¿Por qué la Semana Santa no tiene fecha fija?
(Un texto de J.C.M. en el Heraldo de Aragón del 1 de abril de 2018)
Desde el 22 de marzo hasta el 25 de abril, esa es la horquilla temporal en la que cada año se puede celebrar la Semana Santa, periodo que toma como referencia la primera luna llena de la primavera y el domingo de Resurrección, pero que en un futuro podría contar con una fecha fija. Así lo establece el Concilio Vaticano II, que subraya que la Iglesia «no se opone a que la fiesta de Pascua se fije en un domingo determinado dentro del calendario gregoriano» siempre que la decisión se tome de manera unánime con las otras confesiones cristianas; ortodoxos y protestantes.
Según señala Fermín Labarga, profesor de Teología Histórica de la Iglesia, en la actualidad y desde el siglo III la fiesta de Pascua se celebra cada año el domingo posterior a la primera luna llena de la primavera. Para acordar esta fecha, el cristianismo acudió a los evangelios, que señalan que Cristo murió el día de la Pascua judía, festividad que se celebra de acuerdo con el calendario lunar.
«Lo que se celebra no es tanto la muerte de Jesucristo, sino su resurrección, que tiene lugar el tercer día, domingo, por lo que la fiesta de la Pascua se celebra el domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera», explica. Sin embargo, el papa Francisco ya se pronunció en el año 2015 a favor de establecer una fecha fija para la Semana Santa, y apuntó a la segunda semana de abril, de manera que el segundo domingo de este mes fuera el domingo de Pascua.
La celebración de la Semana Santa, tal y como la conocemos hoy en día en España, se remonta al siglo XVI, según relata Labarga, que explica que el origen de las procesiones está en el teatro religioso. «En la Edad Media se realizaban en las iglesias y en los pórticos los autos de la Pasión, que eran escenificaciones que formaban parte de los oficios litúrgicos», apunta. Sin embargo, y como «ese teatro daba lugar a algunos comportamientos poco edificantes», se fueron transformando paulatinamente y sustituyendo a los 'actores' por imágenes, de manera que esas escenas de la Pasión dejaron de ser vivientes, para convertirse en imágenes de madera y tela. Las procesiones surgieron también del deseo del pueblo cristiano de imitar la pasión de Cristo: «Es lo que los peregrinos hacían en la Vía Santa o Vía Dolorosa de Jerusalén, que era acompañar a Cristo con la cruz».
En el siglo XVIII, el rey Carlos III prohibió la figura de los «disciplinantes», penitentes que se flagelaban durante estas celebraciones, que quedaron reducidas a procesiones en las que los cofrades alumbraban con los cirios a las imágenes portadas por otros miembros de las cofradías. Posteriormente, en el siglo XIX, se introdujeron otros elementos como las bandas de música, tal y como han llegado hasta nuestros días.
Etiquetas: Tradiciones varias
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