Despistes

(Leído en un artículo de Patricia Estebán Erlés en el Heraldo del 14 de junio de 2020)

Dicen que en una ocasión el genial Marc Twain ocupó su asiento en un vagón de tren. Al cabo de un rato entró un revisor que le pidió el billete y en ese instante comenzó la juerga. Twain dio un respingo y comenzó a rebuscar en todos los bolsillos de su níveo traje, sin encontrar el preciado ticket que acreditaba que era un viajero honrado y no un polizón. Se ponía más nervioso a cada momento y al advertirlo el revisor trató de quitarle hierro al asunto, «no se apure, señor, sé que usted es Mark Twain, el célebre autor de Tom Sawyer, y que sin duda habrá pagado el importe de este viaje». Dicen que entonces Twain, erizado de angustia, le replicó: «En realidad lo que me preocupa es que si no encuentro el billete no tengo ni idea de dónde debo bajarme».