Inglaterra, la geografía íntima de Virginia Woolf
(Un texto de Pilar Rubio Remiro en la revista Mujer de Hoy
del 15 de agosto de 2015)
El
paisaje de una vida está en los lugares que amamos y vivimos. El de la
escritora Virginia Woolf sigue vivo en las casas que habitó y en las de las personas que amó. Viajamos a Londres y a la Inglaterra rural para seguir sus pasos.
Los escritores
trazan mapas que se construyen con palabras, personajes e historias, y con su
propia piel. Aquí comienza un viaje literario sobre el atlas de los afectos de Virginia
Woolf (de soltera, Stephens).
Arranca en Londres, 'la pasión de mi vida", según la escritora, que afirmaba que aquel lugar
era "civilización, cultura, historia, identidad”. La ciudad que nunca se
cansaba de pasear de día o de noche, por los apacibles jardines de Kew Gardens,
husmeando en el
exótico carnaval de mercancías de sus muelles o pateando las ruidosas Bond
Street, Oxford Street o Piccadilly Circus. Los sentidos alerta, la mirada
flotante, "andar sola por Londres es el mayor descanso”, aseguraba.
En
Londres hay que llegar hasta
Tavistock Square, en cuya esquina este se erguía el número 52, la casa a la que
se mudaron Virginia y su marido, Leonard Woolf en 1924, y en cuya planta baja
instalaron su editorial, la Hogarth Press. Allí vivieron hasta 1939, pero el
edificio fue bombardeado durante la Segunda Guerra Mundial. En su lugar, hoy se alza un hotel que ocupa
toda la manzana.
Y allí, en el oasis
verde del jardín central que preside una estatua de Gandhi, un cartel informa
de la presencia de Virginia y del llamado Círculo de Bloomsbury en la plaza y
aledaños, incluida la vecina Gordon Square. Allí se mudaron los hermanos Stephens
(Virginia, Vanessa, Thoby y Adrian) a la muerte de su padre y allí comenzaron las
reuniones del grupo de amigos. "El golfo que cruzamos entre Kensington y Bloomsbury - escribirá Virginia- era el golfo entre la respetable y momificada charlatanería y la vida cruda
e impertinente quizás, pero vida". Luz, espacio, ¡libertad! A pocos pasos
se encuentra también el British Museum, en cuya biblioteca se perdía Woolf
durante horas.
Tavistock y Gordon
Square son el corazón de Bloomsbury, un barrio hoy tranquilo pero lleno de vida
donde se puede hacer la ruta de las "placas azules”, que señala las
viviendas o casas museo de sus célebres moradores. En el 46 de Gordon Square
vivía la hermana de Virginia, Vanessa Bell (más tarde ocuparía la casa el
economista Maynard Keynes), que después se mudó al 37 y al 50, al lado del escritor
Lytton Strachey, que residía en el 51. Muy próxima está Bedford Square; y en el
número 52 de esa plaza otra placa nos recuerda que allí se daban cita los
artistas que revoloteaban en torno a lady Ottoline Morrell
y que hacían doblete con las
tertulias de las hermanas Woolf y Bell.
Una de las delicias
que sigue ofreciendo el barrio es la posibilidad de tomar un té en el salón
deliciosamente victoriano del Hotel Russell, un icono de la vida
cultural de la zona, cuyo interior está decorado con un montón de fotografías e
información del Grupo de Bloomsbury y que tiene una sala dedicada en exclusiva
a Virginia Woolf.
“Londres es una
ciudad inmersa en la marea y vorágine humana", escribía la autora en su relato
Abadías y catedrales, uno de los muchos que sobre la capital británica le
encargaba la revista femenina Housekeeping y que ella aceptaba con agrado, pues
nada le causaba más placer que andar arriba y abajo,
sortear el tráfico de coches y omnibuses, y recalar en los jardines y
cementerios interiores de las iglesias.
Pero la ruta más literaria
es también la de su personaje más londinense: Clarissa Dalloway, protagonista
de La señora Dalloway, cruza Bond Street para detenerse en el escaparate
de la librería Hatchard, en el 187 de Picadilly. Allí revolvía
Virginia las estanterías de madera; y no sólo ella, también
Oscar Wilde, Benjamín Disraeli,
Lord Byron o Rudyard Kipling. Era la librería más
antigua de Londres y sigue siéndolo, aunque actualmente pertenece
a una gran cadena.
Pero el
temperamento bipolar de Virginia exigía otra orilla y esa era la naturaleza. Primero
huyó de Londres su hermana Vanessa, en 1916. Buscó
refugio en Charleston Farmhouse, en el pueblo de Firle (Sussex). Tres años después,
Virginia encontró en el cercano
pueblo de Rodmell un cottage del
siglo XVII que con el tiempo fue transformando y ampliando. "Hemos estado
en Rodmell -escribía en su diario-, de nuevo un día húmedo, ventoso; pero el día de mi cumpleaños
caminamos entre las
colinas, que parecían las alas plegadas de pájaros grises”.
No era su primer refugio
campestre, hubo otros, pues siempre le atrajeron los alrededores de Lewes, la
tranquila ciudad de provincias a la que se llega en una hora de tren desde Londres.
Hoy en día, Lewes es una buena base para explorar el Parque Nacional South
Downs y acercarse a Rodmell.
Las casas de las hermanas
son ahora museos con el ambiente y los objetos personales de ambas y su
encanto, para los que practican el viaje literario, es irresistible. Monk's
House, el cottage de Virginia, era para Woolf el contrapunto de Londres.
Un lugar en el que calmar sus alarmantes crisis depresivas, como quien doma a
la fiera en su propia guarida. Y sus relatos, que se vendían cada vez mejor, un
día servían para ampliar el jardín, el otro para comprar un coche, una heladera
o una cocina de gas y, finalmente, para
levantar al fondo del jardín una writing room, su cuarto para escribir,
la habitación propia. Monk's House es el paisaje real de tantas de las fotos de
la escritora, que muestran los muebles pintados por el pintor Duncan Grant, Vanessa
Bell y la hija de esta, Angelica; sus objetos, sus libros, su jardín, el corazón
de la intimidad.
Cuando las bombas
destruyeron su hogar en la ciudad, los Woolf se instalaron definitivamente en
Monk's House. Hoy, los bustos de piedra de Leonard y Virginia puntean el lugar donde se
esparcieron sus cenizas. Ahora todo es paz y memoria, pero aquí arreciaron las
voces internas, el pavor nocturno y los miedos. Sus diarios de esos años de
guerra eran cada vez más sombríos: "58 años... -anota-, no muchos más por delante (...). A veces sueño con una muerte violenta
[...]. Todo es un gran salto en la oscuridad". Un día, Virginia se puso el
abrigo, llenó sus bolsillos de piedras y se adentró en el río Ouse para
alcanzar por fin la oscuridad definitiva.
Muy pocas millas separan las casas de las hermanas. Charleston Farmhouse
solo es accesible en coche y los visitantes hacen cola para entrar en pequeños grupos
y recorrer las habitaciones y dormitorios en los que vivieron Vanessa, sus tres hijos y
los habituales de la casa: Duncan Grant, Roger Fry, Maynard Keynes,… También el
marido de Vanessa, Clive Bell, que se acercaba los fines de semana y que se
mudó allí, definitivamente, en 1939.
Todos daban vida a la casa: uno
pintaba la pared, otro la chimenea, el siguiente diseñaba las telas de las tapicerías
o las cortinas... En Charleston Farmhouse se pintaba, se esculpía, se leía, se
trabajaba, se conversaba y se creaban luminosas fantasías vegetales en el gran
jardín.
La casa se conserva
con la decoración de los años 50, y con la influencia con la que la impregnaron
los hijos de Vanessa: Quentin Bell y Angelica (la niña que tuvo con su amante y
compañero, Duncan Grant). Pertenece a una fundación de la familia y organiza
actividades tan atractivas como la celebración del Charleston Festival en mayo,
con conferencias y encuentros entre escritores y ensayistas internacionales.
En
Kent, algo más al
norte, se encontraba el tercer lado del triángulo vital de Virginia Woolf. “¿Quién
sigue ahora? Bien, solo una alta aristócrata llamada Vita Sackville-West, hija
de lord Sackville, hija de Knole, esposa de Harold Nicolson y novelista; pero su verdadero y notable mérito son, si se me
permite ser tan burda, sus piernas. ¡Oh, son exquisitas!", escribió
Virginia. Compañera, confidente, amiga, amante... Vita Sackville-West y
Virginia Woolf construyeron también una relación hermosa que trascendió fuera
del círculo de los íntimos.
La familia de los Sackville se remonta al siglo XVI y el
palacio Knole, en plena naturaleza al suroeste de Londres, ha sido residencia arzobispal
y real. También hasta él hay que llegar en vehículo particular e informarse
antes de si está abierto. Aunque muestra un deterioro evidente, su visita deja
impactados a los viajeros por la suntuosidad de sus interiores y el enorme parque
natural que rodea el palacio, habitado por ciervos y otras especies animales. La
aristócrata estaba casada con el diplomático y periodista Harold Nicolson, con
quien vivió varías temporadas en Persia. Tenían dos hijos, pero ambos eran
bisexuales y estaban cortésmente al corriente de las relaciones homosexuales de
uno y otro.
Vita, por una disposición
sálica de su propia familia, no pudo heredar el palacio Knole, pero construyó
su residencia de campo, Sissinghurst Castle, también en Kent, con uno de los
jardines más sorprendentes y bellos de Inglaterra, pensado y diseñado hasta en
sus rincones más ocultos por ella misma. Para apreciarlo en toda su belleza hay
que visitarlo en primavera o en otoño, cuando se muestra como lo que es: una
obra de arte. El interior mantiene los muebles, la biblioteca y los objetos
personales de los Nicolson. Subiendo al estrecho torreón, antes de salir a la azotea desde la que se divisa ese
paraíso vegetal, está una de las imprentas de la Hogarth Press, que Vita compró
cuando la editorial la cambió por otra más moderna.
Pero donde palpita la
presencia de Virginia Woolf es en la penumbra del despacho del castillo Sissinghurst,
donde leía y trabajaba Vita. Allí, junto a sus
papeles, sus plumas y demás objetos se encuentra un retrato de Virginia y al lado,
abierta sobre la mesa, la primera edición de Una habitación propia, firmada
en tinta azul por su amiga y amante.
Cerrando la
geografía íntima de la escritora hay otros dos lugares vinculados a su vida: el primero se encuentra en
Cornualles, en la punta suroeste de Inglaterra. Allí, en el pueblecito de St
Yves, donde se yergue el faro de Godrevy, la familia Stephens pasó algunos
veranos, alojándose en Talland House, que hoy es un edificio de apartamentos. El
otro punto está al sur del país, en la Isla de Wight: en ella vivió, durante un
tiempo, su tía abuela, la fotógrafa victoriana Julia Margaret Cameron. La casa
en la que residió, en Freshwater Bay, es hoy un museo que también se puede
visitar.
El círculo de
Bloomsbury
Las hermanas
Stevens, Vanessa y Virginia, fueron el eje inicial de las Veladas de los
Jueves, “asombrosamente abstractas”, en la casa de Bloomsbury, a la que
se mudaron tras la muerte de su padre. Su hermano Thoby empezó a invitar a sus
amigos de Cambridge, los miembros de la sociedad secreta de los Apóstoles, y así nació el famoso círculo que alguien bautizó
en honor al barrio. Al poco, Vanessa se casó con el historiador
del arte Clive Bell, y después se unió al pintor Duncan Grant. Por su parte, Virginia
se casó con Leonard Woolf, funcionario del Estado en la India y Ceilán.
Los componentes del
círculo fueron evolucionando, pero alguno de sus más conocidos miembros fueron
los escritores Lytton Strachey y David Garnett, el economista Maynard Keynes, el crítico de arte Roger Fry
y el editor Desmond McCarthy, entre otros. En un segundo círculo, años después,
también pasaron por allí la artista Dora Carrington, los escritores E.M. Forster, Aldoux Hutley, Katherine Mansfield
y Gerald Brenan, o los filósofos Ludwig_Wittgenstein y Bertrand Russell.
Libros en el mapa
LONDRES. La ciudad
es el escenario de su novela más citadina, La señora Dalloway (Lumen).
Pero también aparece en El cuarto de Jacob, Las olas o Los años (todas
en Lumen). Sus artículos sobre Londres están compilados en Paseos por Londres (La Línea del Horizonte). También asoma la
ciudad en mucho de sus relatos (en Alianza). De sus horas en la British Library
extrajo inspiración para los ensayos El lector común (Lumen), Horas
en una biblioteca (El Aleph) o Una habitación propia (Seix Barral).
SUSSEX. En este
condado, Virginia Woolf caminaba hasta el monte Cabur y montaba en bicicleta. Algunos de estos
paseos aparecen en la novela Entre actos (Lumen). Pero
los detalles de su casa, Monk's
House, y la de su hermana, ocupan buena parte
de sus Diarios Íntimos (Mondadori).
CORNUALLES. Aunque Al Faro (Lumen) se sitúa supuestamente
en Escocia, está inspirada en
la localidad costera de St Yves, donde veraneaba de niña.
KENT. Su libro Orlando
(Alianza) es una biografía encubierta de Vita Sackville-West
y la fabulosa mansión de la familia, Knole Palace. Vita descendía de una bailarina española, amante
de su abuelo. Sobre ella escribió Vita la biografía Pepita (Tusquets).
Etiquetas: En femenino, libros y escritores
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