El almanaque de Gotha: la guía de la realeza III
Casar o no con alguien de determinada parte del Gotha
puede
acarrear disgustos. En Alemania se siguen tomando esto en serio. Así, el
príncipe heredero Gustavo de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, hijo de la princesa
Benedicta
de Dinamarca -hermana de Margarita II- sabe
que si no contrae matrimonio según las reglas de su casa, no recibirá lo dispuesto
en el testamento de su abuelo y tocayo. El príncipe Karl
Emich
de
Leiningen no sucedió a su padre, jefe de la casa de Leiningen, por su segundo y
desigual matrimonio en 1991 con Gabriele Thyssen, pasando la sucesión a su
hermano Andreas. Sin embargo, los príncipes Leopoldo y Adalberto de Baviera, que
habían pasado a la parte III por sus matrimonios morganáticos, fueron
recientemente transferidos a la I por no haber sucesión directa del jefe de la
casa. Ya en época del emperador Francisco José 1de Austria, éste prohibió a su
heredero Carlos casar con muy cierta princesa de Hohenlohe, de la segunda parte
del Gotha. Acabó casando con la princesa Zita de Borbón- Parma.
Revoluciones y guerras dieron al traste con los
tronos de muchos soberanos que figuraban en el libro, pero para el Gotha
siguieron
estando donde les correspondía por nacimiento. A finales de la II Guerra
Mundial los soviéticos ocuparon Gotha y destruyeron las prensas de la editorial
y la mayoría de sus archivos. El odio contra la realeza, y especialmente contra
los Romanov,
ampliamente
tratados en el almanaque, impulsaron a cometer ese atropello. Heredero del Gotha
fue
el Genealogisches
Handbuch des Adels, desde 1951. Aparece
anualmente en varios volúmenes y colores según sean casas reales y principescas,
condes, barones o nobles no titulados. Los derechos de publicación del
almanaque fueron comprados a Justus Perthes, editor
desde 1785,y
fue reeditado de 1998 a 2004
por
John
Kennedy, secretario
privado del príncipe Miguel de Kent, omitiendo
los datos estadísticos y diplomáticos. Esa edición fue muy criticada y acusada
-con razón- de errores e inexactitudes, sorprendentes omisiones y extrañas
inclusiones, especialmente en su tercera parte. Se le achacó, además, haber
sido escrita en inglés, en vez de en francés, el idioma diplomático y regio,
pero la lengua del nuevo imperio norteamericano había ya sustituido al elegante
idioma de Saint-Simon.
Aunque el antiguo Gotha ya
no exista y la mayoría de familias en él consignadas ya no ocupen sus tronos, sigue
siendo coleccionado con devoción y continúa ejerciendo una peculiar
fascinación, basada en el encanto de la grandeza, de los fastos coronados de
decenas de familias de la realeza y la alta nobleza europeas, de un mundo que
ya no volverá.
Amigos del almanaque
Tras la I Guerra Mundial se creó una Asociación de
Amigos del Almanaque de Gotha, presidida por Alfonso XIII que quería ser
reconocido como jefe de la casa de Barbón y logró que se crease el capítulo Borbón
del que se desgajaban las diferentes ramas de la familia.
Además, tras la caída de las monarquías por la
Guerra, era más fácil el uso de títulos falsos, por ausencia de autoridades que
regulasen su uso, por lo que la inclusión en el Gotha
era
algo esencial. Si la familia no figuraba podría creerse que sus títulos eran
inválidos. En un mundo jerarquizado, pertenecer a una o a otra parte del Gotha
colocaba a cada cual en su sitio en
una sociedad que situaba al estamento regio- principesco y nobiliario
en la cima de Estado. Para muchos no figurar en el Gotha
era
algo así como no existir, el no ser.
Más nobleza francesa
El 20 de
octubre de 1807 Napoleón I escribió a su ministro de Exteriores: "Monsieur
de Champagny, el Almanaque de Gotha de este año está mal hecho. Protesto.
Debería haber más de la nobleza francesa que he creado y menos príncipes
alemanes que ya no son soberanos. Además, la Familia Imperial de Bonaparte
debería aparecer antes de cualquier otra dinastía, y déjeles claro que nosotros
y no los Borbones somos la Casa de Francia. Indique al ministro del Interior de
Gotha que yo personalmente ordeno esos cambios". Eso hizo que el Almanaque
publicara dos ediciones el año siguiente, la primera de ellas una "Edición
para Francia, a petición de Su Majestad Imperial".
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