"Rebelión en la granja" - Las palabras de un visionario
(Extraído de la columna de Carmen Posadas en el XLSemanal del 18 de octubre de 2020. Conviene recordar estas cosas, y ver que muchos políticos encajan en el papel de Napoleón, el cerdo supremo)
En 1944, cuando Inglaterra y la Unión Soviética eran potencias aliadas
contra Hitler, George Orwell escribió un opúsculo destinado a
convertirse en una de las fábulas políticas más célebres de la historia
reciente. Según sus propias palabras, la escribió sobrecogido al ver la
admiración que despertaba entre políticos, empresarios e incluso entre
los intelectuales británicos el paraíso soviético de Iósif Stalin. Rebelión en la granja cuenta
cómo una noche, en la granja mal gestionada por el violento y borrachín
señor Jones, los animales, capitaneados por los cerdos, que eran los
más inteligentes y resolutos, se rebelaron y lograron expulsarlo de su
propiedad. Se instauró entonces una igualitaria hermandad basada en
siete mandamientos que rezaban así. Mandamiento uno: todo lo que camina
sobre dos pies es un enemigo. Dos: todo lo que camina en cuatro patas o
tiene alas es amigo. Tres: ningún animal usará ropa. Cuatro: ningún
animal dormirá en una cama. Cinco: ningún animal beberá alcohol. Seis:
ningún animal matará a otro animal. Siete: todos los animales son
iguales. Sin embargo, muy pronto los cabecillas de tan noble rebelión
empezaron a tener sus diferencias y llegaron entonces las delaciones,
las traiciones, las purgas, y Napoleón, uno de los cerdos líderes,
consiguió acabar con Bola de Nieve, su hermano y camarada hasta ese
momento. También, para ser más eficaz y poder sobrellevar mejor el peso
de sus nuevas y arduas responsabilidades, Napoleón estimó necesario
mudarse a la antigua casa del señor Jones. Y ya que estaba ahí, y puesto
que trabajaba muchísimo, empezó a dormir en la cama del señor Jones y a
tomarse un par de whiskies por las tardes, como hacía el
antiguo propietario. Y, ya que estaba, optó también por utilizar su
armario y ponerse traje, ante la atónita mirada del resto de los
animales, que le recordaron los siete mandamientos que él mismo había
formulado. Napoleón entonces les hizo ver que no habían leído bien los
mandamientos y así debía de ser porque de pronto pudieron comprobar que,
donde antes decía «Ningún animal dormirá en una cama», ahora rezaba
claramente: «Ningún animal dormirá en cama con sábanas». Y lo mismo
ocurría con el resto del septálogo, de modo que «Ningún animal beberá
alcohol» tenía ahora la coletilla «en exceso», mientras que «Ningún
animal matará a otro» se había convertido en «No matará a otro animal
sin motivo». En cuanto al mandamiento final, ese que dictaba que «Todos
los animales son iguales», había sido alargado para explicitar que, sin
embargo, algunos animales «son más iguales que otros». [...]
Etiquetas: libros y escritores, Pensamientos varios
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