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sábado, junio 25

El pangolín se queda solo

(Un texto de Matthias Schreider en el XLSemanal del 27 de octubre de 2019)

Es el único mamífero acorazado del planeta y casi no ha evolucionado desde hace 47 millones de años. Pero ahora los pangolines están en peligro de extinción. La superstición y la avaricia humanas los han convertido en mercancía de una potente industria.

Cuando se le acerca un león, se defiende. Pero no sacando las uñas o enseñando los dientes. Él prefiere la resistencia no violenta, una opción a la que suelen recurrir aquellos que son de músculos débiles, pero de voluntad fuerte. Otro de los motivos por los que el pangolín renuncia a toda forma de resistencia agresiva es que se trata de una de las especies más solitarias del reino animal y, por lo tanto, no puede confiar en la fuerza del grupo. Por eso prefiere hacerse un ovillo en el suelo, de tal manera que las escamas que cubren su cuerpo forman una cubierta impenetrable.

Esta defensa tan firme como silenciosa suele suponer un problema irresoluble para la escasa habilidad manual del rey de la selva.

No por nada el pangolín ha conseguido pasar prácticamente sin cambios por los últimos 47 millones de años de proceso evolutivo. Animal de hábitos nocturnos y poco conocido en nuestras latitudes, y que podría ser una combinación de oso hormiguero y armadillo adornado con las escamas de un dinosaurio en miniatura, es el único mamífero acorazado sobre la faz de la Tierra.

Al igual que les sucede a otros muchos animales en esta parte más reciente de la historia de la vida, el pangolín es capaz de enfrentarse heroicamente a leones, tigres y leopardos, pero está totalmente inerme ante la cruel inteligencia del Homo sapiens.

El pangolín es una más de las muchas criaturas que han llegado al límite de su aguante y ven peligrar su existencia como especie. Muchas personas, sobre todo en China, atribuyen poderes curativos mágicos a las escamas del pangolín. El hecho de que la supuesta eficacia de la queratina que contienen –sustancia presente también en las uñas humanas– no haya resistido ningún análisis farmacéutico, no les ha hecho cambiar de idea.

Según su medicina milenaria, las escamas reducidas a polvo y mezcladas con otras sustancias ayudarían a paliar las molestias del reúma y combatir los problemas de circulación.

Hay toda una industria dedicada a la elaboración de unos productos que exigen el uso de cantidades absurdas de escamas cada año: unas 26 toneladas. Para satisfacer esta demanda, 73.000 pangolines tienen que dejarse la vida. A la luz de estos datos, casi es un consuelo saber que en África también se los caza por su carne, al menos sirven de alimento.

El mercado negro ha florecido de tal manera en los últimos tiempos que las estimaciones más prudentes hablan de un millón de pangolines víctimas de los furtivos solo entre los años 2010 y 2013. No hay otro mamífero con el que se comercie ilegalmente de una forma tan masiva en todo el mundo. Ni siquiera la categórica prohibición del CITES (siglas en inglés del Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) para las ocho especies de pangolines ha podido poner fin a este lucrativo negocio.

Una prueba son las 47 toneladas de escamas procedentes de África y con destino a Asia requisadas en 2017. En 2018 fueron 40 toneladas. Y, este año, agentes de Singapur encontraron 13 toneladas en un único cargamento. Solo para este envío tuvieron que morir unos 36.000 ejemplares.

El negocio se ha ido desplazando desde Asia hacia África. La mayor parte de las escamas proceden de Camerún, Nigeria, Sierra Leona y Uganda. Su comercio es global; se abren de media 27 nuevas rutas comerciales cada año.

Poderosos cárteles, que también trafican con armas, consiguen unos beneficios cuantiosos gracias a esta mercancía prohibida. Igual que ocurre en el caso del narcotráfico, las rutas y formas de transporte cambian constantemente, lo que dificulta en gran medida el trabajo de las autoridades. Según un informe del año 2017, en el negocio ilegal con pangolines hay implicados hasta 67 países y territorios.

En la actualidad, los activistas intentan proteger al amenazado pangolín de la actividad de los furtivos en granjas y reservas africanas, al tiempo que buscan que la población local se conciencie de su delicada situación. Un problema añadido es que a los zoológicos y organizaciones ecologistas les cuesta poder mantener poblaciones sostenibles: estos sensibles animales suelen perecer durante los primeros meses en cautividad por culpa de úlceras gástricas o inflamaciones pulmonares. «La mayoría de los pangolines no llega a sobrevivir ni 200 días», asegura Paul Thompson, cofundador de la organización Save Pangolins.

Esta suma de factores hace que el reloj de la extinción siga avanzando implacablemente. Los propios expertos son incapaces de calcular cuántos pangolines sigue habiendo en todo el planeta. Sí saben que llevan muchos años en la lista de las especies más amenazadas, igual que el león. Parece solo cuestión de tiempo que ambos animales se crucen por última vez en la naturaleza.

Nota: El pangolín puede sobrevivir en la sabana, las praderas o los bosques. Prefiere los terrenos de suelos arenosos, así le cuesta menos excavar.

Anatomía de un pangolín

Adaptarse al medio

El pangolín puede sobrevivir en la sabana, las praderas o los bosques. Prefiere los terrenos de suelos arenosos, así le cuesta menos excavar una madriguera.

Cariñosos

Aunque son solitarios, la madre cuida de su cría durante bastante tiempo. Si un humano se convierte en referencia para los jóvenes pangolines, estos muestran una dependencia similar a la que sienten por sus progenitoras.

Sin dientes

Salen a buscar alimento con la caída del sol y se alimentan de hormigas y termitas, a las que acceden escarbando con las patas delanteras y atrapan con su lengua, ya que carecen de dientes.

De pocos amigos

Son unos animales muy territoriales con respecto a sus congéneres. Si otro ejemplar hace acto de presencia, no es raro que peleen.

Despiezados

Para el hombre son presa fácil. Los cazadores les quitan las escamas, que contienen queratina, para usar en pócimas varias y luego venden su carne como alimento.

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