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viernes, octubre 20

Cofactor, la alergia oculta

(Un texto de S. Vivas en la revista Mujer de Hoy del 25 de junio de 2016)

¿Es posible sufrir una reacción alérgica por comer huevo e ir el gimnasio? La respuesta se esconde en algo llamado cofactor, que puede complicar, y mucho, el diagnóstico de estos pacientes.

Carmen fue a comprar los regalos de toda la familia en plena canícula a un gran centro comercial y con los niveles de estrés por las nubes. Una combinación de factores que le salió cara. En plena vorágine decidió comerse un sándwich allí mismo para no perder tiempo. Un bocadillo cuyos ingredientes había probado cientos de veces. Pero esta vez algo salió mal. Una hora más tarde sufrió una reacción anafiláctica grave y acabó en urgencias. 

"La combinación del bocadillo con el estrés, el calor y el esfuerzo físico precipitaron la respuesta alérgica", explica el doctor Pedro Ojeda, especialista en alergología de la Clínica Ojeda de Asma y Alergia, mientras expone el caso de Carmen en las XX de Nutrición Práctica como ejemplo de alergia alimentaria potenciada por cofactores. Pero ¿qué es un cofactor? Pues uno de los miembros de una lista muy exclusiva de situaciones capaces de exacerbar la reactividad de nuestro sistema inmunitario y de desencadenar una reacción alérgica que de otro modo no se produciría.

Son situaciones muy comunes y variadas (desde la menstruación al calor) y quienes sufren sus consecuencias viven en el centro de una tormenta perfecta: el huracán los rodea, pero ellos creen que todo está en calma. Aunque en realidad, no es así. Estas personas son alérgicas, pero también son capaces de exponerse al alérgeno al que están sensibilizados sin sufrir las consecuencias de tener un sistema inmunitario sobreprotector... hasta que esa exposición coincide con una, dos o tres de estas casualidades. Y entonces sí, su alergia se manifiesta de manera inesperada y, en algunos casos, explosiva.

"Es un cuadro clínico poco común, que lleva descrito, como mucho, una década y que es difícil de diagnosticar porque, además, el umbral de reactividad del mismo individuo varía de un día a otro", resume el doctor Ojeda.

Trabajo de detectives

Los alergólogos sospechan que estos cofactores son el enemigo oculto cuando a su consulta llegan personas con una reacción alérgica sin una causa aclarada o cuando esta ha sido anormalmente grave para el grado de sensibilización que muestra ese paciente con las pruebas en la mano. "Las alergias que más se suelen potenciar por cofactores son las alimentarias ya que algunos de ellos favorecen la absorción de alérgenos en el tracto digestivo", explica el doctor Ojeda.

Con cada nuevo caso, comienza pues un trabajo de detectives, ya que para complicar aún más las cosas, las reacciones alérgicas de estos pacientes no suelen ocurrir de forma inmediata a la ingesta del alérgeno. "Por un lado, estas alergias se comportan como todas las demás: es necesaria la sensibilización, es decir, la creación de anticuerpos de alergia del tipo IgE frente a una proteína alergénica y tienen las mismas manifestaciones que el resto de las alergias. Pero son diferentes en que no ocurren cada vez que comemos el alimento al que somos alérgicos, la reacción es retardada con respecto al momento de haberlo consumido y, por último, no son susceptibles de curarse con los tratamientos de desensibilización", resume el dr. Ojeda.

Con tantos factores en contra, ¿cómo se desenmascara a los culpables? Pues aparte de las clásicas pruebas alérgicas (cutáneas o sanguíneas) que comprueban que, efectivamente, la persona sufre una sensibilización alérgica, en ocasiones es necesario recurrir a pruebas de "provocación". Por ejemplo, se le hace comer el alimento y hacer después esfuerzo físico. Unas pruebas muy arriesgadas, que deben ser realizadas siempre por un alergólogo y en un hospital.

Son cofactores bien reconocidos el ejercicio físico, los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, el estrés, el calor, las bebidas alcohólicas y los cambios hormonales. Y, a priori, aún se desconoce qué alergias necesitan cofactores para dar problemas, aunque algunas tienen más probabilidades de llevarse el premio gordo a la alergia más complicada.

"Se piensa que se dan predominantemente en personas que se sensibilizan a proteínas muy estables de los alimentos, resistentes a la degradación térmica de la cocción y enzimática del tracto digestivo, como las proteínas LTP presentes en algunas frutas o verduras, la omega-5-gliadina del trigo o las tropomiosinas de los crustáceos, entre otras. El trigo, por ejemplo, está implicado en más de la mitad de los casos", expone el dr. Ojeda.

Evitar problemas

El pilar fundamental del tratamiento es tener bien identificado el alérgeno responsable y dar instrucciones al paciente para evitar la combinación de su ingesta y los cofactores. Pero en ocasiones hacer que ambos no coincidan es tan complicado que se aconseja realizar una dieta exenta del alimento implicado. "Además, se debe instruir al paciente en el uso adecuado de la medicación necesaria para tratar una reacción (antihistamínicos, corticoides y adrenalina autoinyectable) e insistirle en llevar siempre consigo la medicación", concluye el especialista. Porque una vez que vives en el ojo del huracán, más vale estar alerta por si el calor o correr detrás del autobús provoca el desastre.
Los 6 factores que pueden llevarte a una consulta de alergia:
  1. Ejercicio. El problema con este cofactor es que la persona no relaciona la reacción alérgica con la ingesta del alimento porque esta aparece hasta cinco horas después de haberlo ingerido. El mecanismo por el cual un esfuerzo físico tiene capacidad para aumentar la reacción alérgica es doble: por un lado, facilita la absorción intestinal de alérgeno y, por otro, rebaja el umbral de activación de las células inflamatorias.
  2. Fármacos. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como el ibuprofeno o el paracetamol, pueden potenciar las reacciones anafilácticas incluso si se toman 24 horas antes que el alimento que da alergia. Los antiácidos también favorecen la exposición del sistema inmunitario a los alérgenos. Y relajantes musculares y opiáceos aumentan la reactividad de las células inflamatorias.
  3. Infecciones. Actúan como un factor favorecedor de anafilaxia en el 2- 3% de las que se producen en niños y del 1 -11% de las suceden en adultos.
  4. Hormonas. Los cambios hormonales del ciclo menstrual pueden incrementar el riesgo en momentos concretos de dicho ciclo.
  5. Alcohol. Su consumo puede ser el potenciador de una reacción alérgica hasta en el 15% de las personas que sufren una anafilaxia.
  6. Otros factores. Las temperaturas extremas (ambientes calurosos o muy fríos) también pueden estimular la reactividad alérgica. Además, las situaciones de estrés o nerviosismo y, por ejemplo, en niños, las rabietas coincidiendo con la toma de un alimento, contribuyen a inducir o potenciar una reacción alérgica.

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