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miércoles, febrero 22

El otro cuento de la familia Grimm II

(Y sigue)

Jacob y Wilhelm Grimm compartieron no sólo la sangre y el apellido sino también el nombre de Carl (Jacob como tercer nombre; Wilhelm como segundo). Los mayores de una familia de nueve hermanos, nacieron con un año de diferencia (el mayor en 1785) y fueron como dos árboles nacidos de la misma raíz: crecieron juntos y desarrollaron la misma copa.

El gusto por su trabajo lo incubaron en los idílicos paisajes de su infancia en Hanau, un lugar pacífico en el electorado de Hesse que los aficionó a la melancolía de la herrumbrosa tradición. Sus investigaciones se entrelazan: ambos son los padres de los estudios de la antigüedad, la historia y la filología germánicas. Sus vidas se trenzan: amaron a las mismas mujeres, compartieron como siameses las penas y los júbilos y cuando el enfermizo Wilhelm se ponía malo, el adusto Jacob se deprimía y era incapaz de hacer nada hasta que su hermano no recuperaba la salud. Vivieron tiempos convulsos: la Revolución francesa, Napoleón, el colapso del Imperio Romano Germánico, Waterloo y la emergencia del primer Reich. Sus vidas fueron una montaña rusa en la que se alternaron la adversidad y el éxito, la miseria y la fama. Sus extraordinarios talentos fueron complementarios y en la imaginería de los grabados, los óleos y los bajorrelieves siempre se los pinta como dos perfiles paralelos en primer plano, Jacob con el rostro severo y los rasgos de la cara rodeados de rizos blancos; detrás, Wilhelm, de rasgos más dulces y amables, con los ojos de un poeta soñador.

Cuando, en 1796, murió el juez comarcal Philipp Grimm, dejó en desesperada situación económica a su viuda y a su numerosa prole. Eran nueve hijos y el mayor, Jacob, sólo tenía 9 años. Su madre lo mandó junto a su hermano Wilhelm a vivir con la tía Henriette. Jacob estudió derecho pero no llegó a acabar la carrera. Cuando murió su madre, él tenía 23 años y cinco hermanos menores a su cargo (otros tres habían muerto en la infancia), por lo que aceptó un puesto como bibliotecario del rey de Westfalia, un hermano de Napoleón.

Tras la caída de Bonaparte, se dedicó al servicio diplomático, vivió en París y asistió al Congreso de Viena. Pero no estaba a gusto lejos de Wilhelm, que también había estudiado derecho, y volvió a reunirse con él. Desde entonces no se separaron más. Los dos tenían una curiosidad insaciable, una poderosa fuerza de voluntad, una rigurosa autodisciplina y una memoria poco común; los dos eran bibliotecarios y catedráticos en Gotinga; los dos disfrutaban paseando por bucólicos prados que olían a heno, hojarasca y piñas, y en los que crecían el alhelí y el heliotropo, sus flores preferidas.

Y los dos conspiraron contra el absolutismo del rey de Hanover Ernest August II. Junto con otros cinco profesores firmaron un manifiesto contra la violación de la Constitución y para evitar la cárcel Jacob tuvo que refugiarse en Hesse. Hasta la frontera fue escoltado por un pelotón de dragones y por un convoy de estudiantes solidarios que caminaron seis horas de noche para poder aclamar al refugiado. Antes de cruzar la frontera un sonriente -por una vez- Jacob lanzó su sombrero a la multitud que jaleaba su nombre. Se instaló en Kassel con su inseparable Wilhelm que fue, como siempre, tras los pasos del hermano mayor.

Jacob, que era un adicto al trabajo, nunca había tenido novia. Era un misógino y se escurrió de algunos proyectos matrimoniales urdidos por su familia o por amigos. Con las mujeres era frío, distante y crítico. Sólo hubo tres excepciones: su hermana Lotte, su cuñada Dorothea y Bettina Brentano. Wilhelm se casó a los 39 años con su primera novia, Dorothea Wild, siete años menor que él. Se conserva su correspondencia con otras jóvenes como Jenny von Droste-Hülshoff, que durante muchos años guardó las flores que él había cortado para ella. Amó también a Wilhelmine von Schwertzells. Si eligió a Dorothea fue, entre otras cosas, porque la familia Wild había aportado 35 cuentos a su colección. Fueron felices y tuvieron cuatro hijos, de los cuales el mayor murió en la infancia. Se llamaba Jacob como su tío, que vivió la mitad de su vida con la familia de su hermano menor.

(Y mañana más)