Bicarbonato contra la inflamación
(Un texto de Marisol Guisasola en la revista Mujer de Hoy del 23 de junio de 2018)
Del lupus a la psoriasis. Un estudio ha comprobado que el bicarbonato reduce la inflamación de las enfermedades autoinmunes.
Pues bien, el estudio citado ha comprobado que, cuando personas o ratones sanos beben agua con bicarbonato, no solo estimulan el estómago para que fabrique más ácido para digerir la siguiente comida, sino que 'dicen' a las células mesoteliales del bazo (que recubren el interior de ese órgano) que no hay necesidad de desencadenar una respuesta inflamatoria defensiva.
Los investigadores vieron que beber agua con bicarbonato durante dos semanas influía en la acción de los macrófagos presentes en el bazo (los glóbulos blancos que se comen el material de desecho del organismo) y hacía que, en vez de aumentar la población de los que estimulan la inflamación, se aumentaba la de los que reducen.
'El entorno antiinflamatorio se produce gracias a la conversación que mantienen las células mesoteliales y el bazo', explica el dr. Paul O’Connor, autor principal del trabajo. Las células mesoteliales recubren las cavidades y el exterior de los órganos. Desde hace poco, se sabe que estas células tienen microvellosidades que investigan el entorno y, cuando advierten un invasor, promueven una respuesta inmunitaria.
Múltiples efectos
¿Pero qué llevó a los científicos a investigar el bicarbonato en relación con las enfermedades autoinmunes? Pues todo empezó en los riñones. Cuando se instala la enfermedad renal, la sangre se vuelve demasiado ácida y, en esa situación, todo puede fallar. Pero una dosis diaria de bicarbonato reduce esa acidez y frena la progresión de la enfermedad.
Comprobar este efecto llevó al equipo del doctor O’Connor a pensar: ¿cómo consigue el bicarbonato frenar la progresión de la enfermedad renal? 'Primero vimos que el agua con bicarbonato reducía el número de macrófagos inflamatorios y aumentaba el de los antiinflamatorios en pacientes con enfermedad renal –explica el experto–. Luego observamos el mismo efecto en ratones. Lo mismo ocurrió con estudiantes sanos. De hecho, el paso de un perfil inflamatorio a otro antiinflamatorio se repetía en todos los casos. Lo vimos en los riñones, en el bazo, en la sangre periférica...', concluye.
Su equipo comprobó también cambios positivos en las células T, otra clase de células inmunitarias que moderan la respuesta defensiva y evitan que el sistema inmunitario ataque tejidos sanos. Pues bien, ese cambio se mantuvo durante cuatro horas en los humanos y hasta tres días en los ratones.
Los expertos explican que el nervio vago, implicado en la respuesta inmunitaria, no tiene impacto en las células mesoteliales. 'De hecho, cuando extirpas o simplemente tocas el bazo, se rompen las frágiles conexiones mesoteliales y se pierde la respuesta antiinflamatoria. En conclusión, nuestros datos indican que el consumo de bicarbonato activa una ruta antiinflamatoria en el bazo y aporta pruebas de que las señales que se dan en esta respuesta se transmiten al bazo a través de una función seudo-neuronal recién descubierta en las células mesoteliales', concluyen los expertos de la Universidad de Augusta.
Agua con bicarbonato y limón
¿Por qué funciona? La explicación es que tanto el bicarbonato como el limón tienen efectos depurativos y ayudan no solo a conseguir ese PH de entre 7,35 y 7,45 que los fans de la dieta alcalina proponen como ideal, sino que mejoran la función de la vesícula biliar y del hígado, tu auténtico órgano detox. (Hay que recordar que la escala del PH va de O –totalmente ácido- a 14—totalmente alcalino, pasando por el 7, que es neutro.)“Cuando el PH del organismo desciende, aumenta el riesgo de enfermedad, de baja energía y de trastornos del sueño”, escribe Brendan Brazier, atleta canadiense autor de “La guía de nutrición vegana para el máximo rendimiento en los deportes y en la vida”. Frutas, verduras, legumbres, raíces y tubérculos, té, algas o fermentados como el natto tienen efecto alcalino (¡son ricos en bicarbonato, fibra y potasio!). En cambio, los alimentos procesados, los cereales y harinas elaboradas con cereales, las carnes, los azúcares, el queso, el café… tienen efecto ácido.
Volviendo al agua con bicarbonato y limón, el secreto está en la moderación. De hecho, unos 3 o 4 vasos al día -dejando al menos 2 horas entre uno y otro- son suficientes, ya que el exceso de sodio puede ser perjudicial, sobre todo en personas con diabetes e hipertensión. Incluso para esas personas y para cualquiera que lo prefiera, hay alternativas, entre ellas sustituir el bicarbonato por 1 ó 2 cucharadas de vinagre de manzana, que tiene un potente efecto alcalino.
Etiquetas: Pensando en la salud
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