GoogleX: donde la ciencia ficción se convierte en realidad
(Un texto de J.F. Losilla Eixarch en el suplemento económico del Heraldo de Aragón del 5 de enero de 2014)
Google es un gigante empresarial con unas cifras mareantes: supera los 46.000 empleados y cosechó en 2012 unos beneficios de 10.700 millones de dólares y unos ingresos de 50.200 millones de dólares. Este emporio, fundado en 1998 por los estudiantes de Stanford Larry Page y Sergey Brin, dejó hace tiempo de ser un mero buscador de internet para expandirse en otras muchas facetas relacionadas con la tecnología y las telecomunicaciones.
La innovación ha sido la gasolina que siempre ha alimentado la fulgurante trayectoria de la compañía. Un mandamiento que alcanza su máxima intensidad en su departamento más desconocido y fascinante: Google [x]. Se trata de un laboratorio secreto cuya función esencial es imaginar el futuro y hacerlo realidad en el presente.
Una nebulosa de misterio y especulación rodea a este centro de investigación. No existen fotografías de sus instalaciones y el hermetismo es casi total. La única excepción la disfrutó el pasado año Brad Stone, un periodista de Bloomberg al que le fue permitida una visita al lugar y que pudo entrevistar a varias de las mentes pensantes, entre ellas Astro Teller, el director de Google [x] bajo la supervisión directa de Sergey Brin.
Stone reveló en un extenso artículo varios detalles, comenzando con una descripción física: «El laboratorio ocupa un par de edificios de dos plantas con las fachadas de ladrillo rojo, a media milla del campus principal de Google, situado en Mountain View (California). En la entrada hay una fuente y filas de bicicletas de la compañía con las que los trabajadores se desplazan al campus».
Y pasa al interior: «Dentro de uno de los edificios, un cristal congelado cubre las ventanas de la sala de conferencias. Algunas de las pizarras blancas del vestíbulo están llenas de diagramas sobre una fantasía multigeneracional: unos ascensores hacia el espacio».
Pero la auténtica sustancia que genera el interés y la admiración no son estos inmuebles, sino lo que bulle entre sus paredes. Bajo el lema de que 'el límite es la imaginación', ya han florecido varios proyectos y otros están en camino.
El más popular son las gafas de realidad aumentada Google Glass, que ya han sido presentadas oficialmente y que saldrán a la venta este mismo año. Consisten en una pantalla con forma de lente que muestra la información sin necesidad de mirar la pantalla del 'smartphone' y permiten darle órdenes al dispositivo con la voz. Por ejemplo, cómo ir a un sitio, buscar un número de teléfono o cuál es el restaurante japonés más cercano.
Otro avance futurista es el coche sin conductor. Varios de estos automóviles ya están circulando a modo de prueba por las carreteras de Silicon Valley y se están tramitando las instancias para que se adapte la normativa de varios estados. A través de un láser de 65.000 dólares en el techo, el vehículo transita por la vía, adelanta e incluso aparca mientras el pasajero puede hacer cualquier otro menester. El padre de la iniciativa es el ingeniero Sebastian Thrun, cofundador del Google Street View. Fabricantes como Nissan y Mercedes también están trabajando en la conducción parcialmente automatizada.
El proyecto Loon se ha propuesto proporcionar acceso a internet a todos los rincones del planeta, especialmente a las zonas rurales y más remotas. La fórmula elegida consiste en llevar hasta la estratosfera (a unos 20 kilómetros de altura) globos descomunales. Cada uno de ellos dará conexión a un área de 1.256 kilómetros cuadrados.
Por último, una locura llamada ascensor espacial. Pese a haber sido negado por Google, son insistentes los rumores de que la firma californiana está trabajando en un cable que saldría del Ecuador de la Tierra y que se alzaría 40.000 kilómetros hasta un módulo espacial. Tal y como lo adelantó el gran Arthur C. Clarke.
Etiquetas: Innovando que es gerundio
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