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lunes, marzo 5

Inglaterra, la geografía íntima de Virginia Woolf



(Un texto de Pilar Rubio Remiro en la revista Mujer de Hoy del 15 de agosto de 2015) 

El paisaje de una vida está en los lugares que amamos y vivimos. El de la escritora Virginia Woolf sigue vivo en las casas que habitó y en las de las personas que amó. Viajamos a Londres y a la Inglaterra rural para seguir sus pasos.

Los escritores trazan mapas que se construyen con palabras, personajes e historias, y con su propia piel. Aquí comienza un viaje literario sobre el atlas de los afectos de Virginia Woolf (de soltera, Stephens). Arranca en Londres, 'la pasión de mi vida", según la escritora, que afirmaba que aquel lugar era "civilización, cultura, historia, identidad”. La ciudad que nunca se cansaba de pasear de día o de noche, por los apacibles jardines de Kew Gardens, husmeando en el exótico carnaval de mercancías de sus muelles o pateando las ruidosas Bond Street, Oxford Street o Piccadilly Circus. Los sentidos alerta, la mirada flotante, "andar sola por Londres es el mayor descanso”, aseguraba.

En Londres hay que llegar hasta Tavistock Square, en cuya esquina este se erguía el número 52, la casa a la que se mudaron Virginia y su marido, Leonard Woolf en 1924, y en cuya planta baja instalaron su editorial, la Hogarth Press. Allí vivieron hasta 1939, pero el edificio fue bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial. En su lugar, hoy se alza un hotel que ocupa toda la manzana.

Y allí, en el oasis verde del jardín central que preside una estatua de Gandhi, un cartel informa de la presencia de Virginia y del llamado Círculo de Bloomsbury en la plaza y aledaños, incluida la vecina Gordon Square. Allí se mudaron los hermanos Stephens (Virginia, Vanessa, Thoby y Adrian) a la muerte de su padre y allí comenzaron las reuniones del grupo de amigos. "El golfo que cruzamos entre Kensington y Bloomsbury - escribirá Virginia- era el golfo entre la respetable y momificada charlatanería y la vida cruda e impertinente quizás, pero vida". Luz, espacio, ¡libertad! A pocos pasos se encuentra también el British Museum, en cuya biblioteca se perdía Woolf durante horas.

Tavistock y Gordon Square son el corazón de Bloomsbury, un barrio hoy tranquilo pero lleno de vida donde se puede hacer la ruta de las "placas azules”, que señala las viviendas o casas museo de sus célebres moradores. En el 46 de Gordon Square vivía la hermana de Virginia, Vanessa Bell (más tarde ocuparía la casa el economista Maynard Keynes), que después se mudó al 37 y al 50, al lado del escritor Lytton Strachey, que residía en el 51. Muy próxima está Bedford Square; y en el número 52 de esa plaza otra placa nos recuerda que allí se daban cita los artistas que revoloteaban en torno a lady Ottoline Morrell y que hacían doblete con las tertulias de las hermanas Woolf y Bell.

Una de las delicias que sigue ofreciendo el barrio es la posibilidad de tomar un té en el salón deliciosamente victoriano del Hotel Russell, un icono de la vida cultural de la zona, cuyo interior está decorado con un montón de fotografías e información del Grupo de Bloomsbury y que tiene una sala dedicada en exclusiva a Virginia Woolf.

“Londres es una ciudad inmersa en la marea y vorágine humana", escribía la autora en su relato Abadías y catedrales, uno de los muchos que sobre la capital británica le encargaba la revista femenina Housekeeping y que ella aceptaba con agrado, pues nada le causaba más placer que andar arriba y abajo, sortear el tráfico de coches y omnibuses, y recalar en los jardines y cementerios interiores de las iglesias.

Pero la ruta más literaria es también la de su personaje más londinense: Clarissa Dalloway, protagonista de La señora Dalloway, cruza Bond Street para detenerse en el escaparate de la librería Hatchard, en el 187 de Picadilly. Allí revolvía Virginia las estanterías de madera; y no sólo ella, también Oscar Wilde, Benjamín Disraeli, Lord Byron o Rudyard Kipling. Era la librería más antigua de Londres y sigue siéndolo, aunque actualmente pertenece a una gran cadena.

Pero el temperamento bipolar de Virginia exigía otra orilla y esa era la naturaleza. Primero huyó de Londres su hermana Vanessa, en 1916. Buscó refugio en Charleston Farmhouse, en el pueblo de Firle (Sussex). Tres años después, Virginia encontró en el cercano pueblo de Rodmell un cottage del siglo XVII que con el tiempo fue transformando y ampliando. "Hemos estado en Rodmell -escribía en su diario-, de nuevo un día húmedo, ventoso; pero el día de mi cumpleaños caminamos entre las colinas, que parecían las alas plegadas de pájaros grises”.

No era su primer refugio campestre, hubo otros, pues siempre le atrajeron los alrededores de Lewes, la tranquila ciudad de provincias a la que se llega en una hora de tren desde Londres. Hoy en día, Lewes es una buena base para explorar el Parque Nacional South Downs y acercarse a Rodmell.

Las casas de las hermanas son ahora museos con el ambiente y los objetos personales de ambas y su encanto, para los que practican el viaje literario, es irresistible. Monk's House, el cottage de Virginia, era para Woolf el contrapunto de Londres. Un lugar en el que calmar sus alarmantes crisis depresivas, como quien doma a la fiera en su propia guarida. Y sus relatos, que se vendían cada vez mejor, un día servían para ampliar el jardín, el otro para comprar un coche, una heladera o una cocina de gas y, finalmente, para levantar al fondo del jardín una writing room, su cuarto para escribir, la habitación propia. Monk's House es el paisaje real de tantas de las fotos de la escritora, que muestran los muebles pintados por el pintor Duncan Grant, Vanessa Bell y la hija de esta, Angelica; sus objetos, sus libros, su jardín, el corazón de la intimidad.

Cuando las bombas destruyeron su hogar en la ciudad, los Woolf se instalaron definitivamente en Monk's House. Hoy, los bustos de piedra de Leonard y Virginia puntean el lugar donde se esparcieron sus cenizas. Ahora todo es paz y memoria, pero aquí arreciaron las voces internas, el pavor nocturno y los miedos. Sus diarios de esos años de guerra eran cada vez más sombríos: "58 años... -anota-, no muchos más por delante (...). A veces sueño con una muerte violenta [...]. Todo es un gran salto en la oscuridad". Un día, Virginia se puso el abrigo, llenó sus bolsillos de piedras y se adentró en el río Ouse para alcanzar por fin la oscuridad definitiva.

Muy pocas millas separan las casas de las hermanas. Charleston Farmhouse solo es accesible en coche y los visitantes hacen cola para entrar en pequeños grupos y recorrer las habitaciones y dormitorios en los que vivieron Vanessa, sus tres hijos y los habituales de la casa: Duncan Grant, Roger Fry, Maynard Keynes,… También el marido de Vanessa, Clive Bell, que se acercaba los fines de semana y que se mudó allí, definitivamente, en 1939. Todos daban vida a la casa: uno pintaba la pared, otro la chimenea, el siguiente diseñaba las telas de las tapicerías o las cortinas... En Charleston Farmhouse se pintaba, se esculpía, se leía, se trabajaba, se conversaba y se creaban luminosas fantasías vegetales en el gran jardín.

La casa se conserva con la decoración de los años 50, y con la influencia con la que la impregnaron los hijos de Vanessa: Quentin Bell y Angelica (la niña que tuvo con su amante y compañero, Duncan Grant). Pertenece a una fundación de la familia y organiza actividades tan atractivas como la celebración del Charleston Festival en mayo, con conferencias y encuentros entre escritores y ensayistas internacionales.

En Kent, algo más al norte, se encontraba el tercer lado del triángulo vital de Virginia Woolf. “¿Quién sigue ahora? Bien, solo una alta aristócrata llamada Vita Sackville-West, hija de lord Sackville, hija de Knole, esposa de Harold Nicolson y novelista; pero su verdadero y notable mérito son, si se me permite ser tan burda, sus piernas. ¡Oh, son exquisitas!", escribió Virginia. Compañera, confidente, amiga, amante... Vita Sackville-West y Virginia Woolf construyeron también una relación hermosa que trascendió fuera del círculo de los íntimos.

La familia de los Sackville se remonta al siglo XVI y el palacio Knole, en plena naturaleza al suroeste de Londres, ha sido residencia arzobispal y real. También hasta él hay que llegar en vehículo particular e informarse antes de si está abierto. Aunque muestra un deterioro evidente, su visita deja impactados a los viajeros por la suntuosidad de sus interiores y el enorme parque natural que rodea el palacio, habitado por ciervos y otras especies animales. La aristócrata estaba casada con el diplomático y periodista Harold Nicolson, con quien vivió varías temporadas en Persia. Tenían dos hijos, pero ambos eran bisexuales y estaban cortésmente al corriente de las relaciones homosexuales de uno y otro.

Vita, por una disposición sálica de su propia familia, no pudo heredar el palacio Knole, pero construyó su residencia de campo, Sissinghurst Castle, también en Kent, con uno de los jardines más sorprendentes y bellos de Inglaterra, pensado y diseñado hasta en sus rincones más ocultos por ella misma. Para apreciarlo en toda su belleza hay que visitarlo en primavera o en otoño, cuando se muestra como lo que es: una obra de arte. El interior mantiene los muebles, la biblioteca y los objetos personales de los Nicolson. Subiendo al estrecho torreón, antes de salir a la azotea desde la que se divisa ese paraíso vegetal, está una de las imprentas de la Hogarth Press, que Vita compró cuando la editorial la cambió por otra más moderna.

Pero donde palpita la presencia de Virginia Woolf es en la penumbra del despacho del castillo Sissinghurst, donde leía y trabajaba Vita. Allí, junto a sus papeles, sus plumas y demás objetos se encuentra un retrato de Virginia y al lado, abierta sobre la mesa, la primera edición de Una habitación propia, firmada en tinta azul por su amiga y amante.

Cerrando la geografía íntima de la escritora hay otros dos lugares vinculados a su vida: el primero se encuentra en Cornualles, en la punta suroeste de Inglaterra. Allí, en el pueblecito de St Yves, donde se yergue el faro de Godrevy, la familia Stephens pasó algunos veranos, alojándose en Talland House, que hoy es un edificio de apartamentos. El otro punto está al sur del país, en la Isla de Wight: en ella vivió, durante un tiempo, su tía abuela, la fotógrafa victoriana Julia Margaret Cameron. La casa en la que residió, en Freshwater Bay, es hoy un museo que también se puede visitar.

El círculo de Bloomsbury

Las hermanas Stevens, Vanessa y Virginia, fueron el eje inicial de las Veladas de los Jueves, “asombrosamente abstractas”, en la casa de Bloomsbury, a la que se mudaron tras la muerte de su padre. Su hermano Thoby empezó a invitar a sus amigos de Cambridge, los miembros de la sociedad secreta de los Apóstoles, y así nació el famoso círculo que alguien bautizó en honor al barrio. Al poco, Vanessa se casó con el historiador del arte Clive Bell, y después se unió al pintor Duncan Grant. Por su parte, Virginia se casó con Leonard Woolf, funcionario del Estado en la India y Ceilán.

Los componentes del círculo fueron evolucionando, pero alguno de sus más conocidos miembros fueron los escritores Lytton Strachey y David Garnett, el economista Maynard Keynes, el crítico de arte Roger Fry y el editor Desmond McCarthy, entre otros. En un segundo círculo, años después, también pasaron por allí la artista Dora Carrington, los escritores E.M. Forster, Aldoux Hutley, Katherine Mansfield y Gerald Brenan, o los filósofos Ludwig_Wittgenstein y Bertrand Russell. 

Libros en el mapa

LONDRES. La ciudad es el escenario de su novela más citadina, La señora Dalloway (Lumen). Pero también aparece en El cuarto de Jacob, Las olas o Los años (todas en Lumen). Sus artículos sobre Londres están compilados en Paseos por Londres (La Línea del Horizonte). También asoma la ciudad en mucho de sus relatos (en Alianza). De sus horas en la British Library extrajo inspiración para los ensayos El lector común (Lumen), Horas en una biblioteca (El Aleph) o Una habitación propia (Seix Barral).

SUSSEX. En este condado, Virginia Woolf caminaba hasta el monte Cabur y montaba en bicicleta. Algunos de estos paseos aparecen en la novela Entre actos (Lumen). Pero los detalles de su casa, Monk's House, y la de su hermana, ocupan buena parte de sus Diarios Íntimos (Mondadori).

CORNUALLES. Aunque Al Faro (Lumen) se sitúa supuestamente en Escocia, está inspirada en la localidad costera de St Yves, donde veraneaba de niña.

KENT. Su libro Orlando (Alianza) es una biografía encubierta de Vita Sackville-West y la fabulosa mansión de la familia, Knole Palace. Vita descendía de una bailarina española, amante de su abuelo. Sobre ella escribió Vita la biografía Pepita (Tusquets).

ISLA DE WIGHT. Freshwater (El cuenco de plata) es su única obra teatral y, aunque fue escrita como un divertimento para fa familia, habla de la bahía donde vivió su tía abuela, la fotógrafa Julia Margaret Cameron.

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