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jueves, octubre 12

La Seo, cuya fiesta es el 12 de octubre, sustituyó hace 900 años a la mezquita

(Leído en el Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 2019)

Tras la reconquista de Zaragoza en diciembre de 1118, Alfonso I reaprovechó el edificio para la religión cristiana.

Había resistido los embates de las tropas de Alfonso VI de León en 1086, los de Sancho Ramírez en 1091 y los de Alfonso I de Aragón en 1110. Pero este, al que luego apodaron ‘el Batallador’, aprendió la lección y, cuando ocho años más tarde se planteó volver a intentar la conquista de Saracusta, reunió un fuerte ejército de aragoneses, franceses, castellanos, navarros y catalanes.

La ciudad, que había sido capital de la taifa de Zaragoza, contaba con cerca de 25.000 habitantes y no resistió mucho al asedio iniciado en mayo de 1118.

La defendían guerreros almorávides, que recibieron la ayuda de tropas mandadas por el gobernador granadino ibn Mazdali. Este acabó muriendo en los combates, y poco después, el 11 de diciembre de 1118, la ciudad capituló, más por hambre que por los daños de las acciones militares. Una semana más tarde entraron en la ciudad, triunfales, las tropas cristianas.

Mientras el rey continuaba la campaña militar, con el punto de mira puesto en Tudela y Tarazona, pronto empezaron a notarse los cambios intramuros, especialmente los que llegaron de la mano de la nueva religión.

En la Zaragoza musulmana, vivió durante 404 años una pequeña comunidad cristiana de mozárabes sujeta al islam. Su iglesia era Santa María la Mayor (el embrión de lo que hoy es el Pilar). A la entrada de las tropas cristianas se comprobó que estaba en muy mal estado y recaudaron fondos para rehacer sus paredes y techos.

Un obispo sin sede

La ‘nueva’ ciudad, físicamente muy parecida a la anterior al sitio pero con otras autoridades, tenía obispo, Pedro de Librana, nombrado por el Papa, pero no sede obispal.

Alfonso fue benévolo con los vencidos: no tomó prisioneros, dejó irse a quienes lo desearan y concedió un año entero a los saraqustíes para mudarse a zonas extramuros.

La necesidad de encontrar sede obispal y el hecho de tener a su disposición un edificio de grandes dimensiones, como era la antigua mezquita aljama de la ciudad, le hicieron ver la oportunidad de matar dos pájaros de un tiro. Así dio comienzo en 1119 la larga historia de la Seo zaragozana.

Las excavaciones arqueológicas dirigidas entre 1992 y 1996 por José Antonio Hernández Vera revelaron que entre 1119 y 1121 simplemente se hicieron las obras mínimas para adaptarla al culto cristiano.

Se derribaron algunos muros y se modificó la orientación del templo. Se arbitraron naves laterales y se cubrió el templo a dos aguas.

En 1170 Alfonso II ordenó que se trasladará el cráneo de san Valero desde Roda de Isábena a la Seo, y eso hizo que, al tener más importancia el templo, entre los años 1175 y 1198 experimentara importantes modificaciones: se construyó una cabecera de cinco ábsides y una portada a los pies del templo.

No fue hasta el siglo XIV cuando desaparecieron por completo los vestigios de la antigua mezquita. Por fin, una tercera fase en la que se planteó realizar un nuevo transepto que no debió de llegar a concluirse según los datos de las excavaciones.

Del primitivo templo románico queda hoy muy poca cosa. A lo conservado se accede a través de la sacristía mayor. Lo que se conserva es un paramento vertical del ábside principal, levantado entre 1175 y 1198.

Pero, aún siendo poco, es mucho. Destacan una serie de bajorrelieves en los que se narra desde la Creación del Hombre a la Expulsión del Paraíso; y, en los capiteles, escenas como la ‘Presentación en el Templo’, ‘Cristo y los discípulos de Emaús’ o ‘Prendimiento de Cristo’.

La Seo cumple 900 años como templo cristiano y se prepara ya para una nueva efeméride, ya que en 1121 fue dedicada al Salvador.

El manuscrito de Espés y el error histórico

El zaragozano Fray Diego de Espés escribió un manuscrito entre 1575 y 1578, ‘Historia eclesiástica de la Ciudad de Zaragoza desde la venida de Jesucristo, señor y redentor nuestro, hasta el año 1575’, donde con claridad consta que la fecha de la dedicación de la catedral del Salvador se verificó el día 12 de octubre, y no el 4 como se ha llegado a publicar. Espés tuvo a su disposición los documentos originales del siglo XII, mientras que los investigadores modernos solo han tenido acceso a copias que no resultan completamente fidedignas en algunos detalles.

En el calendario romano, el duodécimo día del mes de octubre se enuncia como ‘quattuor (ante) idus octobris’, esto es, cuarto día a contar hacia atrás desde el día de los idus de octubre, que es el 15, inclusive.

El 12 de octubre se convirtió así en la fiesta de la Iglesia de Zaragoza pero luego derivó a Día del Pilar. Y es que las persistentes desavenencias entre los canónigos de la Seo y del Pilar se saldaron con una salomónica bula papal. El 11 de febrero de 1676, el papa Clemente X decretó que ambas iglesias fueran catedrales a igual título y compartieran cabildo. La fiesta de la Iglesia de Zaragoza pasó, pues, en 1676 a ser también la fiesta de la ya catedral del Pilar.

Un edificio que se transformó paulatinamente en templo cristiano

La tradición musulmana de Saracusta decía que la mezquita mayor sobre la que en 1119 empezó a edificarse la Seo había sido fundada por un santón de la tercera generación del islam, llamado Hanás as Sananí, el cual había erigido también la de Málaga, unos años antes.

Al Ebro habría llegado en compañía de Muza ibn Nusair, es decir, el Muza, que, con su subordinado Táric, protagonizó el victorioso desembarco del año 711 con el que dio comienzo la conquista islámica de la península ibérica. Los historiadores actuales discuten si, en realidad, estuvo o no en Al Ándalus.

La mezquita aljama o mezquita mayor de Saracusta fue construida sobre el solar del foro romano de la antigua Caesaraugusta por Hanas ben Abdallah as San’ani, en la segunda década del siglo VIII. Algunos historiadores han sostenido, así, que la mezquita mayor de Saraqusta sería una de las edificaciones islámicas más antiguas de alAndalus. Posteriormente fue modificada y ampliada, sobre todo en el siglo XI, bajo el gobierno de Mundir I.

En las excavaciones realizadas en la Seo en el año 1999 se hallaron los restos del minarete (torre) en el muro externo y los trazados de los muros principales de la mezquita del siglo XI. Esto permitió reconstruir el aspecto que el templo tendría a la llegada de los aragoneses en 1118.

La entrada se situaría en el mismo lugar que la actual. La toma de Saracusta no implicó la demolición de la mezquita, sino su transformación paulatina en el templo cristiano.

El 12 de octubre de 1121 la antigua mezquita de Saraqusta fue convertida canónicamente en templo cristiano, dedicándose a la advocación de San Salvador. Sin embargo, las reformas arquitectónicas no fueron de gran relevancia en ese momento, sino que se limitaron a las imprescindibles para la celebración del culto cristiano.

Hasta el año 1140 no comenzaron las obras de demolición progresiva de la mezquita para adecuarla a las formas arquitectónicas de las iglesias románicas. Se derribó el cuerpo superior del minarete para convertirlo en campanario y se respetó el patio, convirtiéndolo en claustro adyacente a la iglesia, que a su vez se erigió como edificio basilical de tres naves terminadas en ábsides, todo bajo la influencia del estilo románico de la catedral de Jaca.

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