Wilhelm Gustloff, la mayor y más cruel tragedia marina de la historia
(Un texto de Carlos Toro Madrid en El Mundo del 30 de enero
de 2020)
El 30 de enero de 1945 tres torpedos de un submarino
soviético hundieron el transatlántico Wilhelm
Gustloff, donde se hacinaban miles de evacuados alemanes. Se calcula que
murieron más de 9.000 personas.
Si se efectúa una encuesta acerca de cuál ha sido la mayor
tragedia marítima de la historia, casi todos los interpelados contestarían el
naufragio del Titanic, ocurrido el 15
de abril de 1912.
Se equivocarían. La leyenda literaria y cinematográfica del
imponente, avanzado y lujoso transatlántico, orgullo y máximo exponente de la
construcción naval de la época, induciría al error. El Titanic, con sus 1.517 víctimas, ocupa el trigésimo primer lugar en
la luctuosa lista, relacionada en su mayor parte con acciones de guerra.
El indeseable primer puesto corresponde al buque alemán Wilhelm Gustloff, hundido por un submarino soviético el 30 de enero de 1945. […]
hace 75 años. Murieron, según las estimaciones más altas, 9.613 personas (y
sobrevivieron unas 1.200). Otras cifran el desastre en 9.343. Antony Beevor,
citando de pasada el hecho y situándolo en el seno del desorden general de esos
días, escribe: «Se calcula que el número de muertos estaría entre los 5.300 y
los 7.400». Unas cifras, en cualquier caso, estremecedoras.
El Wilheim Gustloff
había sido bautizado así en honor del político alemán residente en Davos -por
razones de salud-, que fundó la rama suiza del Partido Nacionalsocialista. Su
mujer había sido secretaria de Adolf Hitler. Asesinado en febrero del 36 por un
judío croata llamado David Frankfurter, a sus exequias con rango de Estado,
celebrado en Alemania, asistieron Hitler, Goebbels, Goering, Himmler, Bormann y
Von Ribbentrop. Curiosamente, Gustloff había nacido un 30 de enero, en 1895, el
mismo día y el mismo mes del hundimiento del navío que llevaba su nombre. En
cuanto a Frankfurter, condenado en Suiza a 18 años, fue liberado en 1945, al
acabar la Guerra. Emigró a Palestina y participó en la fundación del Estado de
Israel.
El Wilhelm Gustloff,
construido en Hamburgo por orden del mismo Führer
y puesto en servicio en marzo de 1938, era un impresionante y moderno paquebote
de 25.500 toneladas de desplazamiento y 600 tripulantes. Concebido y utilizado
para el solaz vacacional, a precios bajos, de la clase obrera alemana,
prontamente, en vista de los acontecimientos, se le asignaron cometidos
militares. En 1939 contribuyó a la repatriación, desde el puerto de Vigo, de
los miembros de la Legión Cóndor.
Fue reacondicionado como buque nodriza de submarinos y como
buque hospital en la invasión de Noruega, y como transporte de tropas
destinadas a la Operación León Marino, la invasión de las Islas Británicas. Tras
el fracaso de la empresa, regresó a Noruega. Entre 1940 y 1943 funcionó también
como cuartel flotante y se le dotó de armamento de cierta consideración.
En enero de 1945 se encontraba atracado en Danzig, en el
Báltico, a la espera del aluvión de refugiados que huían del avance ruso para
desembarcarlos en puertos más seguros. En especial en Kiel. Se ignora cuántas
personas (civiles, soldados heridos, personal médico…) se hacinaban en sus
cubiertas y su interior. Pero algunas fuentes citan, de modo indeterminado,
«unas 10.500». Imposible saberlo entonces y después.
El barco zarpó en la gélida noche (20° bajo cero) con las
luces apagadas para evitar en lo posible la amenaza de los sumergibles que,
acechantes, rondaban en las profundidades. Las encendió para evitar colisionar
con otras embarcaciones. Fue detectado entonces por el submarino S-13, al mando
del capitán de corbeta Aleksandr Marinesko, quien ordenó el disparo de cuatro
torpedos. Los tres primeros impactaron en la nave (el cuarto no llegó a salir
del tubo). El barco se hundió en unos 40 minutos y reposa en pedazos a 44
metros de profundidad. Pocos días después, el 10 de febrero, el S-13 envió a
pique en la misma zona al Steuben, también repleto de evacuados. Se estima que
murieron unas 4.500 personas. Se rescataron sólo 300 náufragos.
Pese a esos logros bélicos que, junto a otros de menor
importancia cuantitativa, convirtieron a Marinesko en el comandante soviético
de submarinos con el mayor número de toneladas hundidas, la superioridad no lo consideró
apropiado para ostentar el título de Héroe de la Unión Soviética. Sus excesos
con la bebida, su vida desordenada y su carácter indisciplinado lo
desaconsejaban hasta impedirlo. Llegó, incluso, a ser encarcelado entre 1949 y
1951, acusado de dilapidación de bienes. Murió en noviembre de 1963 a causa de
un cáncer de estómago.
En 1990, en cambio, se le reivindicó con toda clase de
honores y recibió póstumamente ese título de Héroe de la Unión Soviética. Se le
erigieron monumentos en Kaliningrad, Kronstadt y. Odessa, su lugar de
nacimiento. Es uno de los personajes principales de la novela de Günter Grass A paso de cangrejo, centrada en el
hundimiento del Wilhelm Gustloff, supremo ejemplo del drama de quienes
escapaban del avance del Ejército Rojo en las terribles postrimerías de la
Guerra.
Etiquetas: Pequeñas historias de la Historia, s.XX
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