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domingo, abril 28

La línea de los Directos


(La columna de Alberto Serrano Dolader en el Heraldo de Aragón del 2 de diciembre de 2018)

Cuando los trenes que circulan por la línea Barcelona-Caspe-Zaragoza abandonan Nonaspe, tras cruzar el Matarraña se adentran bajo tierra en lo que inicialmente se denominó, allá por finales del XIX, el túnel de Llentic. Hoy, los trabajadores de Renfe y ADIF de media España al referirse a él utilizan la expresión «el túnel de los Guardias». Así fue rebautizado tras la última guerra, «por estar habitualmente asentadas allí patrullas de la Guardia Civil, al ser zona donde los maquis realizaban sabotajes a la vía». He conocido la curiosidad al leer un reciente libro que Ignacio Gracia Cortés ha firmado, tras años de paciente y meritoria recogida de datos, sobre el paso del tren por el Bajo Aragón zaragozano ('125 años de ferrocarril en Caspe').

Añade Gracia que «el mayor número de sabotajes de la línea, principalmente en las proximidades de Nonaspe, durante el año 1947 coincide con el apogeo de la Agrupación de Guerrilleros de Levante y Aragón (AGLA). El constante movimiento de gentes y el gran número de trabajadores, llegados de distintos lugares para realizar las reformas de los puentes sobre el Matarraña, favorecerían las incursiones de los guerrilleros en esta zona».

Confieso que me apasionan estas leyendas gremiales, siempre tan desatendidas por la etnografía. Les brindo otro ejemplo:

Los maquinistas rinden un involuntario homenaje a los Hermanos Grimm al denominar 'Siete Enanitos' a otros tantos pequeños túneles que se suceden al salir la vía de Fayón, hacia Zaragoza. También fueron construidos a finales del XIX, cuando la línea de los 'directos', en la que hoy viajo, enlazó la Ciudad Condal y la capital de Aragón. El tamaño diminuto de esos siete pasos subterráneos, abiertos en terreno mazorral y vecino del Matarraña, motivó este gracioso arrullo de la toponimia, hoy absolutamente extendido entre todos ferroviarios del país.

Por el contrario, los paisanos desconocen el apelativo 'Siete Enanitos' y denominan al paraje las Tasconeras. Este topónimo, aunque centenario, dudo que sea «de toda la vida». En catalán 'tasconera' es la grieta que los canteros abren en la roca para clavar en ella cuñas de madera ('tascons') que al mojarse aumentan de tamaño y desgajan la piedra. Me pone en la pista Miguel J. Llop, entusiasta investigador fayonense. Intuyo que, allá en el XIX, los primitivos trabajos de cantería para la construcción de la línea pudieron contribuir a perfilar este nombre, en cuyo caso apenas sobrepasaría el siglo y medio.

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