Operación Balmis: la primera vacunación masiva de la historia fue española
(Extraído de un artículo de eldiario.es del 16 de marzo de 2020)
[...] Francisco Javier de Balmis y Berenguer [era] un médico y militar español del siglo XVIII que [...] dio nombre a la "Expedición Balmis", que se encargó de llevar a las Américas la vacuna contra la viruela y que supuso un hito en la historia de la medicina.
Según recoge un completo reportaje de la agencia SINC
publicado en 2013, en 1796 el británico Edward Jenner descubrió la
vacuna contra la mortal viruela. El problema surgió a la hora de
extender la vacuna entra la población con un sistema de transporte
todavía por desarrollar y en una época en la que no existían sistemas de
refrigeración.
Balmis, médico alicantino, convenció
al rey Carlos IV de la importancia de llevar la vacuna a America Latina,
donde los primeros colonos españoles habían llevado la enfermedad.
Según
informa la información de SINC firmada por Veronica Fuentes, "la
primera misión humanitaria de la historia, bautizada oficialmente como
Real Expedición Filantrópica de la Vacuna", partió de A Coruña el 30 de
noviembre de 1803 y pretendía vacunar a miles de personas contra la
viruela.
"La importancia de esta iniciativa no estriba
únicamente en ser la primera que propuso la vacunación en masa, sino en
su dimensión geográfica y demográfica. No solo alcanzó a los habitantes
de lo que conocemos como continente americano, llegó también a las
islas Filipinas, China y Japón", explica a SINC Agustín Muñoz Sanz, jefe
de la unidad de patología infecciosa del Hospital Infanta Cristina de
Badajoz.
Para
conseguir tal objetivo, Balmis planteó que el único método para
transportar el remedio en perfectas condiciones era utilizando seres
humanos, ya que entonces era imposible trasladar la vacuna al no contar
con una técnica capaz de mantener con vida el virus debilitado durante
un viaje tan largo.
Balmis sugirió utilizar a 22 niños
abandonados para que hicieran de transmisores del virus y la vacuna
durante el viaje de España a América, una práctica totalmente aceptada
en esos años.
"Técnicamente era imposible transportar
el virus de la vacuna a través del Atlántico, y su mantenimiento
mediante infecciones en niños fue una idea brillante que permitió llevar
la vacuna en un estado activo", subraya Antonio Alcamí, virólogo del
Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.
Para mantener viva la vacuna durante la travesía, se iba inoculando en el cuerpo de los niños de forma escalonada.
"De
este modo se aseguraba la viabilidad del virus vehiculado en el fluido
pustuloso y, como consecuencia, su capacidad de provocar una respuesta
inmunológica, es decir, el efecto buscado de la protección por la
vacuna", apunta Muñoz Sanz a SINC.
Hasta la iniciativa
de Balmis se utilizaba el pus fresco o remitido a distancia entre dos
cristales, como hacían los ingleses, pero cuando el producto llegaba a
América los virus eran inviables y, por tanto, inefectivos. De hecho,
después de ocho años de negativa, los expertos británicos tuvieron que
abdicar y reconocer el valor del método español.
La
expedición llegó a Puerto Rico en febrero de 1804 y desde allí se
trasladó a Venezuela, Cuba y México. Fue en el país azteca donde se
dividió en dos: el grupo dirigido por Balmis, que siguió la ruta hacia
el norte y llegó hasta Filipinas, introduciendo la vacuna en Asia; y el
liderado por el médico militar José Salvany, que recorrió los países de
Sudamérica.
"El trabajo de Balmis tiene valor, no
tanto por llevar la vacuna, sino porque se preocupó de propagar, enseñar
y perpetuar la vacunación. Tenía un programa paraestablecer una red de
vacunadores locales que la mantuvieran activa", afirma Tuells.
"Utilizó
niños que no habían padecido viruela en vez de adultos para no
interferir en el proceso inmunitario. Desde luego, el experimento no
habría sido aprobado hoy por un comité de ética", añade el experto.
Los
resultados fueron un éxito. Se inmunizó a miles de personas –niños y
adultos–, y en los lugares donde se mantuvo la vacunación, las epidemias
decrecieron. Además, Balmis publicó miles de tratados sobre los efectos
y la eficacia de la inoculación según el clima y sobre cómo proteger la
vacuna en los tres años que duró el viaje.
"La
expedición Balmis, llamada así en su honor, sentó las bases de un modo
de ayuda entre los humanos que hoy conocemos como filantropía. Y estamos
hablando del comienzo del siglo XIX", mantiene Muñoz Sanz. Por su
parte, Alcamí opina que "el concepto de una expedición cuyo motivo
principal era humanitario y con el propósito de mejorar la salud pública
fue innovador en su época".
Más de dos siglos
después, los expertos en inmunología y virología no olvidan una de las
grandes hazañas de la historia de la medicina y de la humanidad. Es más,
la figura de Francisco Javier Balmis, con sus luces y sus sombras,
sigue siendo un referente para todos los médicos que se dedican a salvar
vidas en los rincones más recónditos del planeta.
Etiquetas: Pensando en la salud
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