Cerámica en La Seo de Zaragoza
(Un texto de M. Isabel Alvaro Zamora -Catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza- en el Heraldo de Aragón del 1 de diciembre de 2019)
La cerámica tiene gran protagonismo en La Seo de Zaragoza, con ejemplos tan notables como el muro de la Parroquieta y las solerías de la capilla Zaporta y de la Sala Capitular. Estas tres piezas únicas nos permiten valorar su rico patrimonio cerámico.
El muro de la Parroquieta -capilla funeraria del arzobispo don Lope Fernández de Luna-, forma un llamativo tapiz ornamental fraccionado en tres grandes paños horizontales, con arcos mixtilíneos entrecruzados y rombos; lacerías componiendo estrellas de seis y ocho puntas; y frisos de zigzag y almenas. En este tapiz ornamental se unieron tres técnicas y tipologías cerámicas distintas, propias del mudéjar aragonés, del sevillano y de Manises
En su primera fase constructiva -entre comienzos y mediados de 1378- intervino Gali (¿Zalema Gali?), maestro de obra aragonés que dejó grabado su nombre en el enlucido del muro y proyectó el primer paño de labores de ladrillo con piezas vidriadas en blanco, verde y azul (discos, estrellas de ocho puntas con sus marcos y puntas de flecha) con las que se perfilaron todos los paños y animaron los fondos del inferior. En la segunda fase -de agosto de 1378 a mayo de 1379- trabajaron Garci Sánchez y Lop, maestros de azulejos sevillanos que, con la técnica del alicatado, produjeron las pequeñas piezas vidriadas en blanco, verde, melado, negro y azul (triángulos, rombos, cuadrados, rectángulos, eslabones y castillos) con las que se rellenaron las labores de ladrillo de los paños siguientes, se subrayaron todos los tapices ornamentales y vanos, y se compuso el escudo del arzobispo. Además, en la zona inferior bien visible, se añadieron azulejos pintados a pincel con el escudo del prelado y la inscripción fundacional: «[AEDIFICA]TA:BENE:FUNDATA:EST:SUPRE:FIRMAN: PETRAM» («edificada y bien fundada está sobre tierra firme»). Como resultado de todo ello, se unieron tres técnicas y tipologías cerámicas distintas, propias del mudéjar aragonés, del sevillano y de Manises, creando una abigarrada ornamentación que lo convierte en una obra única y excepcional, con la apariencia de epidermis superficial, fragmentada y cambiante bajo las variaciones luminosas del día, mediante la que se consigue la desmaterialización de la arquitectura, característica constante del arte mudéjar como pervivencia de la estética de la 'fragilidad' islámica.
En el siglo XVI se impuso la azulejería de arista, con decoraciones en relieve impresas con moldes y una viva policromía (blanco, azul, verde, negro y melado). En la Seo está documentado su encargo a Juste y Lope Lançari, Joan de Aragón y Alexos de Alborge, alfareros moros de Muel, Cadrete y María de Huerva, que entre otros encargos compusieron el arrimadero del presbiterio de la Parroquieta, con azulejos con el Cordero Pascual, escudo del Cabildo. Pero entre todos los ejemplos conservados destaca la capilla de San Miguel, fundada en 1569 por Gabriel Zaporta, que contrató a artistas tan destacados como el rejero Guillén Trujarón, el pintor Pietro Morone y el escultor Juan de Anchieta, y encargó su revestimiento cerámico a Muel. Allí debieron de fabricarse los azulejos de su arrimadero, iguales a los de la Parroquieta, un gran paño de temas vegetales inscritos en marcos mixtilíneos, rematado por capullos, jarrones y grifos, cintas y acantos, dentro del repertorio renacentista. Los del suelo se hicieron expresamente para esta obra, con un diseño de cuadrados y hexágonos entre círculos tangentes, en los que se inscriben motivos vegetales dispuestos radialmente y en simetría, copiado del 'Tratado de Arquitectura' de, Sebastián Serlio Boloñés, tema que pudo aportar el pintor Tomás Peliguet, que proporcionó otras trazas para la capilla.
Finalmente, en 1808, coincidiendo con el sitio y bombardeo de Zaragoza por el general Verdier, se colocaba el suelo de la Sala Capitular, encargado en 1807 a las Reales Fábricas de Azulejos de Valencia propiedad de María Salvadora Disdier, y pintado por Joan Bru y Plancha. Restaurado en 2014 y todavía no accesible al público, tiene la apariencia de una gran alfombra cerámica, inspirada en las de tipo Directorio confeccionadas en las manufacturas francesas de La Savonnerie y Aubusson, con fondo blanco, tres recuadros centrales y varias cenefas alrededor, en las que se despliega un repertorio acorde con lo que los neoclásicos denominaban 'el buen gusto', a base de acantos, ovas y medallones con paisajes clásicos enmarcados por guirnaldas de flores y cintas, y flanqueados por esfinges aladas, jarrones y grandes roleos acabados en forma humana.
El importante patrimonio cerámico de la Seo -que hay que conservar- bien vale una detenida visita.Etiquetas: Arquitectura, Pequeñas historias de la Historia, Sin ir muy lejos
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