La aciaga suerte de Leslie Howard
(Un texto de Miguel Ángel Sabadell en la revista Muy Interesante
de julio de 2017)
El inesperado
cambio de ruta de una escuadrilla de cazas nazis desembocó en el derribo del
avión donde viajaba el actor inglés, que además usó su influencia para subirse
a él en el último momento.
“El 1 de junio de 1943, el avión regular con destino a Londres estaba
a punto de despegar en el aeropuerto de Lisboa cuando un hombre corpulento, con
un puro en la boca, fue visto embarcando. Inmediatamente se envió un caza que
atacó en vuelo al indefenso avión... La brutalidad de los alemanes solo fue igualada
por la estupidez de sus agentes". De este modo describía Winston Churchill
en sus memorias el derribo del vuelo 777, un Douglas DC- 3, porque supuestamente pensaban que el
mandatario era uno de sus pasajeros.
Es bien sabido que
los alemanes siempre tuvieron en mente matar a Churchill; de hecho, hicieron
planes para eliminarlo con pequeñas bombas recubiertas de chocolate. A pesar de
las palabras del propio estadista, y aún dudando de la inteligencia de los
espías nazis, tampoco es para considerarlos tan estúpidos. Porque aquel "hombre
corpulento" nunca se había hecho pasar por Churchill, sino que viajaba con
su propio nombre: Alfred T. Chenhalls. Era amigo y contable de Leslie Howard, el
actor que protagonizara La pimpinela escarlata (1934) o Lo que el viento se llevó (1939). Ambos regresaban a Inglaterra
después de haber visitado España.
A las doce menos
cuarto, cuando el DC-3 sobrevolaba el golfo de Vizcaya sobre el cabo
Ortegal, se encontró con ocho aparatos bimotores Junkers Ju 88, desviados de su misión hacia Burdeos para
escoltar submarinos por el mal tiempo. El teniente Herbert Hinze avisó a sus compañeros:
"Indios a las 11...
A. A.". Dos aviones se separaron
de la formación, se colocaron encima y debajo del DC-3 y dispararon algunas
ráfagas. Y aunque rápidamente cesó el fuego tras
descubrir que se trataba de un vuelo civil, el destino de los trece
pasajeros y cuatro tripulantes estaba sellado. Tres personas saltaron, pero no
se abrieron los paracaídas. ¿Fue una de ellas Leslie Howard? Nunca lo sabremos.
El aparato se estrelló, y sus restos se encuentran en el fondo del Cantábrico.
Etiquetas: Culturilla general, Pequeñas historias de la Historia, Tardes de cine y palomitas
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