Zimbabue, el paraíso perdido de Doris Lessing
(Un texto de Pepa Roma en la revista Mujer de Hoy del 29 de
agosto de 2015)
Ganándose
el rechazo de la minoría blanca dominante a la que pertenecía, la escritora se
puso del lado de los negros y situó a Zimbabue en el mapa. Sus
libros son la mejor guía para adentrarse en el país más allá de apariencias y tópicos.
“¿Existe un país
más hermoso en la Tierra que éste? Combina magnificencia, variedad. frescura de
color, con una forma propia e íntima de hablarte sobre nuestra historia como
especie (de aquí procedemos)", dice Doris Lessing al adentrarse por las
antiguas carreteras de su infancia en su regreso a Zimbabue, en 1982, muchos
años después de tomar el camino del exilio, deteniéndose una y otra vez a
contemplar el paisaje en busca de la visión de un babuino o uno de esos habitantes
de la selva con los que "el hombre convivía y se medía de igual a
igual".
No hay palabra que
Lessing emplee más en sus libros sobre el país en el que creció que
"magnificencia". La del paisaje y sus criaturas. Especialmente en
esta época del año, de julio a septiembre, cuando leones, elefantes y toda la
fauna se congrega alrededor de los bebederos.
Es Doris Lessing la
primera que nos alerta sobre una de las más nefastas costumbres traídas por el
hombre blanco: "Como los africanos, cuando se nos dio un rifle de
pequeños, cazábamos para la cazuela solo lo que necesitábamos para comer. Pero
con el fin de la dominación británica en la India, llegaron todos esos aristócratas
que disparaban a todo lo que veían, y las clases medias blancas y otros advenedizos
empezaron a copiarlos", escribe en su libro Risa africana.
Suya es la primera voz crítica de la dominación blanca en esta parte de África, que
se hace escuchar dentro y fuera del país a través de sus novelas, lo que le
vale la exclusión de los suyos, esa colonia que vive atrincherada y
autosatisfecha en sus clubes y zonas de acceso restringido a los negros.
Hija de un
funcionario inglés. Doris Lessing nace en 1919 en la antigua Persia con el
nombre de Doris May Tayler. Al regreso de su familia a Londres, la expectativa
de hacerse ricos como granjeros, en lo que se presenta como una tierra prometida
para los colonos ingleses, motiva su traslado a Rodesia del Sur cuando Doris tiene
cinco años.
Su granja de
cultivo de maíz en Lomagundi, en la carretera norte de Harare al Zambeze, nunca
les permitirá una vida acomodada. Pero, como el resto de inglesas con
pretensiones de la colonia, su madre trata de mantener lo que considera las
buenas costumbres, importando e imponiendo el estilo de vida británico en medio
de lo que considera un mundo de salvajes. Una educación estricta en casa y en
el colegio de monjas lleva a Doris muy pronto a ser una pequeña disidente de
los ritos sociales de sus compatriotas blancos.
La
naturaleza, que explora
con su hermano Harry, se convierte en su refugio. También el baúl de libros con
los que llegaron de Inglaterra y los periódicos de Londres que reciben en Bank,
la estación de abastecimiento más cercana, apenas una hilera de tiendas y una
oficina de correos, que ha crecido hasta convertirse en la ciudad provinciana
que es hoy.
Dickens, Scott. Stevenson. Kipling, Stendhal, Tolstoi…
Sus primeros años se nutrieron
tanto de coros de pájaros y noches estrelladas, como
de la literatura o de las amargas historias de su padre sobre la 1 Guerra Mundial, que lo dejó tullido.
Huyendo de su madre,
Lessing se va de casa a los 15 años para buscarse un trabajo en Salisbury, la capital;
primero como enfermera y después como telefonista. Tras su primer matrimonio a
los 19 años, del que tiene dos hijos, se siente de nuevo atrapada en un mundo
de convenciones que la ahoga y abandona a su familia. Entra entonces en
contacto con el Club de Lectura de Izquierdas, integrado por marxistas, donde
se convierte en voraz lectora de libros de política y sociología, y escribe sus
primeros relatos, que publica en revistas de la vecina Sudáfrica. Allí conoce a
Gottfried Lessing, el inspirador del grupo, con el que se casa y tiene un hijo.
En
1949. Doris se traslada
a Londres con el hijo de su último matrimonio. Allí publica su primera novela Canta
la hierba, inspirada en la frustración de una esposa blanca en Rodesia y su
relación con un sirviente negro, en la que pueden verse las líneas maestras de lo
que será su narrativa. Gran parte de su obra se nutre de su vida y experiencias
en África, desde su infancia a su época de juventud, marcada por el compromiso
político y la búsqueda de identidad como mujer. Ese es el tema central de El
cuaderno dorado, publicado en 1962, que se convertirá en una biblia del
feminismo.
El choque de culturas, la injusticia y brutalidad con la
que los blancos tratan a los negros y el conflicto de conciencia que esto le supone
son recurrentes en su narrativa, al igual que en su
autobiografía. Es la primera voz crítica del apartheid con capacidad para
hacerse escuchar en Londres, lo que la lleva a ser declarada, en 1956, persona non
grata y a prohibirle entrada tanto en Rodesia como en la vecina Sudáfrica.
Es también la que se da cuenta muy pronto
de que no están en un país de ‘salvajes’, sino en una zona del continente con
antiguas culturas, como dejan constancia esas famosas ruinas del Gran Zimbabue,
la mayor ciudad medieval al sur del Sáhara y de las que la moderna nación tomó
el nombre. Fue capital política y religiosa de un reino que, en el siglo XI, comprendía
las actuales Zimbabue, Mozambique, Botsuana y Sudáfrica. Por no hablar de esas pinturas
en la roca, probablemente las más antiguas dejadas por el hombre y que “antes de
ser vandalizadas por los niños blancos, podías ver por todas partes, incluso
dentro de nuestra granja", cuenta en Risa africana. Son figuras de elefantes
y partidas de caza que hablan de esta parte de África como "cuna de
la humanidad".
Fascinada por esos negros enigmáticos que se ríen
con sus canciones de siembra de los colonos, Doris Lessing se pregunta en qué
basan su creencia de superioridad esos blancos "estúpidos y crueles"
que han llegado aquí como "desplazados de su país". En sus libros nos
habla delos matabele, una casta orgullosa y guerrera, emparentada con los
zulúes de Sudáfrica; también de
los mashona, pacíficos y artísticos. Grupos étnicos divididos por las fronteras
caprichosas que estableció el colonizador. Y no hay viaje de regreso a casa en el
que no vaya en busca de los naturales del lugar, esos que no hablan con el resentimiento
del antiguo granjero blanco que perdió la guerra, ni tampoco con la “retórica marxista del poder”.
Los locales se
encuentran entre las vendedoras de flores de Cecil Square en Harare, o por la
carretera, esperando que alguien se pare y les lleve unos kilómetros en coche.
Quiere saber qué ha sido de la vida del país desde la última vez que estuvo
aquí. ¿Qué ha sido del gran baobab que daba sombra a su casa, de la selva que
bordeaba fa carretera de tierra? ¿Qué se ha hecho
de las antiguas granjas, hoy colectivizadas o bajo la dirección de blancos que
decidieron quedarse o volver al descubrir que no podrían vivir lejos?
Lo que quiere saber
es qué ha sido del país con la independencia y el gobierno de la mayoría negra
por los que ella tanto abogó, como un familiar que vuelve a casa y se interesa
por los suyos. Todo esto hace de su libro Risa africana,
en
el que relata cuatro
visitas a Zimbabue realizadas entre 1982 y 1992, la mejor guía de viajes para
aquel que quiera adentrarse en el país más allá de las apariencias o los
tópicos de cualquier folleto turístico. La que nos señala a cada curva: por
aquí corrían los gamos, por aquí asomaba un puercoespin, allá está la cima
desde la que las estrellas aparecen como frutas de luz al alcance de la mano:
esa vida que ha ido sucumbiendo bajo el asfalto y la urbanización, y va quedando más y
más confinada en las reservas y
parques nacionales, amenazados ahora también por esos turistas cazadores que
han destruido la vida salvaje en los países vecinos como Kenia.
Su guía nos indica que hemos abandonado la zona de Lomagundi
cuando la tierra roja y ruda se convierte en finísimo polvo de oro. La que nos
lleva hasta lo alto de tina colina en Rusape para mostrarnos la visión deslumbrante
del valle en la que creyeron encontrar la tierra prometida los exploradores
blancos que llegaron con Cecil Rhodes desde Ciudad del Cabo. Y la que nos
obliga también a detenernos camino de Mutare en el Hotel Macheke, uno de los escenarios
principales de El cuaderno dorado,
donde figura como Hotel Mashopi. "Aquí veníamos los finesde semana desde
Harare, bebíamos, bailábamos, nos enamorábamos y hablábamos de política. Su bar
estaba a rebosar con los granjeros de la zona y con uniformes de las Fuerzas
Aéreas Inglesas con base aquí durante la II Guerra Mundial, con algún
aristócrata alemán desertor de la guerra y los izquierdistas blancos", nos
dice, maravillada de la forma en que ha sido reconstruido y es regentado por un
negro. Nos habla de la belleza de las mujeres negras, vestidas con esas telas de algodón teñidas al batik en
blanco y azul que hoy se venden en las tiendas de lujo.
Sus páginas
recorren el país hacia el este, a través del Gran Dique, esa cordillera de
granito, "la roca más antigua que procede de las mismas entrañas de la
Tierra, donde se han encontrado fósiles de pescado de más de 30 millones de
años de antigüedad que te permiten tocar lo arcaico". Hacia el norte llega
hasta el Zambeze a y su lago Kariba, donde se puede pasear en canoa; hasta el
hotelito de carretera donde fueron secuestrados seis turistas por los matabele
en 1982 cerca de lite las cataratas Victoria, por el oeste. Hasta el Parque
Nacional de Matopo en el suroeste, a través de los kopjes, esas construcciones
de rocas erosionadas por el viento en precario equilibrio que dan un “aspecto
surrealista al paisaje”…
Zimbabue es la
patria literaria de Doris Lessing. "El país es de los negros que siempre
vivieron aquí, pero también de los que nos sentimos de aquí", dice en su
libro Regreso a casa. Es también la
escritora la que pone a Zimbabue en el mapa, la que da contenido a esa mancha
rosa de los mapas, delimitada por Mozambique, Zambia, Botsuana y Sudáfrica, de
la que el aislamiento sufrido, primero a causa del apartheid y después por el régimen dictatorial de Robert Mugabe,
nos ha permitido conocer muy poco.
Tal vez por ello,
hoy es aclamada en su patria de adopción por las mismas ideas y libros por los
que en otra época sus compatriotas blancos le cerraron la puerta. Porque de
aquí se siente, antes de morir en noviembre de 2013 cedió su biblioteca a la
Harare City Library. Una entrega simbólica de su mundo personal al país en el
que se inspira su literatura, por la que obtuvo el Premio Nobel y el Príncipe de
Asturias, entre otros galardones.
Es, Doris Lessing, una
de las grandes escritoras del siglo XX, de la que nunca tendremos bastante. Lo
que hace de un viaje a Zimbabue en su compañía, una experiencia única.
Puntos de
encuentro que la inspiraron
LOMAGUNDI. Es la
región, unos kilómetros al norte de Banket, donde se levantaba la granja de su
familia y desde donde todavía puede disfrutarse de una de las mejores vistas
del país.
LAGO KARIBA. Un paseo en barca es una de las excursiones
que Lessing repitió en sus últimos viajes.
HOTEL MACHEKE.
Situado en la carretera entre Harare y Mutare, es uno de los escenarios
principales de El cuaderno dorado, donde se llama Hotel Mashopi.
AFRICAN UNITY
SQUARE. La entonces conocida como Cecil Square, a la que acudía la escritora
para tomar el pulso de las opiniones de los nativos.
PARQUE NACIONAL DE HWANGE.
Es la mayor y todavía más rica reserva de elefantes, leones y otros animales salvajes
de África. Nos permite un regreso a ese país en el que hace 50 años la
naturaleza lo envolvía todo.
Zimbabue, página a página
Canta la hierba.
Es
su primera novela, publicada en 1950, sobre la vida de los blancos en las granjas.
El cuaderno dorado.
1962, vemos la II Guerra Mundial,
el debate sobre marxismo y feminismo de la época, el amor y el sexo,
desde ese lugar de encuentro internacional en el que se convertido
el bar de hotel Mashopi (actual Hotel
Macheke)
Hijos de la
violencia. A través de la protagonista, alter ego
literario de la escritora, se asiste al desplome del sistema colonial y sus secuelas
sobre las relaciones entre negros y blancos.
Relatos africanos
nos adentra en la
comprensión del mundo africano y la destrucción de la vida tribal
a la llegada
de los blancos.
Regreso a casa. Escrito tras su
primer viaje en 1956 siete años después de instalarse en
Londres, en el que encuentra Zimbabue sumido en la lucha contra el apartheid.
Risa africana es el relato de cuatro viajes entre 1982 (dos años después del fin del apartheid y la victoria de la
mayoría negra) y 1992.
Etiquetas: En femenino, libros y escritores
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