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sábado, enero 5

El almanaque de Gotha: la guía de la realeza III



Casar o no con alguien de determinada parte del Gotha puede acarrear disgustos. En Alemania se siguen tomando esto en serio. Así, el príncipe heredero Gustavo de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, hijo de la princesa Benedicta de Dinamarca -hermana de Margarita II- sabe que si no contrae matrimonio según las reglas de su casa, no recibirá lo dispuesto en el testamento de su abuelo y tocayo. El príncipe Karl Emich de Leiningen no sucedió a su padre, jefe de la casa de Leiningen, por su segundo y desigual matrimonio en 1991 con Gabriele Thyssen, pasando la sucesión a su hermano Andreas. Sin embargo, los príncipes Leopoldo y Adalberto de Baviera, que habían pasado a la parte III por sus matrimonios morganáticos, fueron recientemente transferidos a la I por no haber sucesión directa del jefe de la casa. Ya en época del emperador Francisco José 1de Austria, éste prohibió a su heredero Carlos casar con muy cierta princesa de Hohenlohe, de la segunda parte del Gotha. Acabó casando con la princesa Zita de Borbón- Parma. 

Revoluciones y guerras dieron al traste con los tronos de muchos soberanos que figuraban en el libro, pero para el Gotha siguieron estando donde les correspondía por nacimiento. A finales de la II Guerra Mundial los soviéticos ocuparon Gotha y destruyeron las prensas de la editorial y la mayoría de sus archivos. El odio contra la realeza, y especialmente contra los Romanov, ampliamente tratados en el almanaque, impulsaron a cometer ese atropello. Heredero del Gotha fue el Genealogisches Handbuch des Adels, desde 1951. Aparece anualmente en varios volúmenes y colores según sean casas reales y principescas, condes, barones o nobles no titulados. Los derechos de publicación del almanaque fueron comprados a Justus Perthes, editor desde 1785,y fue reeditado de 1998 a 2004 por John Kennedy, secretario privado del príncipe Miguel de Kent, omitiendo los datos estadísticos y diplomáticos. Esa edición fue muy criticada y acusada -con razón- de errores e inexactitudes, sorprendentes omisiones y extrañas inclusiones, especialmente en su tercera parte. Se le achacó, además, haber sido escrita en inglés, en vez de en francés, el idioma diplomático y regio, pero la lengua del nuevo imperio norteamericano había ya sustituido al elegante idioma de Saint-Simon.

Aunque el antiguo Gotha ya no exista y la mayoría de familias en él consignadas ya no ocupen sus tronos, sigue siendo coleccionado con devoción y continúa ejerciendo una peculiar fascinación, basada en el encanto de la grandeza, de los fastos coronados de decenas de familias de la realeza y la alta nobleza europeas, de un mundo que ya no volverá.


Amigos del almanaque

Tras la I Guerra Mundial se creó una Asociación de Amigos del Almanaque de Gotha, presidida por Alfonso XIII que quería ser reconocido como jefe de la casa de Barbón y logró que se crease el capítulo Borbón del que se desgajaban las diferentes ramas de la familia. 

Además, tras la caída de las monarquías por la Guerra, era más fácil el uso de títulos falsos, por ausencia de autoridades que regulasen su uso, por lo que la inclusión en el Gotha era algo esencial. Si la familia no figuraba podría creerse que sus títulos eran inválidos. En un mundo jerarquizado, pertenecer a una o a otra parte del Gotha colocaba a cada cual en su sitio en una sociedad que situaba al estamento regio- principesco y nobiliario en la cima de Estado. Para muchos no figurar en el Gotha era algo así como no existir, el no ser.

Más nobleza francesa


El 20 de octubre de 1807 Napoleón I escribió a su ministro de Exteriores: "Monsieur de Champagny, el Almanaque de Gotha de este año está mal hecho. Protesto. Debería haber más de la nobleza francesa que he creado y menos príncipes alemanes que ya no son soberanos. Además, la Familia Imperial de Bonaparte debería aparecer antes de cualquier otra dinastía, y déjeles claro que nosotros y no los Borbones somos la Casa de Francia. Indique al ministro del Interior de Gotha que yo personalmente ordeno esos cambios". Eso hizo que el Almanaque publicara dos ediciones el año siguiente, la primera de ellas una "Edición para Francia, a petición de Su Majestad Imperial".