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martes, enero 4

Braille: Palabras con tacto

(Un reportaje de Javier Guillenea en el Heraldo de Aragón del 13 de enero de 2019)

La ONU declara el 4 de enero Día Mundial del Braille en reconocimiento al ilustre francés que ideó el sistema que ha mejorado la vida de los ciegos.

En el cementerio de la pequeña localidad francesa de Coupvray, muy cerca de París, una urna guarda las manos de su más célebre vecino, Louis Braille (18091852), el modo más simbólico de recordar la historia del creador del sistema de lectoescritura que mejoró para siempre la vida de millones de personas ciegas. Hoy, ese agradecimiento se hace universal. En conmemoración del 210 aniversario del nacimiento del genio galo, las Naciones Unidas (ONU) acaban de escuchar la reclamación de los invidentes y ha proclamado el 4 de enero como Día Mundial del Braille.

Nada hacía pensar que Louis Braille iba a convertirse en una de esas personas que cambian el mundo. Crecido en el seno de una humilde familia de guarnicioneros en los convulsos años de Napoleón, un accidente en el taller de su padre, siendo niño, lo dejó ciego. «En la época anterior a Braille, los ciegos estaban abocados a la mendicidad. Eran los parias de la sociedad, la gente se burlaba de ellos. Pero en los años de la Revolución Francesa comenzó a aparecer una conciencia social que Louis aprovechó para tomar las riendas de su destino», cuenta la escritora Coia Valls, que acaba de presentar 'Los caminos de la luz' (Ediciones B), una novela biográfica sobre Braille que ha sido publicada a la vez en castellano, en catalán, en audioguía y en el lenguaje que él inventó.

El tesón de los padres de Louis, quienes quisieron que su hijo pequeño acudiera a la escuela del pueblo como sus hermanos, fue el primer paso. Sólo escuchando las lecciones, el chaval fue capaz de empaparse de conocimientos y mostró una gran capacidad de aprendizaje que, añadida a sus habilidades musicales, le hizo ganar una beca para el Instituto Nacional de Jóvenes Ciegos de París. Este centro había sido fundado en 1785, aunque con unas infraestructuras deficientes y una higiene pésima en sus inicios: se cree que Braille se contagió allí de la tuberculosis que pocas décadas después acabaría con su vida recién cumplidos los 43 años.

Pronto destacó por su curiosidad, empezó a trabajar como profesor y conoció el sistema Barbier, un lenguaje desarrollado por el ejército para sus comunicaciones encriptadas que utilizaba puntos y que había sido adaptado a los ciegos. Insatisfecho por las carencias de este método (sobre todo, el bajo número de caracteres), Braille lo perfeccionó, organizando los seis puntos en relieve en matrices de filas y columnas y añadiendo una dimensión intuitiva al sistema. «Pero encontró mucha resistencia de sus profesores, incluyendo la del propio Charles Barbier», recuerda Coia Valls. De hecho, el lenguaje braille fue prohibido hasta 1853, un año después de la muerte de su creador. «Fue una victoria póstuma, un antes y un después. Gracias a Braille, los ciegos pueden tener acceso al conocimiento, pueden leer y escribir… Están en la sociedad», añade Valls. Francia reconoció la grandeza del creador en 1952, en el primer centenario de su fallecimiento, cuando trasladó sus restos, excepto las manos, al Panteón de París.

Tras su muerte, el legado de Braille se extendió internacionalmente, con un papel muy relevante de la Red de Adaptación del Servicio Bibliográfico de la ONCE (SBO). Se trata de uno de los centros de adaptación más importantes del mundo, con dos grandes sedes en Madrid y Barcelona, y cinco oficinas de recursos educativos que, además de a las dos grandes ciudades, llegan también a Alicante, Sevilla y Pontevedra.

La comisión de autorizaciones del SBO se encarga de estudiar y gestionar las peticiones de los usuarios (la inmensa mayoría reciben un 'sí'). Después, se adaptan al braille o a audioguías y así los invidentes puedan acceder a ellas: apenas unos días después de que llegue a la librería, los afiliados pueden leer la última novela de Arturo Pérez Reverte. Cada año, el servicio produce unas 3.500 obras, la mitad de ellas en cada formato, y todas ellas pasan a formar parte de la Biblioteca Digital de la ONCE, que actualmente cuenta con 53.000 títulos, de los que se benefician 8.700 usuarios con discapacidad visual. En 2017, los libros más solicitados fueron 'Patria' (Tusquets), de Fernando Aramburu; 'Todo esto te daré' (Planeta), de Dolores Redondo; y 'Los herederos de la tierra' (Grijalbo), de Ildefonso Falcones.

«Muchas personas ciegas son mayores, están solas y tienen tiempo libre. La lectura ocupa una gran parte de ese tiempo y por eso este servicio es tan importante», apunta Carmen Bayarri, directora del SBO. «Nuestro objetivo es que todas las personas con discapacidad visual puedan acceder a toda la información, con un importante enfoque hacia lo educativo y lo laboral», continúa Bayarri. Por eso, además de novelas y ensayos, este servicio también se encarga de 'traducir' apuntes, como piden muchos alumnos ciegos, o exámenes, como los de Selectividad.

Asistir a la creación de un libro en braille es un pequeño milagro. Una máquina parecida a una fotocopiadora, pero con punzones en el lugar de la pantalla, troquela grandes folios que, poco a poco, se van transformando en clásicos de la literatura universal. Josepe González, un usuario del servicio, sonríe con picardía mientras coge entre sus manos una versión en braille de 'El Principito', una pequeña joya que reproduce incluso la legendaria portada del autor. «Yo disfruto muchísimo leyendo en braille», afirma González.

En el SBO, el ruido de las máquinas se funde con la creatividad desbordante de quienes allí trabajan. Porque además de 'imprimir' libros, este departamento ha desarrollado nuevos espacios en los que se imaginan soluciones para saciar las necesidades educativas y culturales de los invidentes. ¿Cómo es una gárgola?, podría preguntarse un afiliado. «Quienes ven saben cómo es, pero quienes no las han visto nunca necesitan más referencias», explica Carmen Bayarri. Por eso, un equipo de diseño ha creado un molde que una impresora en tres dimensiones convierte luego en un objeto que reproduce con precisión las características de esta figura. Lo mismo sucede con los mapas que crea la ONCE, que permiten a un ciego saber cómo es Europa con sólo pasar las manos por su superficie. O maravillosas obras de arte, como un 'Guernica', un cuadro en tres dimensiones que los ciegos acarician captando con la punta de sus dedos toda la complejidad que en él depositó Pablo Picasso. O cuentos infantiles, que permiten a los niños entender las formas al tacto, relacionándolas con tejidos: aquí, las nubes son de verdad de algodón.

Pero el lenguaje que ideó Braille hace dos siglos hace ahora frente a algunas sombras. Los adelantos tecnológicos ya permiten escuchar en el móvil cualquier mensaje instantáneo y para su tiempo de ocio, los usuarios comienzan a preferir las audioguías por su comodidad. Y es que los dos tomos de 'El Quijote' ocupan en braille 17 volúmenes de 120 páginas: una buena biblioteca en el lenguaje de los puntos exige una mansión. Eso sí, los románticos siempre preferirán el braille, un idioma tan bello que se aprehende con la punta de los dedos.

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