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martes, septiembre 12

De cuando fueron invisibles

(Un texto de Manuel Rico en El País del 17 de agosto de 2019)

Versos con faldas rescata del olvido a un grupo de mujeres poetas que intentaba editar sus libros desafiando las leyes patriarcales de los años duros del franquismo.

Al comienzo de la década de los cincuenta, España vivía aún en los años más duros del franquismo. Faltaba casi una década para la visita de Eisenhower y, aunque en 1947 una jovencísima Carmen Laforet había ganado el Premio Nadal con Nada, la represión del aparato del Estado convertía la vida de las mujeres en puro reflejo del ideario de la Sección Femenina, relegándolas a las tareas hogareñas y a una completa subsidiariedad respecto a los hombres. Esa realidad tenía su reflejo en la cultura de una manera especialmente dramática porque aún entre los sectores ilustrados (en los que había no pocas mujeres) vivía la memoria de los años republicanos y, aunque oculta y reprimida, de la Institución Libre de Enseñanza, con su impronta de igualdad y civilidad. La poesía y las poetas no podían ser una excepción. Las había y muy activas, pero eran casi invisibles. Pocas accedían a publicar sus libros, menos aún ocupaban espacio en los recuentos antológicos y estaban muy lejos de formar parte de los núcleos dirigentes de revistas (años de Escorial, de Espadaña, de Garcilaso...) y suplementos. Eran la otra cara de un mundo hecho por y para eI hombre. De tal relegación dan idea dos datos:

en el tomo 8 de Historia y crítica de la literatura española (1980) aparece un trabajo de José Carlos Mainer  titulado 'La reanudación de la vida literaria al final de la Guerra Civil' en el que se citan decenas de escritores sin que sea posible encontrar ninguna mujer. De otro lado, los recuentos canónicos de la época, la Antología consultada de la joven poesía española (1952), de Francisco Ribes, y Veinte poetas españoles (1955), de Rafael Millán, solo incluían, entre los 21 seleccionados, a una mujer: Angela Figuera.

Esa realidad publicada, que rompió Carmen Conde en 1954 con su Poesía femenina española viviente y la más tardía Poesía femenina española (1971), contrastaba con otra no visible: el empeño y la tenacidad de decenas de mujeres poetas que seguían escribiendo y, a la sombra de maridos y compañeros, leían en público sus poemas, intentaban editar sus libros y tener una proyección pública que desafiara a la moral franquista y a sus leyes. Con ese empeño, Gloria Fuertes, quizá la autora más conocida en aquellos años, creó en 1951 la tertulia Versos con Faldas. La acompañaron dos poetas hoy olvidadas, Adelaida Las Santas y María Dolores de Pablos. De ese proyecto y de su desarrollo posterior nos habla el riguroso y a la vez evocador Versos con faldas, libro editado Por Marta Porpetta y Fran Garcerá, con el que se viene a completar y actualizar, aportando investigación y nuevos datos, el que en 1983 publicaron Las Santas y De Pablos con prólogo y "nota" de Gloria Fuertes.

Versos con faldas, que incluye un amplio anexo con fotografías, noticias periodísticas, dedicatorias y textos manuscritos, nos traslada a un mundo desaparecido que vivía al otro lado de la realidad oficial aunque tuviera vasos comunicantes con ella. La tertulia, que consistía en la lectura de sus versos por varias poetas, era presentada, en cada sesión, por un relevante personaje masculino del mundo cultural de la época. Era una suerte de "alternativa", de sutil autorización que sus organizadoras asumían. "Decidimos acabar con el 'si me lees te leo' de las tertulias organizadas por los señores, que medio nos ignoraban e invitaban muy pocas veces para que pudiéramos leer nuestros poemas, que, aun entonces, eran tan buenos o mejor que los

de ellos", escribe Gloria Fuertes en el prólogo de 1983. Conocemos que hubo una Asociacion Artístico-Literaria del Teatro Gallego en la Carrera de San Jerónimo que acogió la tertulia, que ésta ("la única tertulia que por ser femenina se celebraba en lugar cerrado", aclara Las Santas), tras múltiples problemas con la dirección de la entidad, acabó peregrinando, a partir de 1954, por otros locales, incluidas las casas regionales de Madrid, que otros muchos foros poéticos sin presencia de mujeres. Al leer las exhaustivas biografías que el libro recoge, advertimos la presencia de muchas poetas con una sólida formación, incluso con vida intelectual anterior a la guerra y con trayectorias culturales en otros países, encontramos cesiones inevitables al clima de la época como la referencia sutil al papel dominante de los maridos.

En el libro se incluyen las biografías, junto con una breve selección de poemas, de 47 de las más de 60 poetas que pasaron por la tertulia. El lector habitual de poesía reconocerá nombres como los de Acacia Uceta, Sagrario Torres, Clemencia Laborda y las ya citadas Ángela Figuera y Gloria Fuertes. Sin embargo, la inmensa mayoría son autoras hoy desconocidas y con una poesía solvente y de calidad. Hay exigencia y hay oficio. Hay estilos diferentes aunque con claro predominio de la tradición clásica. El amor, el erotismo tratado de manera eufemística, los paisajes y las ciudades, la preocupación social, la idea de Dios, la angustia existencial, la condición femenina... En el fondo, las poetas de Versos con faldas abordan los mismos temas que ocuparon a los poetas varones de las dos primeras promociones de posguerra (de Vivanco a Rosales o Blas de Otero). María Alfaro, Gloria Calvó, Mercedes Chamorro, Carmen Loyzaga, María Luisa Chicote, Elisabeth Mulder... son algunos de los nombres que llenan este libro de pasión feminista, de pulsión reivindicativa con un punto de lamentación. Que encendieron una luz mínima pero imprescindible en un tiempo de sombras.

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