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viernes, marzo 4

Las últimas tribus de la Amazonia

(Un texto de Fátima Uribarri en el XLSemanal del 2 de diciembre de 2018)

Se cree que al menos cien grupos de indígenas viven aislados en la selva amazónica. Cada vez se descubren nuevos aspectos de su estilo de vida. Y, con [...] Bolsonaro en Brasil, cada vez tienen más difícil la supervivencia.

Los kawahivas han decidido no tener hijos porque no pueden cargar con ellos mientras huyen. Y siempre están escapando.

Dependen de la velocidad de sus piernas y de su instinto para eludir al hombre blanco que destruye su hábitat, encarnado en madereros, terratenientes y buscadores de oro. Esta imagen que recuerda las escenas de la película La misión, ambientada en el siglo XVIII, es una realidad en la selva del Amazonas del siglo XXI.

Y ahora, con la elección de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil, su destino y el del resto de las tribus que viven en la selva es aún más incierto. Bolsonaro prometió acabar con la protección de los territorios que la Constitución de 1988 garantiza para los indígenas. Ha dicho que no les concederá «ni un centímetro más de tierra» y se ha pavoneado de su absoluta simpatía por los grupos que quieren eliminar selva para ganar terreno a la agricultura, la ganadería y la minería.

Mal agüero para los kawahivas del río Pardo, en el estado de Mato Grosso. Son una de las cien tribus que viven aisladas en la Amazonia. Se han retirado al corazón de la selva, han remontado ríos durante generaciones en una huida constante que los va acorralando. La Fundación Nacional del Indio (Funai, fundado por Sydney Possuelo), el órgano de asuntos indígenas de Brasil -que Bolsonaro quiere cerrar-, estimaba hace unos años que quedaban solo unos 5o kawahivas.

Las tierras de los kawahivas no están protegidas. Los madereros de Colniza, una de las ciudades con mayor tasa de homicidios del país, los acechan. No se sabe cuántos quedan. Se tienen pistas de su paradero por los enormes caparazones de tortuga (uno de sus alimentos predilectos) que dejan a su paso. Hasta ahora las autoridades han sido partidarias de no molestarlos.

Se ha comprobado que el contacto con extraños es letal para los indígenas aislados, entre otras cosas, porque les contagian enfermedades para las que no están inmunizados. En 1954, por ejemplo, los kamayuras casi quedan diezmados por una epidemia de sarampión.

Arcos de cuatro metros

Las flechas que los pueblos no contactados disparan a las avionetas que los han avistado demuestran que prefieren no ser molestados. Algunas de las tribus aisladas de Brasil utilizan arcos y flechas enormes (se han encontrado arcos de más de cuatro metros) muy parecidos a los que utilizan los sironós de Bolivia, lo que da idea de la antigua y enorme movilidad de estas tribus.

Se mueven porque intrusos se cuelan en su terreno. Los acorralan también los proyectos de construcción de grandes presas y carreteras que son parte de los planes de crecimiento del Gobierno de Brasil. Ahí se produce un choque en el que los indígenas van en desventaja.

El pueblo mariposa

En Brasil viven un millón de indígenas. Su Amazonia cobija al mayor número de pueblos no contactados del planeta. No todos los grupos están igual de aislados que los nómadas kawahivas. Algunos pueblos están más asentados y viven en chozas comunales, plantan mandioca en claros de la selva, cazan y pescan. También hay territorios acotados para ellos. Como Xingu, la reserva indígena creada en 1961 en el Mato Grosso: 27.000 kilómetros cuadrados donde habitan hasta 16 etnias.

Los piripkuras no viven en esta reserva: los llaman el pueblo mariposa por su continuo huir. Cuando, en 1980, la Funai conectó con ellos, eran unos 20. Luego regresaron a la selva. En 1988, dos de ellos contactaron con las autoridades y narraron la persecución que estaban padeciendo. La Funai ha prohibido la entrada en la tierra de los piripkuras. Pero es difícil de controlar. Como sucede con los kawahivas, no se sabe cuántos quedan.

También se desconoce a qué tribu pertenece ‘el hombre del agujero’. Es un indígena que vive solo en la región de Tanaru; lo llaman así porque hace hoyos para cazar y esconderse. Parece que es el único superviviente, el último de su tribu.

Kalapalos, señores de la pesca

Se cree que la tribu de los kalapalos huyó desde la costa caribeña hasta las entrañas de la selva amazónica huyendo de los españoles. Su lengua está emparentada con dialectos de la Guyana. Los kalapalos son muy hábiles en la pesca: solo comen animales acuáticos, nunca terrestres. [...] el huka-huka, una lucha ritual que representan durante la ceremonia de Kuarup, en la que celebran la vida y la muerte.

Los yanomamis, expertos en botánica

Los yanomamis son el pueblo indígena aislado más numeroso de América del Sur. Son cerca de 53.000 y viven en las selvas del norte de Brasil y del sur de Venezuela. Tienen amplios conocimientos de botánica: usan unas 500 plantas como alimentos o medicinas.

Los kayapós, en pie de guerra

En 1987, su protesta contra la construcción de una presa tuvo eco mundial. Incluso el cantante Sting los apoyó. Esa presa se frenó, pero ahora los más de 7000 indios kayapós se alzan de nuevo contra
la represa de Belo Monte en el río Xingu. Sería la tercera presa más grande del mundo y, según los indígenas, destruiría gran parte del río y la selva, de donde ellos extraen su sustento.

Los yawanawas, al médico y a votar

Quedan unos 900 indios de esta tribu en el vasto territorio reservado para los indígenas en el estado de Acre, en Brasil. Los yawanawas pueden acudir en sus canoas al municipio de Tarauacá, donde se ha establecido un centro de atención médica primaria y allí también pueden votar.

Kaxinawas, contaminados por el caucho

Los kaxinawas viven a ambos lados de la frontera entre Perú y Brasil. Cuando, en el siglo XIX, llegaron los explotadores de caucho, algunos pelearon y otros acabaron trabajando para ellos. Viven de la pesca, la recolección de plantas y practican la horticultura ‘de barrido y quema’. Hace ya décadas que, para cazar, algunos de sus hombres utilizan escopetas.

Los kamayuras, refugiados en el parque

El explorador alemán Karl von der Steiner contactó con los kamayuras en 1887 y los contabilizó: eran 264. El sarampión casi acaba con la tribu en 1954. Solo sobrevivieron 94 miembros del grupo. Ahora son más de 300 y viven en el Parque Indígena de Xingu, donde residen hasta 16 etnias indígenas. Este parque, de 27.000 kilómetros cuadrados de extensión, fue creado en 1961 y ha tenido que superar invasiones de pescadores y cazadores en la década de los ochenta y el avance de las madereras en los años noventa.

PARA SABER MÁS

Fundación Nacional del Indio, órgano del Gobierno brasileño encargado de las políticas relacionadas con los pueblos indígenas. http://www.funai.gob.br

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