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lunes, octubre 2

Zaragoza desconocida: Murallas romanas – piedras con historia

(Un texto de Elena Pérez Beriain en el Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 2013)

El Torreón de la Zuda, edificado sobre los restos del antiguo alcázar musulmán, es un punto clave para comprender la importante construcción que, en el siglo XIII, se levantó para proteger Zaragoza.

Una gran riada arrasó en el año 827 parte de la muralla romana de Zaragoza que, con una longitud de más de dos kilómetros y medio, se construyó en el siglo III para defender la ciudad. El paso del tiempo y los cambios urbanísticos terminaron por convertir esta importante e imponente construcción en un testimonio de lo que fue.

Los restos históricos aparecen y desaparecen bajo casas, calles y solares. En el entorno del Mercado Central, junto al Torreón de la Zuda, se conserva el conjunto de mayor entidad, el que permite aproximarse a cómo era esta edificación, a los casi siete metros de anchura que tuvo y al papel que desempeñó. Llegó a contar con unas 120 torres para proteger un recinto rectangular de 44 hectáreas, al que se accedía a través de cuatro puertas.

El actual torreón de la Zuda, que alberga la Oficina de Turismo, está situado en un extremo de la plaza del Pilar, junto a la iglesia de San Juan de los Panetes y al río Ebro, en lo que era la esquina noroeste de la ciudad urbanizada romana. «Era un punto dominante», recuerda Francisco Escudero, arqueólogo municipal, que conoce a la perfección su historia. No en vano ha participado en las tres campañas de excavación que se han sucedido desde 1999. «Nos dimos cuenta -explica- que bajo el torreón de la Zuda actual estaba la torre romana, donde existía un importante desnivel, y que todavía eran visibles los efectos de una riada, que tuvo que ser una gran catástrofe natural, ya que se citaba en documentos del año 827 del Califato de Córdoba». La fuerza del agua destruyó parte de la cara norte del muro, el torreón primitivo y el puente que existía en aquel momento.

Esa fecha es clave para conocer la historia de las murallas. Los musulmanes reconstruyeron la edificación defensiva y también el alcázar, la Zuda, sede del poder y todo un símbolo. A este palacio pertenecen diferentes muros y la gran torre del homenaje, construida sobre un torreón.

«Lo que vemos es cómo esos torreones son protegidos en una primera fase por un anillo». Dejan de ser circulares y, tanto el de la Zuda como otro cercano, «del que prácticamente no conocíamos nada», se edifican cuadrados.

El material más antiguo de las murallas romanas es hormigón. «Aún se discute; pero podría datar de finales del siglo I o comienzos del II», afirma Escudero. La parte de sillería, construida modificando la anterior, es del siglo III. Habría que situar esta edificación «en la época romana, musulmana y cristiana, que es cuando se protege y se cuida». A partir del XVI, «la muralla se desmonta, porque se considera inútil y, además, entorpece la expansión de la ciudad». En la vista de Zaragoza que pintó Anton Van Der Wyngaerde en 1563 y en el cuadro de 1647 Juan Bautista Martínez del Mazo «prácticamente no hay muralla». No es hasta los siglos XIX y XX cuando recupera su protagonismo y es objeto de estudio y de excavaciones arqueológicas.

«Las murallas romanas de Zaragoza son muy complicadas estructuralmente, y aún no hemos llegado a entenderlas del todo». Tanto es así que se podría llegar a afirmar que esta antigua construcción tiene mil caras y depara sorpresas. Hay vestigios de esta edificación en el centro comercial Puerta Cinegia, en la plaza de España de la capital aragonesa, donde incluso llega a estar integrada en una sala dedicada a exposiciones de una conocida tienda de ropa.

Un suelo acristalado en el torreón de la Zuda permite al visitante observar estos restos históricos. También desde el exterior, es posible contemplar parte de las murallas y, si se observa con atención, distinguir el tramo más antiguo y el arranque de un primitivo torreón. «La muralla hay que verla en su anchura completa de siete metros, la mitad correspondería a la parte de hormigón y la otra mitad, a la de sillares. Es de las más anchas de España. La de Zaragoza fue especialmente potente».

La muralla del siglo III se hizo utilizando piedras sillares procedentes de «edificios romanos que empezaban a estar en decadencia». Una tónica que, a partir del XVI, cuando se permite tirar esta construcción, se repite, con el empleo de estos materiales en la construcción de palacios o zócalos de iglesias. «Lo que se ve claro -destaca el arqueólogo municipal- es que en esta construcción hay apaños de todas las épocas». De hecho, lo que se conserva de la etapa romana «es mínimo». Solamente las hileras más bajas.

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