¿Y si las plantas también piensan?
(Un
artículo de David Navarro en el Heraldo de Aragón del 29 de mayo de 2011)
Sorprendente.
Una planta ha de calcular cada día todo tipo de factores: la presencia de
insectos, la humedad del suelo y del ambiente, el viento, la dirección del sol,
la competencia a su alrededor… ¿puede un organismo vivo tomar decisiones
basándose en diferentes parámetros sin tener un órgano central que dirija las
operaciones? Según el investigador italiano Stefano Mancuso, fundador del
Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal, las plantas tienen cerebro
y éste se encuentra situado en las raíces. Asegura que en cada punta de las
raíces hay células muy parecidas a las neuronas cuya función es comunicar
información mediante impulsos eléctricos. Hay millones de células parecidas y
Mancuso explica que trabajan en red, como un cerebro. Además, las plantas
envían moléculas volátiles para alertar a compañeras que pueden encontrarse
incluso a varios kilómetros. Con esas moléculas pueden avisar de que hay
plantas rivales cerca o depredadores ajenos al reino animal, comportándose
diferente si son insectos o mamíferos. Muchas decisiones para seres vivos sin
cerebro.
Algunos comportamientos asombrosos
>> Cuidado de la prole.
Según investigaciones de Stefano Mancuso, hay árboles que alimentan con sus
raíces a ejemplares más pequeños de su misma familia cuando todavía no alcanzan
la altura para hacer la fotosíntesis por sí mismos.
>> Aprender jugando
Uno de los experimentos más sorprendentes de Mancuso revela que el juego ayuda
a las plantas a aprender, igual que con los animales. Investigando los
girasoles en grupo o de manera aislada, descubrió que los que crecían en grupo
giraban antes alrededor del sol que los solitarios.
>> Comunicación.
El laboratorio italiano ha investigado un suceso que tuvo lugar en Botsuana
hace diez años: miles de antílopes murieron envenenados por acacias. Los
árboles habían aumentado los taninos en sus hojas cuando la población animal
aumentó hasta niveles que las ponían en peligro.
>> Manipulación.
Las plantas han sido capaces de mostrar su capacidad empática atrayendo a
insectos y pájaros para su polinización. Marcuso llega a comparar el proceso
con una campaña comercial: hay clientes (insectos), vendedores (plantas) y
escaparates y promoción (colores y fragancias).
>> Deducción.
La planta posee sensores que captan la luz para saber si debe generar hojas, si
es la hora de florecer o bien en qué dirección conviene hacer crecer nuevas
ramas para captar la máxima luz solar. Incluso ‘sabe’ cómo crecer armónicamente
para que el peso de la copa sea equilibrado.
>> Visión de futuro.
Científicos israelíes han deducido tras varios experimentos que una planta
detecta el crecimiento a su alrededor y deduce que puede perjudicarle. Cuando
percibe la sombra, deja de echar flores nuevas y se dedica a extender el tallo
para escapar de ella.
>> A cámara lenta.
El italiano Stefan Marcuso asegura que si las plantas se movieran a la
velocidad de los animales nos sorprendería su capacidad para improvisar. Ante
un agresor se defienden y al detectar un obstáculo lo esquivan. Por ello deduce
que el comportamiento no es muy diferente al de un animal.
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