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lunes, marzo 21

Glenn Gould y las Variaciones Goldberg

 (Un texto de Joaquín Fernández en jazzitis.com publicado el 22 de junio de 2016)

El autor nos revela de manera jocosa algunos de los secretos mejor guardados de la música sublime de Glenn Gould y de las "Variaciones Goldberg" que compuso J.S. Bach en 1741 por encargo del conde Hermann Carl von Keyserlingk.

Glenn fue forzado a nacer cuando su madre tenía 41 años. Él, como Tristram Shandy (1), no quería salir de la placenta, además era un ‘pecado’ parir con tantos años en esa época. Ella era profesora de piano y cantaba la hoja parroquial en el coro. Parió a un ser sublime.

Las manos de Glenn Gould

Glenn Gould salió zurdo (algo que su mano derecha nunca le perdonó). Amante de los perros, cuando era preguntado decía “Sí, siempre me han gustado los perros, siempre que no se deletreen al revés” (en inglés dog, perro, y god, dios). Sus manos estaban siempre tensas, se hicieron rivales y cada una era un acicate para la otra; si la izquierda tocaba un staccato la mano derecha no se podía quedar atrás, lo cual hacía que fuera absolutamente admirado o rechazado por completo por parte del público y la crítica.

Me dice Glenn: ¿Y qué cree que podía hacer yo ante mis manos? Nada. Sólo las susurraba para calmarlas para que llevaran las notas donde yo les decía.  De ahí radica el susurro cuando toco el piano, por mis manos, para dirigirlas, no por estar chalado. ¿Por qué creen que tomaba tantas pastillas? El Asperger no es más que una enfermedad dentro del catálogo existente DMS -3 (ya van por el DMS-5). Mi problema era con las manos porque se agrandaron tanto a fuerza de tocar horas, días, semanas, años… y las dos pugnaban entre ellas por abarcar cada vez teclas más lejanas, lo que me hacía pasar un dolor insoportable por los estiramientos, así que tomaba lo que fuera con tal de aliviarlo.

Para colmo algunas aficionadas creían lo que se dice sobre las manos: que así tienes la mano así tienes la pirula. No es que me acosaran, pero si me echaba medio novia mis manos continuaban siendo rivales: si mi mano izquierda quería tocar la teta derecha de la dama, la mano derecha tocaba la teta izquierda. Esto me costó algún disgusto, llegaron a proponer a más de una de mis novias que qué mano le gustaba más, a lo cual ella decía que quería a las dos por igual, que no podía quedarse sólo con una.

Mira Glenn –le digo–, esta biografía queda muy sosa, después de comer te mandaré a mi alter ego. Sé que no te hace falta la pasta, que estás forrado, pero si yo edito una birria, discúlpame, una biografía así, no vendo una mierda, ¿estamos?

Las Variaciones Goldberg

Las “Variaciones Goldberg” (quizás lo más escuchado de Glenn Gould) es una composición escrita para el conde Hermann Carl von Keyserlingk (lo que hace internet, parece que cualquiera pueda ser un erudito), antiguo embajador de Rusia en Sajonia que le gustaba que le frecuentara  el clavicembalista Goldberg. Como no existían en esa época aparatos de música el clavicembalista dormía en su casa. El conde tenía insomnio y varias enfermedades, cuando se despertaba le decía a Goldberg: tócala de nuevo Gol…

Un día el conde le dijo a Bach que le gustaría tener alguna composición suya para que Gol (disculpad el ahorro de letras de decir todo el cacho apellido de este tío, en adelante Gol) y le sugirió que hiciera unas composiciones tranquilas y alegres para pasar mejor el insomnio. Bach, que era un tipo serio, le parecía que haciendo variaciones el conde podría pasar mejor la noche, aunque consideraba que era un trabajo ingrato hacerlas. Además Bach en esa época estaba sembrado, cosa que componía, obra maestra que te crió. 

El conde nunca se cansaba de escuchar esas variaciones, y recompensó jugosamente a Bach, esa recompensa consistió en una copa de oro llena de monedas de oro. Hay dudas sobre la veracidad de la historia: primero por la cuestión de que el compositor no dedicara la partitura a tan generoso patrón; segundo porque Gol tenía 15 años, pero sea cierto o no es una obra maestra de una calidad en la composición excepcional. Una obra, en definitiva, apta para el disfrute del intelecto y la sensibilidad.
 

Otra confesión

Llega la tarde y se presenta en casa de Glenn Gould el alter ego del escribiente.

– Pong, pong, pong –llama a la puerta–.

– ¿Quién es?

– Soy el periodista Johnny Wi-Fi

–  Pasa. He oído hablar de ti, eres un periodista de élite.

– ¡Qué tal, talentazo! Tomamos un café y vamos al grano, ¿te parece?

– Sí.

– Creo que la lucha entre tus manos manos la has sacado de los relatos “La Mano” de Guy de Maupasassant y de la lucha visceral de dos casi hermanos que se admiran y se odian a la vez de “La sombra y el relámpago” de Jack London (cuentos ambos preciosos), pero no me toques las teclas. Tú me tienes que contar sin trucos por qué usas una silla de 33 centímetros, y no cambias nunca el skay. ¿No te das cuenta que eres la ruina de los programas de bricolaje de la 2? (disculpen el anacronismo).

– Es cierto, mi lucha entre mis manos me hacía tomar de todo, no miraba ningún prospecto, cualquier cosa que veía en botica me lo tragaba. Hasta que un día…

– Prosigue que veo que te has puesto colorado como una col lombarda.

– Pues… pues…, me da corte decirlo…, tantas horas sentado delante del piano…

– No te preocupes, si es algo que tú no quieras que se sepa no lo transcribo.

– Vale. Pues que me hice adicto al Hemoal.

– ¿Por eso siempre la misma silla?

– Sí. Tenía hecho el hueco en ella, era con la única que sentía frescor en las pelotas. Me recordaba a una novia que tuve en el Labrador, ¡qué manos!

Glenn Gould es hoy el vagabundo de las estrellas. La sonda espacial Pioneer 10 lanzada al espacio en 1972 lleva, entre otras muestras de la civilización humana, su grabación del Preludio y Fuga número 1 del libro II de “El clave bien temperado” de J.S. Bach, que todavía está viajando por las estrellas.

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