Bosques, placeres de otoño
(Un texto de Celia Lorente en la revista Tiempo del 18 de
noviembre de 2016)
Es la estación más mágica para adentrarse en su espesura.
Multitud de árboles mudan de color y su gama de amarillos, ocres y marrones
contrasta con el verde intenso de los perennes.
Bosque de Muniellos (Asturias). El mayor robledal de
España y uno de los mejor conservados de Europa. Hogar de muchas leyendas de la
mitología astur. Hayas y robles centenarios mudan su verdosa monocromía por el
estallido de colores propio de la estación. Está protegido, hay que pedir
permiso para ser uno de los 20 afortunados que pueden visitarlo al día.
Parque Natural de Gorbeia (País Vasco). Los
orígenes de Gorbeia se remontan a más de 100 millones de años atrás, época en
la que estaba cubierto por el mar. Posteriormente, estos materiales se plegaron
y elevaron, y durante milenios los seres vivos fueron colonizando este espacio
natural: hayas, robles, marojos, encinas, alisos... ocuparon sus suelos
formando extensos bosques.
Fageda d’en Jordàla Garrocha (Gerona). Es el mejor
exponente de paisaje volcánico de la península ibérica. Cuenta con una
cuarentena de conos volcánicos y más de veinte coladas de lava. Su orografía,
el suelo y su clima le proporcionan una variada y exuberante vegetación con
encinares, robledos y hayedos.
Los Ancares-Courel (Lugo). Un paisaje que, debido a
su difícil acceso, ha conservado la belleza de lo auténtico. Es el territorio
del lobo, el gato montés, el jabalí, el corzo... y el último reducto del oso
pardo en tierras gallegas. Ofrece paisajes que parecen de otro tiempo, pueblos
de cuento y no hay que perderse las pallozas, construcciones prerromanas.
Selva de Irati (Navarra). La autora de la Trilogía de
Baztán, Dolores Redondo, lo describe como un mundo misterioso y sus miles de
lectores lo han puesto de moda. Es el segundo hayedo-abetal más extenso y mejor
conservado del mundo. Se extiende desde Roncesvalles hasta los alrededores de
Belagua. Su fronda, a menudo neblinosa, permanece casi inalterada desde hace
siglos.
Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (Huesca).
Situado en el Pirineo oscense, es sobrecogedor cuando llega el otoño. Sus
frondosos árboles adquieren todas las tonalidades del ocre. Además de sus
cascadas y saltos de agua, están sus cañones y sus ríos de aguas turquesa.
Parque Natural de la Laguna Negra (Soria). El
lugar es objeto de leyendas desde hace siglos. Esta oscura y enigmática laguna
se encuentra a unos 2.000 metros de altura, entre paredes graníticas y bordeada
por infinitos pinares que le dan su aspecto oscuro y tenebroso.
Sierra de Aralar (País Vasco y Navarra). Un
gran macizo cárstico que alterna un paisaje caótico de lapiaces, valles ciegos,
cuevas y simas con otro más sereno de prados siempre verdes y hayedos de
infinitos colores. Senderos y suaves ascensiones a miradores naturales como el
del Santuario de San Miguel, nacederos de ríos que viajan escondidos por el
interior de la sierra como el de Iribas, dólmenes testigos de vidas lejanas y
cuevas que nos acercan a las entrañas de Aralar.
Faedo de Ciñera (León). Posee el título de Bosque
mejor cuidado de España, es un lugar especial. El arroyo de La Ciñera lo
atraviesa con un rumor de agua muy agradable. Entre las preciosas hayas de este
bosque destaca un ejemplar con quinientos años de 23 metros de altura y 6,23 de
perímetro en su base.
Hayedo de tejera negra (Guadalajara). Un excepcional
microclima conserva el hayedo situado más al sur de Europa. El bosque atraviesa
dos valles flanqueados por altas y afiladas crestas rocosas. En él se respira
un ambiente de cuento por sus colores, el musgo de sus suelos y sus silencios.
Robles melojos, pinos silvestres, tejos, acebos y abedules lo pueblan. En su
suelo crece en otoño el apreciado Boletus edulis, y sus cielos los surca el
águila real, sobre corzos, zorros y jabalíes.
Etiquetas: Sitios donde perderse
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