La gloria perdida del 'Tren Lunático'
(Un artículo de Pedro Alonso en el Heraldo de Aragón del 26
de agosto de 2012)
Desde hace más de un siglo,
el pitido del legendario 'Tren Lunático' retumba en Nairobi y evoca la gloria ya
marchita de una locomotora que usaron famosos ávidos de aventuras como Theodore
Roosevelt, Winston Churchill o Ernest Hemingway.
En la centenaria estación
de ferrocarril de la capital keniana, la mayoría de los destinos se han caído de
sus anacrónicos paneles informativos, pero todavía se lee en sus rótulos el nombre
de la exótica ciudad costera de Mombasa. Para ir allí, un bullicio revoluciona la
estación tres días a la semana: es el ajetreo de los pasajeros que acceden a
los vagones del histórico 'Tren Lunático'.
Fueron los británicos quienes,
tras el reparto de África acordado por las potencias europeas en la Conferencia
de Berlín (1884-1885), decidieron afianzar su dominio en el Protectorado de
África Oriental con la construcción de una línea de ferrocarril que uniera el
océano indico en Mombasa con el lago Victoria (fuente del Nilo) y Uganda.
En 1896
No pocos debates
enconados provocó el coste del proyecto en el londinense Parlamento de
Westminster, donde el diputado radical Henry Labouchere condenó la idea de esa
«línea lunática», adjetivo que derivó en los términos 'Lunático Exprés' o 'Tren
Lunático'. Finalmente, «la construcción de la línea empezó en mayo de 1896 y
acabó en Kisumu, a orillas del lago Victoria, en diciembre de 1910, aunque no
era Kisumu su destino final, sino Uganda», dice el director del Museo del
Ferrocarril de Nairobi, Maurice Barasa.
Quizá Labouchere no anduviera
muy descaminado, pues el ferrocarril costó la friolera de cinco millones de
libras (unos 638 millones de euros de hoy) y la vida de unas 2.500 personas,
muertas por accidentes, enfermedades tropicales y ataques de indígenas y fieras.
El caso es que la línea,
de unos 900 kilómetros, dio pie al nacimiento de muchas ciudades kenianas - Nairobi,
entre ellas-, puso a Kenia en el mapa mundial y atrajo colonos blancos y
celebridades.
Viajaron en el 'Tren
Lunático' famosos como el último emperador etíope, Halle Selassie; los
escritores Ernest Hemingway y Karen Blixen (alias Isak Dinesen); el presidente
estadounidense Theodore Roosevelt o el primer ministro británico Winston
Churchill.
«Roosevelt (tomó el tren
en 1909) tenía gran interés en los safaris. Solía viajar sentado en un banco, adosado
(al aire libre) en la parte delantera de la locomotora, para contemplar
paisajes y animales salvajes. Y paraba a cazar», cuenta Barasa.
En su gira por África de
1907, Churchill, entonces subsecretario de Estado británico para las Colonias, tomó
el 'Lunático Exprés' en Mombasa, que le pareció «el punto de partida de una de
las líneas de ferrocarril más románticas y maravillosas del mundo».
Con toda clase de lujos
Esas personalidades -asegura
Barasa- viajaban en «vagones especiales», con toda clase de lujos y las máximas
comodidades de la época, aunque hoy el tren no constituya más que una sombra oxidada
y chirriante de aquella máquina que enorgulleció al Imperio británico.
En el vagón restaurante,
la porcelana de antaño ha sido reemplazada por el plástico en mesas cubiertas por
manteles blancos amarilleados, las paredes de fondo floreado han perdido el
lustre y los asientos rojos de cuero sucumben a la mugre.
Por los angostos
pasillos ya no deambulan colonos, soldados o misioneros, sino turistas que, mochila
al hombro, parecen atraídos por el romanticismo y la aventura de la Kenia
colonial. «Tomo este tren por tercera vez», se ufana un suizo enamorado de
África que sorbe un café, tras dormir en el tren nocturno Nairobi-Mombasa, y al
que no cansan las quince horas del periplo.
En esa ruta, el momento
más excitante llega cuando el 'Lunático Exprés' atraviesa el Parque Nacional de
Tsavo y los pasajeros, acodados en las ventanillas, afinan las pupilas para
observar -en palabras de Churchill- «llanuras repletas de animales salvajes». Algunos
viajeros no pueden contener la emoción: «¡Vi una cebra y varios antílopes!»,
exclama la estudiante keniana Medy Migamba. El Parque de Tsavo, además, evoca
la historia de los terribles «leones devoradores de hombres de Tsavo», que
despedazaron a 132 hombres durante la construcción del ferrocarril, entre ellos
el superintendente Charles Ryall. «Guardamos en el museo los colmillos del león
que mató a Ryall» y el vagón donde ocurrió la tragedia, revela Barasa.
Más de un siglo después
de entrar en servicio, el tren, lastrado por años de gestión incompetente y
falta de inversión, no cautiva a los kenianos, que apuestan por el autobús, un
medio más barato que cubre en siete horas los 500 kilómetros entre Nairobi y
Mombasa.
Sin embargo, la duración
de ese viaje podría reducirse a tres horas si prospera un plan del Gobierno de
Kenia para construir, antes de 2016, una línea moderna con trenes de alta
velocidad. Pero los nostálgicos del 'Lunático Exprés' no deben preocuparse, porque,
según Barasa, el nuevo trazado correrá paralelo a la vieja línea, que «se
conservará por razones históricas y turísticas».
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