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sábado, marzo 3

Zimbabue, el paraíso perdido de Doris Lessing



(Un texto de Pepa Roma en la revista Mujer de Hoy del 29 de agosto de 2015)

Ganándose el rechazo de la minoría blanca dominante a la que pertenecía, la escritora se puso del lado de los negros y situó a Zimbabue en el mapa. Sus libros son la mejor guía para adentrarse en el país más allá de apariencias y tópicos. 

“¿Existe un país más hermoso en la Tierra que éste? Combina magnificencia, variedad. frescura de color, con una forma propia e íntima de hablarte sobre nuestra historia como especie (de aquí procedemos)", dice Doris Lessing al adentrarse por las antiguas carreteras de su infancia en su regreso a Zimbabue, en 1982, muchos años después de tomar el camino del exilio, deteniéndose una y otra vez a contemplar el paisaje en busca de la visión de un babuino o uno de esos habitantes de la selva con los que "el hombre convivía y se medía de igual a igual".

No hay palabra que Lessing emplee más en sus libros sobre el país en el que creció que "magnificencia". La del paisaje y sus criaturas. Especialmente en esta época del año, de julio a septiembre, cuando leones, elefantes y toda la fauna se congrega alrededor de los bebederos.

Es Doris Lessing la primera que nos alerta sobre una de las más nefastas costumbres traídas por el hombre blanco: "Como los africanos, cuando se nos dio un rifle de pequeños, cazábamos para la cazuela solo lo que necesitábamos para comer. Pero con el fin de la dominación británica en la India, llegaron todos esos aristócratas que disparaban a todo lo que veían, y las clases medias blancas y otros advenedizos empezaron a copiarlos", escribe en su libro Risa africana.

Suya es la primera voz crítica de la dominación blanca en esta parte de África, que se hace escuchar dentro y fuera del país a través de sus novelas, lo que le vale la exclusión de los suyos, esa colonia que vive atrincherada y autosatisfecha en sus clubes y zonas de acceso restringido a los negros.

Hija de un funcionario inglés. Doris Lessing nace en 1919 en la antigua Persia con el nombre de Doris May Tayler. Al regreso de su familia a Londres, la expectativa de hacerse ricos como granjeros, en lo que se presenta como una tierra prometida para los colonos ingleses, motiva su traslado a Rodesia del Sur cuando Doris tiene cinco años.

Su granja de cultivo de maíz en Lomagundi, en la carretera norte de Harare al Zambeze, nunca les permitirá una vida acomodada. Pero, como el resto de inglesas con pretensiones de la colonia, su madre trata de mantener lo que considera las buenas costumbres, importando e imponiendo el estilo de vida británico en medio de lo que considera un mundo de salvajes. Una educación estricta en casa y en el colegio de monjas lleva a Doris muy pronto a ser una pequeña disidente de los ritos sociales de sus compatriotas blancos.

La naturaleza, que explora con su hermano Harry, se convierte en su refugio. También el baúl de libros con los que llegaron de Inglaterra y los periódicos de Londres que reciben en Bank, la estación de abastecimiento más cercana, apenas una hilera de tiendas y una oficina de correos, que ha crecido hasta convertirse en la ciudad provinciana que es hoy.

Dickens, Scott. Stevenson. Kipling, Stendhal, Tolstoi… Sus primeros años se nutrieron tanto de coros de pájaros y noches estrelladas, como de la literatura o de las amargas historias de su padre sobre la 1 Guerra Mundial, que lo dejó tullido.

Huyendo de su madre, Lessing se va de casa a los 15 años para buscarse un trabajo en Salisbury, la capital; primero como enfermera y después como telefonista. Tras su primer matrimonio a los 19 años, del que tiene dos hijos, se siente de nuevo atrapada en un mundo de convenciones que la ahoga y abandona a su familia. Entra entonces en contacto con el Club de Lectura de Izquierdas, integrado por marxistas, donde se convierte en voraz lectora de libros de política y sociología, y escribe sus primeros relatos, que publica en revistas de la vecina Sudáfrica. Allí conoce a Gottfried Lessing, el inspirador del grupo, con el que se casa y tiene un hijo.

En 1949. Doris se traslada a Londres con el hijo de su último matrimonio. Allí publica su primera novela Canta la hierba, inspirada en la frustración de una esposa blanca en Rodesia y su relación con un sirviente negro, en la que pueden verse las líneas maestras de lo que será su narrativa. Gran parte de su obra se nutre de su vida y experiencias en África, desde su infancia a su época de juventud, marcada por el compromiso político y la búsqueda de identidad como mujer. Ese es el tema central de El cuaderno dorado, publicado en 1962, que se convertirá en una biblia del feminismo.

El choque de culturas, la injusticia y brutalidad con la que los blancos tratan a los negros y el conflicto de conciencia que esto le supone son recurrentes en su narrativa, al igual que en su autobiografía. Es la primera voz crítica del apartheid con capacidad para hacerse escuchar en Londres, lo que la lleva a ser declarada, en 1956, persona non grata y a prohibirle entrada tanto en Rodesia como en la vecina Sudáfrica.

Es también la que se da cuenta muy pronto de que no están en un país de ‘salvajes’, sino en una zona del continente con antiguas culturas, como dejan constancia esas famosas ruinas del Gran Zimbabue, la mayor ciudad medieval al sur del Sáhara y de las que la moderna nación tomó el nombre. Fue capital política y religiosa de un reino que, en el siglo XI, comprendía las actuales Zimbabue, Mozambique, Botsuana y Sudáfrica. Por no hablar de esas pinturas en la roca, probablemente las más antiguas dejadas por el hombre y que “antes de ser vandalizadas por los niños blancos, podías ver por todas partes, incluso dentro de nuestra granja", cuenta en Risa africana. Son figuras de elefantes y partidas de caza que hablan de esta parte de África como "cuna de la humanidad".

Fascinada por esos negros enigmáticos que se ríen con sus canciones de siembra de los colonos, Doris Lessing se pregunta en qué basan su creencia de superioridad esos blancos "estúpidos y crueles" que han llegado aquí como "desplazados de su país". En sus libros nos habla delos matabele, una casta orgullosa y guerrera, emparentada con los zulúes de Sudáfrica; también de los mashona, pacíficos y artísticos. Grupos étnicos divididos por las fronteras caprichosas que estableció el colonizador. Y no hay viaje de regreso a casa en el que no vaya en busca de los naturales del lugar, esos que no hablan con el resentimiento del antiguo granjero blanco que perdió la guerra, ni tampoco con la “retórica marxista del poder”.

Los locales se encuentran entre las vendedoras de flores de Cecil Square en Harare, o por la carretera, esperando que alguien se pare y les lleve unos kilómetros en coche. Quiere saber qué ha sido de la vida del país desde la última vez que estuvo aquí. ¿Qué ha sido del gran baobab que daba sombra a su casa, de la selva que bordeaba fa carretera de tierra? ¿Qué se ha hecho de las antiguas granjas, hoy colectivizadas o bajo la dirección de blancos que decidieron quedarse o volver al descubrir que no podrían vivir lejos?

Lo que quiere saber es qué ha sido del país con la independencia y el gobierno de la mayoría negra por los que ella tanto abogó, como un familiar que vuelve a casa y se interesa por los suyos. Todo esto hace de su libro Risa africana, en el que relata cuatro visitas a Zimbabue realizadas entre 1982 y 1992, la mejor guía de viajes para aquel que quiera adentrarse en el país más allá de las apariencias o los tópicos de cualquier folleto turístico. La que nos señala a cada curva: por aquí corrían los gamos, por aquí asomaba un puercoespin, allá está la cima desde la que las estrellas aparecen como frutas de luz al alcance de la mano: esa vida que ha ido sucumbiendo bajo el asfalto y la urbanización, y va quedando más y más confinada en las reservas y parques nacionales, amenazados ahora también por esos turistas cazadores que han destruido la vida salvaje en los países vecinos como Kenia.

Su guía nos indica que hemos abandonado la zona de Lomagundi cuando la tierra roja y ruda se convierte en finísimo polvo de oro. La que nos lleva hasta lo alto de tina colina en Rusape para mostrarnos la visión deslumbrante del valle en la que creyeron encontrar la tierra prometida los exploradores blancos que llegaron con Cecil Rhodes desde Ciudad del Cabo. Y la que nos obliga también a detenernos camino de Mutare en el Hotel Macheke, uno de los escenarios principales de El cuaderno dorado, donde figura como Hotel Mashopi. "Aquí veníamos los finesde semana desde Harare, bebíamos, bailábamos, nos enamorábamos y hablábamos de política. Su bar estaba a rebosar con los granjeros de la zona y con uniformes de las Fuerzas Aéreas Inglesas con base aquí durante la II Guerra Mundial, con algún aristócrata alemán desertor de la guerra y los izquierdistas blancos", nos dice, maravillada de la forma en que ha sido reconstruido y es regentado por un negro. Nos habla de la belleza de las mujeres negras, vestidas  con esas telas de algodón teñidas al batik en blanco y azul que hoy se venden en las tiendas de lujo.

Sus páginas recorren el país hacia el este, a través del Gran Dique, esa cordillera de granito, "la roca más antigua que procede de las mismas entrañas de la Tierra, donde se han encontrado fósiles de pescado de más de 30 millones de años de antigüedad que te permiten tocar lo arcaico". Hacia el norte llega hasta el Zambeze a y su lago Kariba, donde se puede pasear en canoa; hasta el hotelito de carretera donde fueron secuestrados seis turistas por los matabele en 1982 cerca de lite las cataratas Victoria, por el oeste. Hasta el Parque Nacional de Matopo en el suroeste, a través de los kopjes, esas construcciones de rocas erosionadas por el viento en precario equilibrio que dan un “aspecto surrealista al paisaje”…

Zimbabue es la patria literaria de Doris Lessing. "El país es de los negros que siempre vivieron aquí, pero también de los que nos sentimos de aquí", dice en su libro Regreso a casa. Es también la escritora la que pone a Zimbabue en el mapa, la que da contenido a esa mancha rosa de los mapas, delimitada por Mozambique, Zambia, Botsuana y Sudáfrica, de la que el aislamiento sufrido, primero a causa del apartheid y después por el régimen dictatorial de Robert Mugabe, nos ha permitido conocer muy poco.

Tal vez por ello, hoy es aclamada en su patria de adopción por las mismas ideas y libros por los que en otra época sus compatriotas blancos le cerraron la puerta. Porque de aquí se siente, antes de morir en noviembre de 2013 cedió su biblioteca a la Harare City Library. Una entrega simbólica de su mundo personal al país en el que se inspira su literatura, por la que obtuvo el Premio Nobel y el Príncipe de Asturias, entre otros galardones.

Es, Doris Lessing, una de las grandes escritoras del siglo XX, de la que nunca tendremos bastante. Lo que hace de un viaje a Zimbabue en su compañía, una experiencia única.

Puntos de encuentro que la inspiraron

LOMAGUNDI. Es la región, unos kilómetros al norte de Banket, donde se levantaba la granja de su familia y desde donde todavía puede disfrutarse de una de las mejores vistas del país.

LAGO KARIBA. Un paseo en barca es una de las excursiones que Lessing repitió en sus últimos viajes.

HOTEL MACHEKE. Situado en la carretera entre Harare y Mutare, es uno de los escenarios principales de El cuaderno dorado, donde se llama Hotel Mashopi.

AFRICAN UNITY SQUARE. La entonces conocida como Cecil Square, a la que acudía la escritora para tomar el pulso de las opiniones de los nativos.

PARQUE NACIONAL DE HWANGE. Es la mayor y todavía más rica reserva de elefantes, leones y otros animales salvajes de África. Nos permite un regreso a ese país en el que hace 50 años la naturaleza lo envolvía todo.

Zimbabue, página a página

Canta la hierba. Es su primera novela, publicada en 1950, sobre la vida de los blancos en las granjas.

El cuaderno dorado. 1962, vemos la II Guerra Mundial, el debate sobre marxismo y feminismo de la época, el amor y el sexo, desde ese lugar de encuentro internacional en el que se convertido el bar de hotel Mashopi (actual Hotel Macheke)

Hijos de la violencia. A través de la protagonista, alter ego literario de la escritora, se asiste al desplome del sistema colonial y sus secuelas sobre las relaciones entre negros y blancos.
Relatos africanos nos adentra en la comprensión del mundo africano y la destrucción de la vida tribal a la llegada de los blancos.

Regreso a casa. Escrito tras su primer viaje en 1956 siete años después de instalarse en Londres, en el que encuentra Zimbabue sumido en la lucha contra el apartheid.

Risa africana es el relato de cuatro viajes entre 1982 (dos años después del fin del apartheid y la victoria de la mayoría negra) y 1992.

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