Cuéntame un cuento...

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jueves, noviembre 10

Leyenda india

Hasta la tienda del viejo Brujo de la tribu, llegaron, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente de los jóvenes guerreros, y Nube Alta, la hija del Gran Jefe y la más hermosa de las mujeres de la tribu.


-Nos amamos.- Empezó el joven diciendo.


- Y nos vamos a casar.- Dijo ella.


- Y nos queremos tanto que tenemos miedo.- Volvió a decir Toro Bravo.


- Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán…algo que nos garantice que podremos amarnos y ser felices para siempre, algo que nos asegure que estaremos el uno al lado del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte.- Dijo Nube Alta.


- Qué podemos hacer?.- Suplicaron los dos al unísono.


El viejo Brujo los miró y se emocionó de verlos tan jóvenes, tan enamorados, tan deseosos de escuchar su palabra y su consejo. Tras una larga pausa por fin dijo:


Hay algo que os puede ayudar a conseguir vuestro sueño, pero es una tarea muy difícil y sacrificada.


- No importa. Estamos dispuestos a hacer lo que sea.- Dijeron los dos.


- Está bien-, dijo el Brujo. - Nube Alta, ¿ves el monte al lado de nuestro poblado? Deberás escalarlo tú sola sin más armas que una red y tus manos y una vez allí deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte y traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena.- La joven asintió en silencio.- Y tú, Toro Bravo, -siguió el Brujo-, deberás escalar la montaña del Trueno y cuando llegues a la cima deberás encontrar la más brava de todas las águilas y solamente con tus manos y una red deberás atraparla sin heridas y traerla aquí con vida el mismo día que Nube Alta traerá el halcón.


Toro Bravo y Nube Alta se miraron con una enorme ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada. Ella hacia el norte, él hacia el sur.


El tercer día de la luna llena, según lo convenido, los dos jóvenes esperaban frente a la tienda del Brujo. El con el águila más hermosa y brava de todas, ella con el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Eran sin lugar a dudas, dos magníficos ejemplares.


- ¿Volaban alto?, preguntó el Brujo.


- Sí. Hasta alcanzar las nubes, respondieron los jóvenes.


- ¿Y ahora? ¿Los mataremos y beberemos el honor de su sangre?, preguntó Toro Bravo.


- ¿Comeremos el valor de su carne?, preguntó Nube Alta.


- No.- Respondió el Brujo.- Tomar las aves y atarlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando las hayáis anudado bien, soltarlas y que vuelen libres.


Los jóvenes siguieron las instrucciones del Brujo y soltaron las aves…


El águila y el halcón intentaron levantar el vuelo pero les era imposible. Abrían las alas, las abatían con fuerza, pero todo lo más que consiguieron fue revolcarse por el suelo. Unos minutos después, alteradas, irritadas por la incapacidad de volar, las dos aves arremetieron entre sí a picotazos hasta lastimarse. La furia era cada vez más y más violenta. La locura se adueñó de las aves, que no eran capaces de frenar la lucha.


Toro Bravo y Nube Alta contemplaban la escena con angustia y dolor. No entendían por qué el Brujo les había ordenado aquello. Hasta que finalmente el viejo Brujo, posó sus manos sobre las aves calmando su ira milagrosamente. Las desató y las dejó volar. El águila y el halcón emprendieron su majestuoso vuelo el uno al lado del otro. Los jóvenes no entendían nada de lo que estaba pasando. El Brujo, viendo sus atónitos rostros por fin habló:


- Jamás olvidéis lo que habéis visto. Vosotros sois como un águila y un halcón. Si os atáis el uno al otro, aunque lo hagáis por amor, no sólo viviréis arrastrandoos, sino que además, tarde o temprano, empezaréis a lastimaros el uno al otro. Si queréis que el amor entre vosotros perdure, VOLAD JUNTOS, PERO JAMAS ATADOS.

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