estaban de moda en la época inca! Allí, además de las obras de arte, me sedujeron los jardines, el Café del Museo y sus tiendas, donde conocí la firma de sombreros Maison Bonzanmi... ¡un capricho!

Pero ya sabéis que me chifla el arte contemporáneo, así que visité el Museo de Arte de Lima (MALI), donde me recibió la española María Luisa Muñoz-Cobos. Es el único museo con una colección completa de arte peruano y, tras su reforma, será uno de los centros de arte más importantes de Sudamérica.

El fotógrafo de moda Mario Testino tiene su propio museo, MATE, en el barrio de Barranco. Allí también podréis disfrutar del Museo Pedro de Osma, con una soberbia colección de arte virreinal que tuve la suerte de conocer de la mano de la guapísima Sassa de Osma. Si buscáis artistas emergentes, perdeos por las galerías de este barrio, en especial la de mi amigo sevillano Pepe Cobo. ¡Os encantará!

De lanas y paladares 
Si de moda hablamos, me impactó el atelier de Alessandra Petersen, que emplea materiales del país, como lanas de alpaca, llama, vicuña y guamaco. Ya os he contado que, cuando viajo, me gusta descubrir la artesanía local y llenar mi maleta con piezas especiales, y para eso Perú es ideal: sus colores y materiales marcan la diferencia de cualquier look.

Y como la cultura también se paladea, me dejé seducir por una de las gastronomías más admiradas del mundo. El tiradito y el ceviche son dos de los platos más conocidos de la cocina peruana (ideales para comer sano y fresquito, por cierto), pero no os olvidéis del solterito (ensalada de habas, tomate y queso) o la causa, con patata, verdura... y mucha historia, porque los incas metían mensajes dentro del plato para comunicarse entre ellos durante la época colonial. Aquí, por cierto, podréis encontrar 4.600 variedades de patata.

'Rafael' es uno de los restaurantes más clásicos de Lima, muy frecuentado por 'socialitès'. La carta se compone de recetas autóctonas y el ambiente, muy romántico, es ideal para disfrutar de un delicioso pisco sour, el cóctel típico peruano.

Más contemporáneos son Central, de Virgilio Martínez (el cuarto mejor restaurante del mundo, según la guía Pellegrini), donde tienen el auténtico protagonismo los ingredientes conseguidos a diferentes profundidades de la Tierra; o Maido, con una magnífica fusión japonesa-peruana (espectaculares su asado de tira y el sashimi de erizo).

Raíces incas
Las raíces incas de Perú están en Cusco, el Valle Sagrado y Machu Picchu. Cusco (no Cuzco, que significa perro pequeño en quechua, y no se usa desde 1971) es Patrimonio de la Humanidad desde 1983 y fue la capital del imperio inca... ¡El ombligo del mundo en su tiempo! Ojo cuando viajéis allí, porque seguramente sufriréis mal de altura (está a más de 3.000 metros). Para combatirlo, nada mejor que productos hechos a base de hoja de coca.

Si visitáis Cusco hacia el 24 de junio, disfrutaréis de los bailes y el ambiente animadísimo de la fiesta del Sol. No os perdáis el templo inca Sacsayhuaman, la Plaza de Armas, Koricancha (un importante centro religioso), el mercado de San Pedro o el barrio de San Blas, un 'must' con aire bohemio.
En la ruta gastro no puede faltar Chicha, el restaurante de Gastón Ascurio, además del Map Café, de Coque Ossio, en el patio del Museo de Arte Precolombino. Después de una cena, nada mejor que tomar una copa en el Museo del Pisco o en Fallen Angel, un divertido local con una atmósfera un tanto 'kitsch'.
 
Cerca de Cusco están Moray, un enclave arqueológico perfectamente conservado, y las salineras de Maras, un prodigio inca para conseguir sal... ¡en plena montaña! Mi recomendación culinaria es el Parador de Moray, con platos típicos y un entorno de película.

El Valle Sagrado es un vergel donde se produce el mejor maíz de Perú y se levantan bellos pueblos coloniales. Uno de mis favoritos es Ollantaytambo, con una majestuosa fortaleza; pero, sin duda, la seña de identidad más conocida del Valle Sagrado es Machu Picchu, una de las siete maravillas del mundo. Este antiguo poblado inca, construido en piedra a mediados del siglo VI, fue residencia de descanso del primer emperador inca, Pachacutec, y santuario religioso. Lo ideal es visitarlo por la mañana y por la tarde, porque la luz cambia tanto... ¡que la visión es totalmente distinta! Y creedme: madrugar para ver amanecer allí es un regalo para los sentidos.

Para ello hay que descansar bien, y nada mejor que hacerlo en el Hotel Río Sagrado del grupo Belmond, un lugar espectacular situado en pleno Valle Sagrado y frente al río Urubamba; o el Inkaterra Machu Picchu Pueblo Hotel, un paraíso que guarda la esencia peruana, muy próximo a la antigua ciudad y donde te parece estar en plena selva. Cameron Díaz o Antonio Banderas han sido huéspedes... ¡y tienen una decoración con mucho estilo! Otro hotel que me conquistó fue La Casona, en Cusco, un hotel boutique en un antiguo monasterio, lleno de detalles... ¡hasta un baño con aceites esenciales!

Junto a Machu Picchu está Aguas Calientes, un pueblo turístico donde lo ideal es llegar en el tren de lujo Hiram Bingham, de Orient Express, que debe su nombre al explorador que descubrió Machu Picchu. El trayecto, de una hora y media, es un placer en el que se disfruta de una comida especial servida con mantel, vajilla y cristalería con sello propio, acompañada de música peruana en vivo. Otra opción más sencilla, pero también interesante, es el Perú Rail, en el que pasan un desfile de modelos con ropa autóctona que se puede comprar en el mismo tren.

Como habréis podido comprobar, Perú es un país riquísimo en cultura, con múltiples opciones para desplegar los sentidos. ¿Os confieso un secreto? A veces me siento como Willy Fog, cada día en un destino. Pero cuando abría los ojos durante estos ocho días sabía perfectamente que estaba en Perú... ¡por la energía tan especial que desprende!

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