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sábado, marzo 10

Paradoja de Newcomb

(Un texto de Gonzalo de Diego Ramos en elconfidencial.com del 1 de diciembre de 2016)

El enigma de 1960 que ni siquiera han podido resolver los filósofos.Una simple incógnita con dos cajas lleva décadas dando lugar un debate todavía no resuelto en el que se ponen en juego complejos conceptos de lógica.

Desde hace más de 50 años, la paradoja de Newcomb ha hecho devanarse los sesos a una cantidad ingente de filósofos (sobre todo, especialistas en la teoría de la decisión) así como a personalidades de la comunidad científica. Entre las dos posibilidades que presenta el problema, los partidarios de una u otra opción se muestran incapaces de conciliar sus posturas.

Este enigma fue propuesto en 1960 por el profesor de física teórica William Newcomb, del Laboratorio Lawrence Livermore de la Universidad de California. El divulgador y filósofo de la ciencia Martin Gardner fue, sin embargo, quien lo popularizó a través de su columna en la revista 'Scientific American'. ¿Te pica la curiosidad? Dejemos entonces los preámbulos y veamos, realmente, qué plantea el problema.

La paradoja

Se presentan ante ti dos cajas cerradas, A y B

A contiene 1.000 euros y B contiene 1.000.000 de euros o, por el contrario, está completamente vacía. Tienes dos opciones:
1. Coger solo la caja B.
2. Coger las dos cajas.

Tras tu eleccción, te quedarás con todo el dinero de sendas cajas. El objetivo final es conseguir la mayor cantidad de euros posible.

Pero ahora viene el problema. El test ha sido ideado por un ser con unas capacidades predictivas infalibles, iguales o superiores a las del Pulpo Paul. Si el oráculo ha vaticinado que cogerás solo la caja B, pondrá dentro un cheque con 1.000.000 de euros. Si piensa que cogerás las dos cajas, dejará vacía la caja B. 

Te avisamos de que este ser ha previsto cosas tan aparentemente imposibles como que Donald Trump acabaría ganando las elecciones en Estados Unidos o que Reino Unido iba a votar sí en el Brexit.
¿Qué opción eliges?

Razonamientos

Para efectuar tu elección, tu pensamiento puede discurrir de dos maneras:
1. Considerando que el oráculo acierta el 100% de las veces, si el jugador se lleva solo la caja B, obtendrá 1.000.000 de euros. Si el jugador se lleva ambas cajas, la B estará vacía, por lo que se llevará 1.000 euros. La lógica dice entonces que deberías escoger solo la caja B.
2. Sin embargo, existe otra posibilidad algo más enrevesada, pero igualmente lógica y válida. La decisión del oráculo ya está hecha, tu destino está marcado. La caja B o tiene el millón de euros o no lo tiene, pero en este momento es ya imposible cambiar su contenido. El jugador debe coger las dos cajas, ya que tenga lo que tenga la caja B, obtendrá siempre 1.000 euros más. Es decir, eligiendo las dos cajas se llevará, de todos modos, lo que haya en la caja A. Según esta suposición, el jugador debería elegir siempre las dos cajas.

La opinión de los sabios

Si los motivos para elegir una alternativa u otra no te han quedado completamente claros, siguiendo este artículo publicado en 'The Guardian' trasladamos las posibilidades a los razonamientos de dos expertos filósofos:

1. Partidario de elegir solo la caja B se muestra el Dr. Arif Ahmed, lector de filosofía en la Universidad de Cambridge y autor del libro 'Evidence, Decision and Causality'.

"Sabes que este oráculo no va a fallar nunca. Así que hagas lo que hagas, ¡lo habrá previsto! Si eliges solo la caja B, ya lo habrá adivinado y te llevarás el millón de euros. Si coges las dos cajas por alguna razón (por ejemplo, por lo que va a decir a continuación mi colega), habrá vaticinado eso y te quedarás solo con 1.000 euros. Claramente tienes que elegir solo la caja B".

2. El Dr. David Edmonds, autor y editor de varios libros de filosofía, entre ellos 'Philosophers Take On the World', se muestra, por el contrario, defensor de quedarte con las dos cajas:

"El oráculo ya ha hecho su predicción antes de que tú hayas decidido. Por consiguiente, ya ha puesto 1.000.000 de euros en la caja B... o no. ¿Qué pierdes eligiendo las dos cajas? ¡No puedes influir de ningún modo sobre una decisión tomada en el pasado desde una decisión hecha en el presente! Piénsalo de esta manera. Imagina que en el lado de la caja B, opuesto a mí, hubiera un cristal. Supón que tengo un amigo que puede ver a través de ese cristal, y por tanto, él sabe si realmente allí hay, o no, un millón de euros. Si a mi amigo le permitieran comunicarse conmigo, ¿cuál sería su consejo? Seguramente que cogiera ambas cajas. Si el millón está allí, no va a desaparecer así de repente por mi decisión de coger las dos cajas. Coger las dos cajas siempre me hará ganar un extra de 1.000 euros en comparación con coger solo la caja B.

Vueltas y más vueltas

Se considera que esta incógnita es una paradoja, ya que posee una contradicción: se da la circunstancia de que no hay libre albedrío, pero al mismo tiempo el libre albedrío está implícito en el problema; si no, el jugador no estaría realizando una elección auténtica.

Por lo que respecta a los partidarios de una u otra postura, se ha afirmado que quienes normalmente eligen una sola caja son más irracionales que los que eligen las dos, ya que estos últimos llegan a un planteamiento igualmente lógico, pero más elaborado. Se ha querido ver, también, que las personas afrontan el problema desde su ideología, pues los que eligen solo la caja B creerían en el libre albedrío, mientras que los que eligen las dos serían más bien deterministas.

Su sencillo planteamiento lleva, por otro lado, a que se desarrollen teorías de lo más originales. Por poner un solo ejemplo, veamos la siguiente: en un mundo donde existieran los oráculos infalibles, la causalidad podría ser inversa, es decir, el futuro influiría sobre el pasado. Si una persona sabe lo que va a pasar en el futuro, y dicho acontecimiento afecta a sus acciones, entonces los eventos del futuro generarán consecuencias en el tiempo pretérito. Ergo, la decisión del jugador habría sido la que hubiera provocado la acción del oráculo y no al revés. ¿Qué se extrae de toda esta locura? Pues que si existieran los adivinos perfectos... el libre albedrío también dejaría de existir
 


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