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sábado, julio 6

Françoise Gilot, la única mujer que consiguió huir de Picasso

(Un texto de Mick Brown en el XLSemanal del 21 de octubre de 2018)

Amante de Picasso, fue la única mujer que osó abandonar al pintor malagueño. A los 96 años de edad, Françoise Gilot nos cuenta detalles de su explosiva vida junto con el genio español.

Menuda, inmaculada y formidable. Françoise Gilot -artista, amante y musa de Picasso -autor de el Guernica-, amiga personal de Matisse- vive y pinta en un elegante apartamento neoyorquino, cerca de Central Park.

Gilot tiene 96 años. Su asistenta, uniformada de azul, nos trae en bandeja de plata un café con pastas.
¿Cómo pasa los días?, le pregunto. Arquea las cejas. «Soy artista. Pinto, dibujo… ¡Qué quiere que haga!».

Desde que Pablo Picasso se fijara en ella un día de 1943, su nombre está inexorablemente vinculado al pintor, por mucho que hayan pasado 65 años desde que ella se marchara de su lado.

Hija única de un matrimonio de la alta burguesía francesa, Françoise nunca ha sido fácil de domesticar. Desde niña supo que sería pintora. Algo nada fácil entonces para una mujer. «Nunca me ha arredrado que a los demás no les guste lo que hago. Las mujeres a veces nos valoramos en función de la opinión de los otros. Pero yo no. ¿Que caía en gracia a la gente? Pues estupendo. ¿Que no? Pues estupendo también».

Una amante nueva

En mayo de 1943 estaba cenando en un restaurante de la Rive Gauche con una amiga, la artista Geneviève Aliquot, cuando Picasso se acercó a su mesa; en la mano llevaba un cuenco con cerezas. El pintor estaba cenando con Dora Maar, su amante, a quien Gilot pronto iba a reemplazar. Françoise tenía 21 años. Él, 61. Así fue como Gilot se embarcó «en una catástrofe que no tenía intención de evitar».

Gilot ha descrito su relación como un amor intelectual y físico, pero «en absoluto sentimental». Picasso se sintió tan atraído por su mente como por su belleza; podían pasarse media noche discutiendo sobre el arte, la vida y su tema predilecto: él mismo.

Cuando Gilot le dijo que su pintor favorito era Matisse, Picasso fue con ella a verlo. Matisse por entonces tenía 77 años y se encontraba en lo que él llamaba su ‘periodo de gracia’, recuperándose de una operación de cáncer que lo había dejado postrado en el sillón. «Decía que le habían concedido unos años más de vida, que eran un regalo de los dioses», comenta Gilot. El artista era lo bastante mayor para ser su abuelo, pero Françoise y él congeniaron inmediatamente.

«Matisse era hombre de pocas palabras, muy reservado. Yo también, así que nos entendimos». Matisse, además, admiraba su obra y le escribía cartas elogiosas. «¡No podía creerlo! Eran muy bonitas, con dibujos…».

Françoise, pintora, se convirtió en amante de un genio y en buena amiga de otro. Pero nunca se consideró en un plano de igualdad. «En el arte no existe la igualdad. No estamos hablando de la República Francesa, de la fraternité, égalité y demás», dice riendo.

Según explica, «Matisse tenía claro quién era el rey: él. Y Picasso estaba de acuerdo. Se respetaban muchísimo. Pero Matisse se interesaba por lo que hacían otros pintores. En cambio, si a Pablo le mencionabas a otro colega, te respondía: ‘A ese fulano le pegaría un pescozón, sería la única forma de sacarle algo interesante’. Picasso era subjetivo en extremo, su estado de ánimo iba del blanco al negro, pasando por el rojo. Junto con Picasso vivías en un terremoto permanente. Si te llevabas bien con él, experimentabas ese terremoto de cerca. Y si no te llevabas bien, ¡también lo experimentabas!».

– ¿El genio artístico exculpa los comportamientos reprobables?
-«Los comportamientos no tienen nada que ver con el genio. Caravaggio mató a una persona; algo no muy bonito que digamos. Pero lo que a mí me ha interesado no es la ética, sino la estética» [risas].

-Hay quien ha descrito a Picasso como «un monstruo sagrado».
-«Bueno, lo de ‘monstruo’ está justificado; lo de ‘sagrado’ es posible…».

Picasso, despechado

En 1947 tuvieron su primer hijo juntos, Claude; en 1949 nació Paloma. Los niños transformaron la relación. Picasso exigía ser el constante centro de atención. Se le agrió el carácter y cada vez pasaba más tiempo lejos de casa. En cierta ocasión espetó: «Nadie abandona a un hombre como yo». Gilot contestó: «Espera y verás».

En septiembre de 1953, harta de la tiránica actitud del pintor y sus líos de faldas, Françoise tuvo una breve aventura amorosa. Poco después cogió a sus hijos y lo abandonó. ¿Lo último que Picasso dijo mientras se alejaban en el taxi? ¡Merde!

«A Pablo le gustaban las mujeres físicamente; le gustaban las mujeres hermosas. Pero no las entendía, no se molestaba en intentarlo. En la vida, si estás con otro, has de sentir a ese otro en tu interior. Porque no estás solo». Françoise sugiere que Picasso, a pesar de todas sus amantes y su círculo de aduladores, era un hombre fundamentalmente solo.

Françoise Gilot fue la única de todas sus amantes y esposas que lo abandonó. Las demás tuvieron un final trágico. Dora Maar enloqueció. Marie-Thérèse Walter, a la que Picasso convirtió en su amante cuando ella tenía 17 años, se suicidó. Jacqueline Roque, con quien el artista se emparejó después de Gilot (y quien en 1961 se convirtió en su segunda esposa), también se suicidó.

Françoise se encoge de hombros. «Si crees que te has equivocado, te marchas por la puerta para siempre. Lo que no haces es matarte».

Después de su abandono, Picasso hizo lo posible por amargarle la vida. Presionó a sus amigos para que dejaran de tratarla y a los marchantes parisinos para que no se ocuparan de su obra. «Pero le diré una cosa. Todo el mundo sabía de lo explosivo de su mal genio, así que casi nadie me reprochó que lo dejara. Tuve mis problemas, pero no puedo decir que lo pasara mal. No me hice millonaria como Picasso, pero gané lo suficiente para llevar una vida normal. Nunca me faltó para la educación de mis hijos. Me miraba al espejo con orgullo y me decía: ‘¡Los demás pueden irse al infierno!’».

Hombres y matrimonio

En 1955 se casó con el pintor Luc Simon, a quien conocía desde la adolescencia. Tuvieron una hija, Aurelia, pero se divorciaron en 1962.

Gilot no tenía intención de volverse a casar, hasta que en 1969 le presentaron a Jonas Salk, el creador de la vacuna contra la polio: «Me propuso matrimonio casi de inmediato». Su caso es asombroso: por si no le hubiera bastado con estar unida al principal artista del siglo XX, terminó por casarse con el médico que, en ese mismo siglo, más hizo por la humanidad.

-«Sí. ¡Yo tampoco salgo de mi asombro!».

– ¿Cómo se explica?

-«Es divertido», vuelve a reír. «¡Buena pregunta! Antes era bastante guapa, y eso a una mujer siempre le viene bien. Abre muchas puertas».

-Muchas mujeres no estarán de acuerdo con lo que acaba de decir.

-«Sé que es injusto, pero una mujer tiene que ser guapa antes que cualquier otra cosa. Si no lo eres, ¿crees que los demás van a fijarse en ti? ¡Pues no!».

«Los hombres son los primeros interesados en casarse, no las mujeres. Quizá creen que así lograrán llevar las riendas de la relación. Pero yo no me dejo someter. No soy de las que se dejan domar». Así que cuando Salk le propuso matrimonio, Gilot estableció una serie de condiciones por escrito: «Le dije que decidiese si era capaz de atenerse a ellas; si no lo era, mejor seguir cada uno por su lado. Dejé claro que seguiría viajando, que tenía mi propia carrera y mi propia vida. ¡Pero Jonas respondió que le parecía perfecto…! Tengo que decir que nunca se olvidó de lo convenido. Era un hombre extraordinario».

-Parece claro que con él fue más feliz que con ningún otro.

-«Si quiere saber toda la verdad, la mejor relación es la que entablas con una persona extremadamente inteligente, y da igual si la persona es afable o del tipo gruñón. Lo mejor que te puede pasar es que tu pareja sea inteligente e interesante. No tienes por qué querer a una persona por sus cualidades; puedes quererla por sus defectos, porque los defectos hacen que sea un poco más humana».

Salk falleció en 1995. Françoise no ha vuelto a estar con otra persona. «Tengo mi trabajo, mi familia, los amigos. Tengo más de lo que necesito. No siento nostalgia del pasado».

El hijo que tuvo con Picasso, Claude, rompió con su padre a los 15 años de edad. «Dos personas con mal genio nunca van a llevarse bien», considera. Claude hoy dirige la Fundación Picasso, que gestiona el legado del pintor. Paloma se hizo conocida por su trabajo como diseñadora de joyas para Tiffany. «Paloma es inteligente en extremo y tiene una vida más que interesante. Nos llevamos de maravilla».

Pregunto a Françoise cuál es la mejor lección que ha aprendido en la vida.

«¡Siempre he sido mala estudiante! [ríe]. Así que no sabría decirle».
Pero ha vivido la vida al máximo…

Asiente con la cabeza. «Sí. Yo no soy de esas personas que se arrepienten de no haber hecho esto o lo otro en la vida. Siempre he hecho lo que he querido».

Françoise Gilot tuvo dos hijos con Picasso, los sacó adelante sola, se casó dos veces y siempre siguió pintando. Todavía lo hace a los 96 años.

Picasso intentó que los marchantes vetaran sus obras, pero Françoise Gilot continuó con su carrera como pintora.


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